Capítulo 24

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Han pasado algunas horas desde el incidente en casa de Kanato, quien ahora se encuentra en el trabajo. En todo este tiempo no ha hecho más que estar sumergido en sus pensamientos, no puede mantenerse concentrado en simples tareas, las personas le hablan, pero no lo nota. Entre lo que le preocupa está Midori. En lo que lleva desde que se cruzaron nuevamente en el trabajo, ella únicamente se enfoca en evitar cualquier clase de contacto con él; cuando se acerca, repentinamente cambia su rumbo, cada vez que le ve la cara desvía la mirada, hace lo posible por mantenerse ocupada el mayor tiempo posible.

El pelirrojo continúa tratando de convencerse de que realmente podrá hacer alguna actividad productiva en lo que resta de la jornada, cuando una voz familiar lo trae a la realidad.

—El jefe dice que vayas a su oficina, inmediatamente —la castaña se mantiene sin expresión alguna, mientras que sus ojos verdes se mantienen un punto fijo en el suelo. Pasados algunos incómodos momentos, regresa por donde llegó.

Kanato está totalmente aterrado. Sus ojos reflejan horror en su estado más puro, cualquiera se daría cuenta, pero poco o nada le importa. Su cuerpo se mueve de forma casi automática hacia su destino mientras que su mente está en un lugar muy lejano.

Pensamientos sin conexión no paran de llegar a su mente mientras camina a paso extremadamente lento. De todos los escenarios que se imagina, lo que menos le preocupa es ser despedido, ¿Qué pasaría después con él y con Kasumi? Todos sabrían dónde está y ni siquiera podría advertirle. Hace el intento de pensar en alguna solución, sin embargo, no es capaz de mantenerse en una idea y termina echándole la culpa a Akane por lo que pueda ocurrir.

Para cuando se da cuenta, ya ha llegado a la puerta de la amplia oficina. Antes de entrar, hace un intento por controlar sus manos, las cuales se encuentran temblando notoriamente, sin éxito alguno.

Toma una bocanada de aire para finalmente abrir aquella puerta lentamente, incluso con timidez. Queda completamente desconcertado al ver en el interior del lugar a una figura que le es bastante familiar, un joven de su misma edad a quien conoce muy bien, de nombre Aki Takada, incluso se podría llegar a decir que son cercanos, o al menos lo fueron alguna vez. Su presencia de cierto modo logra tranquilizarlo, a diferencia de su jefe, que es menos expresivo que una roca y no deja de inquietarlo. A los ojos de Kanato, Aki no desprende un aire desconfiado u hostil, en su lugar lo ve bastante relajado, lo cual contrasta claramente con el manojo de nervios que se he hecho desde hace ya algunos minutos y por un momento, le hace pensar que de hecho se estaba preocupando por nada. Sin embargo, no consigue tranquilizarse del todo; por algo lo llamaron y aún no está la seguridad de que no sepan nada.

—Te estábamos esperando, Sasaki —dice el jefe, trayendo a Kanato de regreso al mundo real—. No tengo tiempo que perder, entra de una vez y siéntate.

El chico se limita a obedecer. Le toma alrededor de diez segundos acercarse para tomar asiento junto a Aki.

—¿Y bien? ¿Algo nuevo? —pregunta el superior.

Entonces Kanato comprende de inmediato, era ese día del mes en el que debía dar un informe sobre los avances conseguidos en los últimos treinta días. Ignorando por completo el hecho de que el joven junto a él ya ha comenzado a hablar, en su mente está festejando que nadie más sabe de lo que está ocurriendo, mientras se pregunta qué pudo haber hecho Akane tan malo como para que Midori lo odie.

—¿Hay algo que quieras compartir con la clase, Sasaki? —le reprocha. Luego de un par de segundos sigue hablando—. Es suficiente Takada, puedes retirarte.

El chico de lentes no hace más que un gesto de despedida antes de salir de la oficina. Kanato asume que es su turno de hablar, así que comienza—: En los últimos días conseguimos capturar con vida a cuatro vampiros independientes, al ver que ninguno de ellos tenía antecedentes, fueron enviados directamente a Tsuen. En cuanto a la investigación de Kiba...

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