Capítulo 44

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—Déjamelo a mí —dice Akane con una sonrisa torcida y los ojos abiertos a más no poder, teniendo el cuerpo de Kanato bajo su control.

—Pero qué interesante—. El vampiro que sostiene al pelirrojo levanta una ceja.

Hablas demasiado —gruñe Akane, con una expresión que va más allá del enojo. En ese mismo instante, el cazador se impulsa con los brazos para levantar las piernas y empujar al vampiro con una patada en la cara, consiguiendo apartarse y liberar sus manos.

Kasumi solo se queda en su lugar por temor a llegar a herir a su hermano si interviene, aunque en este momento sabe que quién tiene en frente no es el Kanato que conoce.

Akane no pierde el tiempo, en cuanto puede bajar las manos toma un cuchillo con cada una y se precipita hacia el vampiro desorientado frente a él para cortarle la garganta. De un rápido y preciso corte lo consigue justo antes de usar el de la otra mano para decapitarlo por completo. Entonces con una patada lanza la cabeza desprendida contra un árbol y la clava a él, atravesándola con un cuchillo que lanza. Momentos después, el cuerpo sin cabeza se desploma en el suelo.

Al final no eres tan mala para Kanato—. Voltea a ver a Kasumi. —Después de todo, si nunca hubieras llegado... no, eso ya no importa— es lo último que dice Akane antes de cederle la luz a Kanato nuevamente.

El pelirrojo, algo desorientado, mira alrededor, deteniéndose en su hermana —Por favor dime que esta vez acabó con el sujeto malo.

Kasumi ríe levemente —Sí, eso parece.

Kanato sonríe aliviado, va a decir algo, pero se calla y borra su sonrisa repentinamente cuando ve movimiento de parte del supuesto cadáver. Los hermanos no saben qué hacer cuando ven cientos de hilos provenientes del cuerpo decapitado atraer a la cabeza cercenada de regreso a su sitio. Cuando esto ocurre, el vampiro se pone de pie y con una mano desprende el cuchillo que estaba atravesándole la garganta desde el interior de su cavidad bucal.

—Se acabaron los juegos —dice, notablemente molesto mientras toma a Kanato por el cuello, haciendo presión.

—¡Ya basta! —el grito de Kasumi llama su atención, aunque no deja de apretar más—. Haré lo que quieras, pero no le hagas daño —suplica con lágrimas a punto de derramarse.

—N-no lo... hagas... co...rre—. Kanato apenas puede articular aquellas palabras con el poco aire que resta en sus pulmones.

—¡Olvídalo, no pienso dejarte aquí! —le devuelve rápidamente—. Ya lo dije, iré contigo. Solo suéltalo.

—Tú ganas —sonríe, arrojando al pelirrojo junto a ella.

Inmediatamente va con su hermano, el cual toma grandes bocanadas de aire, tratando de recuperar el ritmo normal de su respiración —¡Kanato! ¡Kanato ¿Estás bien?! —pregunta desesperada, sentándolo en su lugar. En ese momento nota las marcas moradas y gruesas que se encuentran en el cuello del chico.

En cuanto se recupera, Kanato comienza a decir a una alta velocidad—: No vayas con él, solo corre lejos, yo puedo... —se calla de golpe con el fuerte abrazo que le da la vampira, ante lo que solo le queda pronunciar su nombre con duda.

—Eres un idiota, pero no por eso vas a dejar de ser mi hermanito. No tienes idea de cuánto te quiero, sin importar lo que hagas —dice, dejando caer algunas de las lágrimas que contenía.

—No te dejaré hacerlo. Ya te perdí una vez por culpa de ese bastardo, no pasará de nuevo —la voz de Kanato comienza a temblar mientras se aferra a Kasumi.

—Lo siento —susurra en un sollozo.

Kanato no lo comprende hasta que intenta impedir que ella se aparte, entonces entiende que no puede moverse en lo absoluto debido al lazo que envuelve todo su cuerpo. Cuando va a protestar se da cuenta de que ocurre lo mismo, no puede abrir la boca por una cinta negra que la cubre. Aun así, continúa con sus intentos para detenerla o al menos decirle que lo haga, a pesar de que lo único que consigue hacer es producir ruidos inteligibles.

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