Capítulo 73

20 2 45
                                    

Ayato

Mayu reacciona en cuanto escucha el sonido, arrinconándose como puede contra el muro más cercano. Odio verla así de asustada, pero al mismo tiempo me alivia descubrir que parece estar ilesa, ni siquiera tiene una herida en el punto del que le estaban drenando sangre hace unos días.

—Tranquila, soy yo —me apresuro a aclarar antes de precipitarme hacia ella y abrazarla con cuidado de no imprimir demasiada fuerza—. No sabes cuánto me alegra que estés bien.

—¿Ayato? —pregunta con la voz quebradiza. Me aparto un poco, descubriendo algunas lágrimas que se derraman por sus mejillas—. Cuando ese vampiro te hizo esa herida pensé que...

—Eso ya pasó —intento calmarla, limpiando sus lágrimas sin retirar la venda que cubre sus ojos—. Estoy aquí, ¿sí? Voy a sacarnos de este lugar —le doy un beso corto en los labios antes de comenzar a trabajar con las cadenas atadas a sus muñecas.

—Estás helado —menciona, a lo que no respondo a pesar de que se instale un agujero en mi estómago. Supongo que es algo natural en cualquier vampiro, pero ella aún no lo sabe, aún no me ha visto, y a pesar de haber liberado una de sus manos, no tengo idea de cómo decírselo.

No tardo mucho más en terminar con la otra cadena, no ha sido muy difícil, sin embargo, el miedo me invade cuando veo que va a destaparse los ojos.

—¡Espera! —exclamo, sosteniendo sus manos con las mías.

—¿Q-qué ocurre? —tartamudea, exaltada. Debí asustarla con eso, pero es lo de menos, tengo que advertirle de alguna forma lo que está a punto de ver.

—Y-yo... bueno... es que —las palabras se arremolinan en mi cabeza y no soy capaz de formular una frase coherente, decir esto es más difícil de lo que esperaba. Pasan algunos segundos antes de que consiga calmarme un poco—. Mayu, antes de que veas, tengo que decirte que no luzco exactamente como recuerdas —. Bueno, por algo tenía que comenzar.

—¿De qué estás hablando? Ayato, me estás asustando.

Maldición, parece que eso tuvo el efecto contrario al que esperaba. Comienzo a sentir un leve temblor, aunque no estoy seguro de quién sea, y ella hace cada vez más fuerza para soltarse de mi agarre.

—Por favor escúchame —me esfuerzo por mantener el tono más calmado que pueda—. Sé que esto va a impresionar, y que las cosas no podrán ser iguales después de esto; pero quiero que sepas que, sin importar como me vea, por dentro sigo siendo el hombre que te ama, y que sería capaz de hacer cualquier cosa por ti.

Pasan algunos momentos de silencio en los que intento convencerme de que esto no puede ser tan malo. Entonces la libero, descubriendo que quien más estaba temblando era yo.

Ella levanta sus manos lentamente, llevándolas a la venda para retirarla a la misma velocidad. En cuanto abre los ojos, pone la expresión que esperaba, al tiempo que puedo escuchar su corazón acelerándose. Esto no me ayuda para nada con la sed, pero ésta pasa a segundo plano al ver que no se mueve ni un poco, tan solo puedo notar que traga con dureza.

—Re-recuerda lo que te dije, yo... —extiendo mi mano hacia ella, pero me cayo de golpe al ver que se aparta. Ella... ¿me tiene miedo?

De repente siento como si el vacío que sentía se hubiera duplicado. No... no, no, no, esto no puede ser así, ella no, cualquiera menos ella.

—Mayu —pronuncio su nombre mientras hago un nuevo intento por acercarme, pero no tardo en comprender que lo más sensato es mantener algo de distancia, al menos mientras termina de asimilarlo—. Por favor cálmate —le pido, sin poder ocultar del todo el dolor por su rechazo—. No pido que aceptes esto, porque ni siquiera yo lo he hecho, y sé perfectamente lo que piensas de los vampiros, pero necesito que olvides eso por un momento, ya sé cómo salir de aquí y te voy a sacar, solo te pido que intentes soportarlo mientras salimos, ¿está bien?

V talesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora