Capítulo 40

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—Él sigue vivo—. Esas tres palabras solas fueron más que suficiente para que Kasumi esbozara una sonrisa involuntaria, la cual se borraría rápidamente al seguir escuchando—. Al menos por ahora, pero no sé por cuanto siga así. No ha pronunciado una palabra desde que llegó. Eso es todo lo que sé; si me entero de algo más, te lo diré.

En parte era verdad, pues lo que Kanato dijo sobre Aizel era cierto, sin embargo, eso no era todo lo que sabía. Era incapaz de decirle todo. Era incapaz de decirle sobre las constantes torturas, las condiciones en las que se encontraba, y mucho menos tuvo el corazón para decirle que su ejecución ya había sido programada para tres semanas después de ese día, independiente de su cooperación. Más que para protegerse a sí mismo, estaba pensando en ella. No podía siquiera imaginar la forma en que podría reaccionar si se enteraba, en cualquier caso, creyó que lo más conveniente era omitir esa parte, al menos hasta que estuviera seguro de que ella no se pondría en riesgo de alguna forma si lo supiera.

—Está bien. Gracias —dijo, tratando de ocultar su decepción y fallando en el intento.

Kanato quería reconfortarla, abrazarla y decirle que todo estaría bien. Pero sabía que no era correcto, que no debía hacerlo, no cuando ya sabía todo lo que ocurriría y que nadie podría hacer nada para evitarlo. Darle una falsa esperanza solo conseguiría lastimarla aún más en el futuro, por lo tanto, el pelirrojo decidió que lo mejor era no decir nada más con respecto al tema.

Y así se terminó instalando otro incómodo silencio que ninguno de los dos tenía intención de romper, o tal vez sí, pero no sabían cómo hacerlo. Luego de algunos minutos que les parecieron eternos, Kanato decide tratar de comenzar una conversación.

—¿Y cómo es que conociste a Haru? —preguntó sin saber el efecto que aquella pregunta causaría en su hermana.

Kasumi, en cuanto escuchó, todo lo que había pasado, esos largos y solitarios diez años, todo lo había recordado en un momento. No quería revivir esos recuerdos de ninguna manera, tampoco contestar a la pregunta. Sin embargo, quería hacer un intento por dejar de lado el rencor contra su hermano al menos en lo posible, así que comenzó a hablar, con la mirada perdida en el vacío.

—La primera vez que lo vi fue cuando aún estaba en Tsuen—. Solo nombrar aquel lugar ya era bastante malo para ella, el único con el que había hablado de ello desde que salió de allí había sido Aizel—. Hablamos algunas veces en un lugar muy parecido a este. El caso es que él quiso ayudarme a salir de allí, pero entonces fue atacado por uno de los vampiros que estaban allí. Tenía una herida muy profunda e incluso pude sentir cuando se detuvo su corazón, no termino de comprender cómo es que sigue vivo. Y bueno, sobre lo que pasó después de eso, creo que ya conoces la historia, salí de allí y ese mismo día conocí a Aizel. Había creído muerto a Haru hasta hace unos días.

Al terminar, observó a Kanato, quien se había limitado a escuchar atentamente desde su lugar —¿Y qué hay de ti? Ya conocías a Aki, ¿Verdad?

—Oh, sí —la pregunta lo tomó desprevenido, de cierta forma Kasumi había usado ese tono amable que Kanato creyó que jamás volvería a usar con él—. Nos conocimos en el internado, poco después terminó siendo mi mejor amigo, está bien, por no decir el único —ambos soltaron una corta risa, luego se sonrieron por un segundo—. Poco antes de graduarnos, debíamos hacer unas prácticas. Aún recuerdo que él debía ir a Akinashi por un par de semanas, mientras que a mí me había tocado pasar el mismo tiempo en Tsuen —hizo una breve pausa—. Yo no quería hacerlo, no quería recordar lo que había pasado ese día, así que me negué. Como castigo, tuve que gastar tres meses más de lo normal, junto con los demás que por alguna razón no hicieron las prácticas o habían reprobado algo. En ese periodo nos distanciamos, él ya estaba listo para trabajar y yo seguía en el mismo lugar. Luego de un tiempo volvimos a vernos, pero ya no era lo mismo hasta ahora con todo esto.

V talesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora