Capítulo 8

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Kasumi

No tengo idea de qué hacer ahora y aún si lo supiera, no puedo dejar de abrazar a Haru, a pesar de que sé que lo que está entre mis brazos no es más que un cuerpo sin vida. Puedo sentir lágrimas derramándose todo el tiempo, pero desde cierto punto, dejé de molestarme en limpiarlas.

Todo lo demás deja de importarme por un periodo de tiempo que considero que ha sido bastante largo, sin embargo, vuelvo a ser consciente de mi entorno cuando escucho los pasos de varias personas acercándose.

Sé cómo se ve esta situación, lo que pensaría cualquiera al ver esto y que nadie aquí se molestaría en escucharme, así que veo una gran posibilidad de terminar en Akinashi si me encuentran así con Haru. No quiero dejarlo, en verdad no quiero apartarme de él, pero de repente aparece una voz en mi cabeza, recordándome sus últimas palabras.

"Es lo último que pidió" pienso. Paso varios momentos dudando entre quedarme con él o intentar escapar. En verdad lamento hacerlo, pero al final me inclino por la idea de irme de aquí, después de todo, él ya se ha ido y no es que tenga mucho que perder si lo intento.

Con cuidado, deposito el cuerpo de Haru en el suelo antes de sostener su mano, que no ha terminado de perder su calor, sin dejar de observarlo.

—Adiós Haru. Descansa —susurro, intentando formar una sonrisa que sé que me ha salido fatal, sobre todo por la nueva oleada de lágrimas que me ha asaltado al pronunciar aquellas palabras. Dicho esto, me pongo de pie, me secó las lágrimas, doy la vuelta y corro tan rápido como pudo sin mirar atrás, por miedo a arrepentirme.

Creería que no ha pasado más de un minuto para cuando estoy de vuelta en la jaula. Lo primero que noto al llegar es un enorme agujero en el techo, por el que supongo que ha salido la mayor parte de los vampiros que antes estaban aquí. Ya estaba lista para salir, el único problema es que no tengo idea de cómo volar y para este punto, no creo que sea sencillo salir por la entrada normal.

Bien, no creo que sea tan difícil, es decir, los demás lo hacen todo el tiempo. Si no recuerdo mal, hacen como un salto antes de impulsarse de alguna forma en el aire. Ahora creo que debí haberlo practicado alguna vez, o al menos prestar más atención a los otros, pero eso no importa ahora, no creo tener mucho tiempo antes de que alguien pueda llegar.

Me concentro lo más que puedo antes de dar un salto con el que no creo ascender más de cuarenta centímetros en el aire. Sin embargo, no me dejo desanimar por eso y vuelvo a intentarlo, esta vez consiguiendo elevarme un poco, antes de sentir un vacío en el estómago y caer de una forma no muy delicada al suelo, el cual se encuentra mojado debido a la lluvia que entra por el agujero del techo.

Está bien, creo que ya lo entiendo un poco mejor, solo no debo acobardarme a medio camino y continuar.

Sin perder un segundo más, me levanto, con mi atención puesta en el agujero que debo atravesar. Tomo una bocanada de aire que dejo escapar en una exhalación entrecortada y luego hago otro intento, esta vez decidida a salir de este lugar.

Por un momento creo que voy a perder el equilibrio y caer una vez más, sin embargo, me obligo a continuar, consiguiendo pasar sin dificultad por el agujero del techo.

En cuanto logro estar al aire libre, incluso un poco antes, me asalta una corriente helada. Está lloviendo, así que solo es cuestión de segundos para terminar empapada de pies a cabeza. No tengo idea de dónde ir, qué dirección tomar, ni siquiera estoy segura de recordar cómo llegar a la ciudad, lo único que tengo claro es que debo alejarme lo más posible de ese lugar.

Todo va bien, incluso creo alcanzar a ver las luces de la ciudad a lo lejos, pero al poco tiempo de haber comenzado, algo ocurre y termino cayendo al suelo, con una caída un poco amortiguada por los árboles en el camino hacia abajo.

V talesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora