Imagina estar bajo la protección de Rusia.
A Ivan le gustaba aquella nueva micro nación. Desde que eligieron una representante, el había estado allí. No era la tierra más rica, de hecho aquel pedazo de tierra se mantenía de la pesca y la producción controlada de perlas. Sus jefes no entendían porque, entonces, tanto encaprichamiento por aquella nación, pero, aun así le dieron le gusto. Fueron décadas y décadas, en las cuales el estaba más en aquella paradisiaca isla que en su casa. Décadas y décadas de verla crecer, sonriente. Décadas y décadas fueron las que se tardo en darse cuenta de que estaba enamorado de aquella adolescente que siempre lo recibía con una gran sonrisa y un cariñoso abrazo.
—Disculpe, ¿y (T/N)?— pregunto, Rusia, al jefe, quien lo había acompañado hasta la casa de ella. El hombre se quedo unos momentos en silencio y luego lo recordó.
—¡Ah, sí! Hace unos días, el señor América había venido a visitarla, al parecer quería hablar unos asuntos con ella. La última vez que la vi fue esta tarde, cuando salieron a pasear por la playa. Creo que ella le iba a mostrar las cuevas— menciono, distraídamente. En ese momento, el corazón del ruso se estrujo, haciendo que soltara un ahogado jadeo. ¿Ese capitalista estaba allí? ¿Desde cuándo la visitaba? ¿Desde cuándo la conocía? Había puesto total atención a las relaciones de su pequeña y más con aquel rubio de lentes. Según el solo se habían cruzado al momento en el cual la reconoció como micro nación.
Se arreglo para sonreír y asentir con su cabeza, al mismo tiempo que estrujaba su bufanda. El no podía quitarle a (T/N)... ¡No lo dejaría! Haría cualquier cosa por ella. Sus pensamientos se vieron interrumpidos con el sonido de la puerta abriéndose. Al girarse, se encontró con la jovencita y, pasos detrás de ella, América.
—¡Ivan!— exclamo la chica, la cual corrió a sus brazos. El la apego a su cuerpo, abrazándola por la cintura, ocultándola en su monumental figura. Luego de depositar variados besos sobre la coronilla ajena, le dedico una sombría mirada a Alfred, quien se la devolvió sin escarmientos.
—Señor, los misiles están en posición— dijo el soldado. Rusia asintió con su cabeza, al mismo tiempo que observaba los informes de la guerra. No había pasado mucho tiempo cuando se declaro una Tercera Guerra Mundial. Tal vez, la invasión de América sobre el territorio de (T/N), tratando de adueñándose de aquella pequeña, había sido la gota que derramo el vaso.
—Ivan, ¿estás seguro de esto, aru?— la voz de China fue como un calmante para sus nervios—. Ella ya está a salvo de América. Su gente no ha sufrido ningún daño... ¿Por qué seguir?—
—Porque si dejo todo como esta, la historia volverá a repetirse— menciono, con voz fría. Un silencio se formo en ambos, como si de un pacto se tratara—. Disparen...
Risas iban y venían, llenando la habitación, al igual que los rayos de la mañana. La muchacha se aparto de las rápidas manos del ruso que le hacían cosquillas, para poder respirar y no desmayarse. Ivan observo, sonriente, la desnuda figura de, ahora, un adulta (T/N). No podía creer que los años se le hubieran pasado tan rápido. La recordaba como una niña plana y algo despeinada, pero, ahora, se encontraba frente a una mujer con todas las letras. Luego de la guerra, todo había vuelto a la normalidad. Fue, relativamente, fácil, borrar, del mapa, la existencia de América. En su lugar, ahora solo había un territorio altamente contaminado, pero, por lo menos, sin la presencia de aquel molesto rubio.
—Hey, Ivan— lo llamo, captando su atención—. ¿Sabes algo? Hace algunos meses sueño con alguien—
—¿Con alguien, girasol? ¿Quién es?— pregunto, pensando que sería otra de las ensoñaciones de su pequeña.
—No lo sé. Es un hombre rubio, de cabello corto, con lentes y una chaqueta de aviador. Siempre me sonríe y mueve sus labios, como si me estuviera hablando, pero jamás logro escucha rlo que dice— relato la chica, sintiéndose algo tonta. El país retuvo un bufido. ¿Es que acaso Alfred había regresado, de alguna forma, del mas allá para atormentar a su pequeña? .
—No debes preocuparte por eso, pequeña. Apuesto que es alguien sin importancia— susurro, al mismo tiempo que ella se movía hasta quedar encima de su pecho.
Valía toda la pena el sacrificio por estar unos segundos con ella.
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Imaginas {Hetalia}
Fanfiction"Los amantes odiaban el Sol, era señal que debían separarse" "Su relación era como el cigarrillo, adictiva y efímera" "No deberían verse, eran terriblemente distintos, pero, con una sola sonrisa que le brindara, el dejaría todo atrás" Date un moment...