2P! Japon

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Imagina jugar a Pocky Game con Kuro

(T/N) trago fuertemente, al mismo tiempo que se secaba el sudor de sus manos en la falda. Sentía su corazón latir con extrema velocidad y sus muslos temblar. En resumen, era un manojo de nervios. ¿Y porque? Porque a sus compañeras se les había ocurrido la grandiosa idea de jugar al Pocky Game, entre toda la clase, tratando, así, de pasar la hora libre que tenían. Al principio había sido divertido. Risas por aquí, besos por allá, confiésate, confiésate. Incluso habían grabado todo, pero, de repente, llego su turno y, sabia, exactamente, con quien le tocaría.

—¡Kuro, es tu turno!— exclamo Lutz, en torno burlón, al mismo tiempo que observaba al silencioso japonés. Aquellas dos personas eran las únicas que quedaron sin besarse y, estaba segura, el resto de la clase lo había hecho a propósito. Rápidamente, las chicas comenzaron a susurrar entre todas, mientras los muchachos, algunos, miraban a la pobre muchacha que ahora trataba de no caer en el pánico. Todos sabían que (T/N) era demasiado tímida y Kuro inspiraba demasiado temor con su presencia. Al ver que el chico no se levantaba de su asiento, ni dejaba de leer el libro, se pregunto si eso lentes le hacían verse muy fea, pero, por otra parte, soltó un suspiro de alivio.

—¡Vamos, (T/N), tu puedes!— exclamo su amiga, dándole uno de aquellos dulces, para luego empujarla hacia adelante, dando unos cuantos pasos en dirección de aquel chico.

—N-no, e-está bien si él no quiere— susurro la chica, algo avergonzada. Tratando de salir de aquella incomodidad, coloco la punta de chocolate, mordiéndola levemente, al mismo tiempo que observaba el suelo. Las miradas de sus compañeros la estaban quemando. No sabía que se sentía tan mal se rechazada por el silencioso compañero. Un sonido de silla arrastrándose por el suelo, hizo que levantara su cabeza. Kuro se había incoporado y ahora caminaba en su dirección, con rapidez. Por un momento, pensó que le golpearía, sus ojos rojos no ayudaban para nada, por interrumpir su lectura y, sin más se encogió de hombros, haciéndose más pequeña de lo que ya era.

Pero no, no recibió ningún tipo de dolor. Al contrario de lo que pensaba, el pocky fue retirado con rapidez, pero con suavidad, de sus labios. De inmediato, observo a aquel depredador acercársele más de lo permitido y, momentos después, sintió sus labios sobre los propios. No fue un contacto para nada discreto ni vergonzoso, tampoco interrumpido con una risa, como los demás, fue un beso solido, apasionante y con un efecto similar a algún tipo de droga, puesto que dejo a la chica algo ida. Cuando Kuro se separo, coloco el dulce en su propia boca y, mascasticandolo, comenzó a caminar hacia la salida.

—Honestamente, que mujer tan sosa— le dijo, volteándola a ver, por última vez. 

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora