Romano

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Imagina una relación con Lovino

El humo del cigarrillo, nacía del fuego, se elevaba hasta el techo, y moría abruptamente con la corriente de aire frio que entraba por la ventana. Así era su relación: pasional y brusca, pero, sobre todo, adictiva; igual que el cigarro.

Primero se insultaban repetidas veces en las reuniones, mientras los demás países miraban sin querer interrumpirlos, puesto que sabía que ninguno de los dos les haría caso. Al finalizar la reunión, (T/N) esperaba un poco en los baños y luego recorría los pasillos, para, mas tarde, ser interceptada por el italiano, quien asaltaba sus labios con fiereza. Seguidamente terminaban en algún hotel.

Eran las únicas veces que no discutían y podían sobrellevar la presencia del otro. A pesar que ambos habían querido dejar aquella extraña y poco sana relación, al final seguían incidiendo, buscando su droga y calmante en el cuerpo del otro.

~*~

—¿Ese no es Romano? ¡O cielos, va con una supermodelo!— exclamo una de sus amigas, haciendo que girara su cabeza en dirección a donde apuntaban. (T/N) sintió que el aliento se le atoraba en la garganta. Definitivamente era él. Ese traje, azul, impecable, junto con una gabardina negra y unos anteojos de sol, le hacían parecer un famoso y, claro, su espectacular compañera, solo acentuaban esa imagen.

Observo como él le abría la puerta de la limusina a la mujer y, unos segundos más tarde, elevaba su mirada. Desde la otra acera, ambos conectaron miradas por escasos momentos. Los ojos verdes hicieron estragos en su cuerpo y ella se vio obligada a fingir una sonrisa de lo que decía su amiga, como si aquella visión no le afectara. Cuando volvió a ver, el vehículo cruzaba la calle a toda velocidad.

Trago fuertemente, quemándose, un poco, con el café. Dios, aquello dolía demasiado... Y nada tenía que ver con su bebida.

~*~

—¡(T/N), (T/N)!— exclamo Feliciano, llamando la atención de la chica. Ese día, Alemania no había asistido a la reunión mundial, ya se podía saber cómo estaría todo—. ¿Es cierto que sales con Alfredo, ahora?— pregunto, al mismo tiempo que se sentaba al lado de ella. Fue ese momento en el cual Romano elevo su mirada del celular hasta concentrarla en la muchacha, quien sentía que se iba a morir allí mismo.

—S-si... Estamos saliendo hace, ya, algunas semanas. El es muy divertido y muy inteligente— comento, encogiéndose de hombros, al mismo tiempo que sonreía.

—Sí, te ves mejor que hace dos meses, así que supongo que es buena compañía...— menciono Feliciano y siguió hablando, pero ella ya no podía escucharlo. Hacía dos meses que no probaba su droga y había estado reemplazándola por otra. Obviamente se iba a ver un poco mejor.

~*~

(T/N) soltó un quejido al ser estampada, violentamente, contra la pared. Se sobo la parte afectada de su cabeza y elevo su mirada, algo enfadada. Frente a ella, un Lovino, claramente, ofuscado, le devolvía el gesto con altanería. Por un momento pensó en gritarle, pero eso es lo que haría siempre. Esta vez, soltó un suspiro y sonrió.

—¿Qué sucede?— pregunto, en un susurro. El latino soltó un bufido y se aproximo mas a ella.

—No te atrevas a hablarme así luego de que hace cuatro meses no lo haces— le gruño y a la chica le pareció la voz más sensual del mundo.

—Tu tampoco me hablas desde hace cuatro mes...—

—Estuve ocupado— la interrumpió, mientras desviaba su mirada.

—Ah, que coincidencia, parece que yo también— comento, encogiéndose de hombros. Se quedaron así, unos momentos, en silencio, algo raro en ellos, pero disfrutaron cada momento. (T/N) estaba por deslizarse para tomar sus cosas y salir de la sala de reunión, cuando su mentón fue levantado y los labios ajenos se estamparon contra los suyos. Una corriente eléctrica paso por su cuerpo, haciéndola temblar. Realmente él sabía cómo hacerlo. Con todo el esfuerzo del mundo, se separo, dejando algo pasmado al país, quien no se lo esperaba. Ella se acomodo la camia y carraspeo levemente.

—Lo siento, pero ya no pienso seguir con esto— menciono, adoptando un tono formal—. Por favor no se vuelva a acercar a mí, desintoxíquese como lo hice yo— tomo sus cosas y se dirigió a la puerta, sintiéndose plena—. Espero pueda recuperarse de su adicción— y, diciendo aquello, salió de la habitación. Lovino trago fuertemente, notando como el aire le faltaba, logrando que se desajustara la corbata. Ahora entendía sus palabras. 

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora