Aliados

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Imagina los Aliados viviendo con una latina

Unas vacaciones no iban a caer nada mal, sobretodo, después de trabajar tan duro para recomponer su economía. ¿Y qué mejor que pasarla con (T/N)? Después de todo, ella había sido de gran ayuda aportando provisiones.

Lo que jamás pensaron era que aprenderían las reglas esenciales para vivir en una casa latina.


1°- Nunca preguntar sobre los alimentos.

América entro a la cocina, para luego inspirar fuertemente. Le encantaba el delicioso aroma que allí había. Rápidamente levanto la tapa e una de las ollas y se resistió a babear dentro.

—¿Qué vamos a comer?— pregunto, volviéndose a la chica, que se encontraba leyendo. Ella paso la pagina, sin pegar sus ojos de su lectura.

—Comida, Fredo— fue lo único que le contesto. Francisco, el hermanito pequeño, negó con su cabeza ante el gesto de duda del rubio. Obviamente, no debía preguntar más.


2°- Se respeta la limpieza.

—¡Inglaterra!— grito la chica, haciéndolos a todos temblar. El aludido elevo su cabeza, mientras dejaba la taza a un lado.

—¿Si, Little?—

—¿Tu eres quien dejaste las tazas para lavar?— pregunto, cruzándose de brazos. El rubio comenzó a sudar frio.

—B-bueno... Tal vez...—

—¡Claro, porque, después, María, limpia! Quiero ver todo eso lavado en diez minutos— y, diciendo esto, se marcho. Francisco, paso a su lado, negando con su cabeza. Al parecer, no debía rezongar.


3°-Las latas de galletas no son lo que parecen

China había encontrado, en una de las alacenas, una lata color azul, donde habían variados motivos de dulces y, en esos momentos, estaba tratando de abrirla. Debía decir, que estaba costando un montón. Cundo, por fin, la tapa cedió, se relamió los labios, pensando en comer aquellas delicias. Quito, rápidamente, lo que la cubría, para luego levarse una gran decepción. Allí adentro, solo habían hilos, agujas, algún que otro elástico y un pedazo de tela.

—¡Cuanta crueldad, aru!— exclamo. Francisco, paso a su lado, negando con su cabeza. Nada era lo que parecía en esa casa.


4°- Las comidas se respetan

—¡Ya me voy!— exclamo Francia, mientras observaba la sala, donde se encontraban los demás. Estaba a punto de salir, cuando sintió un pequeño tirón en su oreja, el cual hizo que se agachara, mientras se quejaba.

—¿A dónde crees que vas, Francis?— le pregunto la chica, observándole. El pobre galo, comenzó a sudar.

—Estaba por encontrarme con una dulce señorita que conocí el día de ayer— comento. (T/N) negó con su cabeza y comenzó a arrastrarlo hacia la cocina.

—No, no, no. Aquí se come en familia, querido mío, nada de salir por ahí—menciono, dejando al rubio en aquel cuarto.

—¡P-pero...!— intento hablar.

—¡Dije que no, carajo!— le grito, mientras salía hacia el comedor. Francisco pasó a su lado y, negando con su cabeza, le coloco en sus manos, el cuchillo para que terminara de hacer la cena.


5°- Nunca salgas sin paraguas si a ella le duele la rodilla

Rusia estornudo, con cuidado para no escupir el termómetro, para luego arroparse un poco más. Era un gran bulto tembloroso, que trataba de arreglarse para no sufrir el frio. (T/N) soltó un suspiro y tomo el objeto de la boca ajena. Marcaba 39°. Chasqueo su lengua y revolvió el caldo de pollo, y al cual Ivan le tenía terror.

—Te dije que iba a llover, carajo. Las gripes de verano son lo peor, ahora te aguantas— menciono, mientras elevaba una cuchara con aquel contenido. El hombre comenzó a mover, rápidamente, su cabeza, deseando ocultarse entre las mantas.

—¡N-no!—

—Calla y come— ese gruñido basto para que el lo hiciera. Francisco negó con su cabeza, luego de bajar las nauseas de su garganta. El también había probado la sopa de pollo de su hermana.


Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora