Sex Headcanon: Australia

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A Jack* le gusta el sexo oral

(*Supuesto nombre para este personaje)

—Hey, ¿has escuchado del beso australiano?—, la voz de Australia, hizo que levantara su vista de los papeles y arqueara una ceja. (T/N) no estaba de humor para bromas. Con el pelo recogido lo más alto que podía, la máscara de pestañas algo corrida y el vestido ligero, sabía que no volvería a pisar esas calurosas tierras, a menos que fuera invierno y el termómetro marcara unos diez grados. Había venido por algunos negocios que tenia con aquel país y trataba de tocar el tema desde hacia hora y media, pero el parecía mucho más interesado en verla y aquello le ponía nerviosa. Como Inglaterra supiera que estaba viendo de esa manera a una de sus medias hermanas, lo iba a matar.

—¿El qué?— pregunto, pensando que había escuchado mal. Cuando Jack sonrió, supo que no auguraba nada bueno.


Una nueva lamida en su clítoris, la hizo estremecer y tuvo que morderse los labios para un gimotear, como hasta hacia pocos minutos. No sabía como putas se habia dejado convencer por aquel tipo, pero ahora se encontraba recostada sobre el sofá, con la falda amontonada en su cintura, sin bragas y con la cabeza de Jack, metida entre sus piernas. ¿Cuándo pensó que aquello era una buena idea? Hacía mucho más calor y un leve dolor en la espalda comenzaba a punz...

—¡J-Jack!- gimió con fuerza, mientras notaba unas leves cosquillas en su bajo vientre.


El hombre sonrió, mientras se relamía los labios, para luego morder y lamer la carne de uno de los muslos, haciéndole un marcado chupón. Hacer aquello le encantaba y se le daba muy bien... ¡Era como lamer un dulce! Pero, claro, mucho más satisfactorio para ambos. Abrió su boca y atrapo la zona del clítoris ajeno. Presiono fuertemente su lengua contra aquel botoncito, sintiendo como la chica vibraba. Lentamente, relajo su musculo bucal y comenzó a hacer pequeños círculos. La sentía tensarse y respirar con agitación, estaba a punto del clímax, estaba seguro.

Los gemidos de (T/N) comenzaron a ser más agudos, mientras arañaba la tela del sofá. Un poco mas, solo quedaba un po...

Antes de que pudiera darse cuenta, el se había detenido. La mujer jadeo con fuerza, sintiendo las lagrimas en sus ojos y aquella tortuosa sensación, irse. Trago fuertemente, deseando quitarse aquel mal sabor de la boca.


—Maldito idiota— balbuceo, jadeando. Australia le sonrió, mientras se incorporaba, quedando arrodillado frente a ella. (T/N) podía sentir la erección ajena, apoyarse, descaradamente, sobre su vulva.

—El beso australiano no contempla los orgasmos, babe- comento, arqueando una de sus tupidas cejas. (T/N) soltó un suspiro, para luego arquear las comisuras de sus labios.

—Muy bien, supongo que debo enseñarte mi propio beso. Bájate los pantalones. 

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora