Suecia

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Imagina ser la “esposa”, de Berwald

(T/N) se escondió, un poco más, si eso era posible, detrás de México del Norte, quien no dejaba de discutir, junto con su hermana, con Alfred. El chico podía sentir la penetrante mirada de Suecia, taladrar su frente. Sabía que estaba enfadado, de hecho había un aura negra rodeándolo, haciendo que ninguno de los demás países quisiera acercársele, y no era para menos: llevaban dos meses sin verse ni hablarse. ¡Pero no era su culpa! Su jefe le había impuesto toneladas y toneladas de trabajo, haciendo que no pudiera más que llamarlo una vez cada semana.

Trago fuertemente, al mismo tiempo que los países se comenzaban a dispersar, al parecer había terminado la reunión mundial y el ni cuenta se había dado. Rápidamente guardo sus cosas, pensando en pegarse a la espalda de Pedro, cual garrapata, pero antes de que pudiera hacer algo más, una imponente figura lo acorralo. Ahogo un jadeo, reconociendo ese abrigo azul y, lentamente, le observo.

—Ah… Suecia…— balbuceo, sintiendo la sangre huir de su rostro. No estaba acostumbrado a tenerle miedo. Usualmente los demás países eran los que se ocultaban detrás de el para pasar, en vano, desapercibidos por la estructuradora mirada del rubio. El nórdico escaneo a su pareja, haciendo que el chico temblara de arriba abajo. Al parecer, el latino se encontraba bien, a excepción de unas ojeras debajo de sus preciosos ojos. Soltó un suave suspiro.

—Esta'bien— afirmo. Rápidamente (T/N), asintió con su cabeza.

—¡S-si!— exclamo. Observo como el mayor colocaba su bufanda y, finalmente se giraba a verlo. Sus manos sudaban de los nervios que tenía. Se relamió los labios y dio unos pequeños pasos en la dirección de su pareja, hasta chocar contra su pecho. Suecia se quedó quieto, notando como el menor enredaba sus brazos en su cuerpo, en un abrazo—. L-lo siento— susurro, para luego observarle—. Te extrañe demasiado…— balbuceo. Berwald no dijo nada y solo se limitó a acariciar el cabello ajeno. (T/N) sabía que su pareja estaba avergonzada, a pesar de que no lo demostrara.

~*~

El chico estaba realmente nervioso. Se encontraba frente al despacho de su pareja, inseguro en lo que iba a hacer. Una parte de el le gritaba que era un estupidez, pero otra parte le alentaba a que siguiera con el plan. ¡Se iba a volver loco! Inspiro fuertemente y se acomodo los cabellos. Se dio animos y toco, levemente, al madera. Al escuchar el permiso para entrar, se mordisqueo el labial inferior. Ya estaba en el juego, debía seguir jugando. Abrio la puerta, observando el amplio despacho del sueco. Le gustaba estar allí. Olia a libros y a limón.

Su mirada se poso en la figura del contrario, quein no había levantado su mirada de unos papeles.

—Susu— le llamo, mientras que dabia varios pasos hasta el escritorio, donde el se encontraba. El nombrado elevo su mirada, quedando congelado al instante. (T/N) estaba usando una de sus camisas, la cual le quedaba en extremo grande. Al ver la reacción de Suecia, el chico se dio aires de grandeza y rodeo y mueble, para luego sentarse sobre las piernas del rubio. Con cuidado, desato la corbata ajena y la tiro al suelo, para luego comenzar a depositar variados besos sobre el mentón del contrario. El otro, mas temprano que tarde, paso sus manos por las piernas del chico, hasta que llego al borde de la ropa interior, aunque, la verdad, se sentía diferente al tacto. Rapidamente le subio la camisa, escuchando un pequeño gritito de (T/N), Lo que vio, produjo que una doliente erección se formara en sus pantalones.

Su pequeño llevaba bragas de encaje, color azul oscuro. Esta prenda se ajustaba demasiado bien a sus caderas, como si hubiera sido hecha para el.

—Susu... espero te guste... — se vio interrumpido por un brusco movimiento. Su cuerpo se vio apretado contra el escritorio. Sonrió al ver los ojos de su pareja y beso, brevemente, sus labios, para luego quitarle los anteojos—. Esta bien... Soy todo para ti... — susurro, antes de fundirse en un intenso beso.

~*~

(T/N) arqueo su espalda, sintiendo que el placer y el dolor se mezclaban de manera adictiva. Su cuerpo se tensiono y, momentos después, temblaba con violencia. Llevo una de sus manos hasta su pene, sintiendo el liquido pre-seminal, salir del glande. Soltó fuertes gemidos, mientras que, con su otra mano, arañaba la piel ajena.

Odiaba los orgasmos secos que le regalaba Berwald. Los odiaba porque sabía que no podía vivir sin ellos y que, sólo el, podía provocarlos en su cuerpo. Para el, esos dos meses lejos de su pareja, también habían sido terribles.

Suecia admiraba, tratando de recuperar el aliento, como el chico se deshacía debajo de el. De cierta forma verlo teniendo un clímax sin eyacular, le afirmaba la teoría de que debía ser su esposa. Soltó un fuerte suspiro, notando las paredes del contrario, apretarse sobre su pene.

(T/N), soltó un fuerte suspiro, para luego dar pequeños sollozos. Su cuerpo daba pequeños espasmos, mientras que las lágrimas de placer bajaban por sus ojos. Estaba cansado.

—Un desca...— fue lo que alcanzó a decir, cuando una nueva  estocada hizo que se interrumpiera por su propio grito.

—No—

—¡Susu! ¡No puedo más!— exclamo. Ya había tenido cuatro orgasmos secos y dudaba que su cuerpo pudiera soportar un poco más.

—Fuer'n dos meses... Mucho tiemp' sin ti— le susurro, haciéndolo temblar. Trago fuertemente. Bien, tal vez pudiera seguir vivo a la mañana siguiente.

~*~

—¿Y mamá?— pregunto Sealand, después de tomar su desayuno. Suecia hizo un gesto de silencio, para luego señalar la escaleras.

—Está durmiend'— menciono— Pron'o subiremos— y, diciendo esto, se alejó a seguir con el papeleo.

~*~

—¡Ah! Nunca más...— susurraba el chico, sintiendo como si una manada de elefantes hubiera pasado encima de su cuerpo. Tenía mordidas por todas partes, al igual que chupones, que amenazaban con ponerse rojos y, no hablar de su cadera que dolía demasiado. No se había sentido así, desde que un terremoto había azotado su tierra. Definitivamente no se alejaría, de nuevo, de Berwald.

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora