Sex Headcanon: Japon

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Kiku tiene hipoxifilia*

(*Asfixia erotica)

—(T/N)- chan, me gustaría hablar con usted, de ser posible— la tranquila voz de Japón, llamo la atención de la chica, quien volteo a verlo. Alfred, unos asientos mas lejos, observo la escena de reojo. La mujer se levanto de la silla, tomo sus cosas rápidamente, tratando de no olvidarse nada y volteo a verlo, con un gesto frio, algo muy extraño en ella.

—Si desea tratar el tema de las inversiones, haré que mi hombre de confianza, lo llame. En cuanto a mi, me retiro— dijo, de manera seca. Con rapidez, giro sobre sus talones y emprendió una salida de la sala de conferencia. América, entonces, la tomo de los hombros, sonriéndole afablemente y exclamando algunas cosas, al mismo tiempo que dejaban la gran habitación.

—Que niña tan maleducada— gruño Inglaterra, llegando al lado de su amigo, luego de ver esa escena. Era extraño, (T/N) no se comportaba e esa manera, con nadie mas, pero con Honda, siempre era diferente.

El hombre asiático elevo las comisuras de sus labios, en su tranquila sonrisa, sin dejar de ver el lugar por donde ella había desaparecido.

—Tiene su encanto.


La cabeza de la mujer, choco contra la pared, haciendo que soltara un quejido de dolor. Tuvo que cerrar sus ojos, puesto que su visión se volvió borrosa y unos puntos blancos, adornaron las imágenes. Una sensación de calor envolvió su cuello y, segundos más tarde, una gran presión se hizo presente. Rápidamente abrió sus ojos, alarmada. Una nueva estocada, hizo que su cuerpo temblara con violencia.

Japón no pudo evitar sentirse un poco culpable. Ella era una niña en comparación a el y, era claro que no lograba defenderse, al menos no ahora.

—(T/N)- chan, volveré a preguntarlo— la voz tan aterciopelada, le puso los pelos de puntas a la chica—. ¿Dónde será el próximo ataque?

—Muérase— le escupió aquellas palabras con odio, mientras enfocaba su atención en el. Jamás había pensando que alguien tan silencioso y formal, pudiera realizar aquellos actos. Lo había conocido en los primeros años de su independencia y siempre le había parecido admirable su compostura, pero ahora, luego de brindar ayuda a los Aliados, todo se había transformado.

Kiku arqueo sus cejas y apretó el agarre con su mano derecha. La otra, la uso para atrapar el muslo ajeno, elevándola. La sola imagen de la muchacha, tratando de respirar y arañando su mano, le encantaba. Soltó un jadeo y volvió a empujar su cadera, con dureza, siempre atento a la expresión de la contraria. (T/N) jadeo con fuerza, notando las lágrimas que se juntaban en sus ojos. No sabía de que eran, si de impotencia, de placer o de rabia, pero estaban allí, molestándola y humillándola un poco más.

Sus uñas se clavaba con fuerza en la carne de la extremidad ajena, sintiendo como el aire comenzaba a escasear. Su pecho parecía a punto de explotar, su pulso se había disparado y su vientre se contraía, mientras lo recibía una y otra vez. Aquello era demasiado.

—Ah, debo decir que se ve de lo más hermosa de esta manera— susurro Kiku, sobre el oído de la contraria. Gimió roncamente cuando se hundió en la carne de la contraria, notando como ella se tensaba y el, involuntariamente -¿o no?-, cerro un poco mas sus dedos sobre el cuello de ella. Fue suficiente para que (T/N) arqueara su espalda, mientras su ser se apretaba alrededor del hombre. Tembló con violencia y, lo último que pudo ver fueron los ojos, vacíos, de Japón.

El orgasmo de la chica, llevo a su propio clímax al asiático, al mismo tiempo que la tomaba entre sus brazos, cargando, por completo, el peso de la chica. Se derramo sin culpa alguna en el cuerpo de la menor y, jadeando, tuvo que apoyar su frente en la pared, apretándola a ella, entre su cuerpo y el muro. Siempre le habían gustado esas cosas y ella parecía perfecta para eso. Luego de unos segundos, volteo a verla, viendo como, lentamente, recuperaba su color y el cuello comenzaba a presentar bonitas manchas rojas, gracias a la presión de sus dedos.

Lástima que solo seria hasta que lograra quitarle información.


—Siempre lo tuvo— menciono de nuevo, mientras cerraba, en un puño, su mano derecha y volvía a sonreír. 

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora