Sex Headcanon: Prusia

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A Gilbert le gustan las mujeres rellenas

(T/N) apoyo sus manos sobre el pecho de su no novio, Prusia, y trato de moverse con cuidado. No le gustaba aquella posición, pero tampoco quería interrumpir el momento de placer que el albino estaba disfrutando. Se mordió el labio inferior y siguió moviendo su cadera, de arriba hacia abajo.

No quería que sus nalgas chocaran contra la pelvis ajena, puesto que el sonido, para ella, era desagradable; al igual que la visión que estaría dando al hombre que tenia debajo. Trago fuertemente y soltó pequeños jadeos. Le dolían las piernas de tanto soportar su peso. Estaba a punto de decirle que se detuvieran, dándole cualquier excusa tonta, pero, de repente, las manos del país, la tomaron por la cintura y la obligaron a sentarse, completamente, sobre él, haciendo que la fuerte estocada, le arrancara un potente gemido.

—N-no, espera, te aplastare...—balbuceo, sin pensarlo la chica. De inmediato, se quiso cortar la lengua y, temerosa, volteo a ver a su no pareja. Gilbert se encontraba, bastante sorprendido por aquella frase.

—¿Qué has dicho?— pregunto, aun, sin poder creérselo. La chica se sintió morir en ese momento.

—Q-que no lo hagas así... T-te aplastare con mi peso—susurro, colocando sus manos sobre su rostro. ¡Mierda ella, mierda su peso y mierda absolutamente todo! Por un momento, la habitación se silencio, solo se podían oír sus respiraciones. (T/N) ya estaba a punto de largarse a llorar por haber cometido el peor error de su vida, cuando sintió como él se sentaba en la cama—... Espera, no hagas eso, peso dem...— automáticamente, volvió a hablar de aquello, pero antes de que pudiera terminar la frase, le fue robado un caluroso beso por parte del prusiano.

—No digas esas cosas. Eres hermosa tal como eres, ¿has entendido?— la voz baja del hombre, le erizaba la piel. Si querer verlo, apoyo su mentón sobre el hombro más cercano de el—. Tanto así que... A veces me da rabia que otros puedan verte— murmuro, algo avergonzado de estar abriendo sus sentimientos de aquella manera.

(T/N) no pudo evitar sentir como su corazón palpitaba a mil ante aquellas palabras. Si él seguía, estaba segura, de que iba a terminar completamente enamorada de él, más de lo que ya estaba, claro.

—¡Además tienes el trasero más grande y suave que he visto y tocado en mi vida! ¡Es el paraíso! ¡Y esas tetas...!

Muy bien, tal vez no.


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