Islandia

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Imagina ser el "muñeco", de Emil

Islandia solía aparentar que era maduro. El odiaba cuando Dinamarca se comportaba de manera tan infantil y poco respetuosa. Odiaba cuando se le acercaban demasiado, odiaba esas muestras de cariño que debía dar, de obligado, a Noruega. No le gustaba, no le gustaba y no le gustaba. El quería ser tratado como una persona mayor, a pesar de seguir teniendo sus propios juguetes y cuidarlos como oro.

El más preciado de todos, era (T/N), su "hermoso muñeco". No era el gigantesco oso que, alguna vez, le había regalado Tino, no. Tampoco era aquel costoso aparato electrónico que le había traído Suecia de no sé dónde. No, no y no. Era, solamente, (T/N).

Con suavidad, acaricio los cabellos del chico, mientras este cerraba sus ojos. Esas hebras parecían la más fina seda y, estaba segura, ni siquiera aquella tela se comparaba con la suavidad de los mechones ajenos. Bajo su mano y delineo los rellenos pómulos que el chico tenia, para luego pasar a sus labios. Toda aquella adoración, se hacía en pleno silencio. Ni el más mínimo sonido debía interrumpirle. El "muñeco", se deleitaba con aquellos toques, tan suaves y bonitos. De cierta forma, con Emil, se sentía como si fuera un muñeco de porcelana.

—¿Con quién mas estuviste?— el tono serio del chico, hizo que (T/N) tragara fuertemente. El no solía usar ese tono en su presencia. Dejo salir un jadeo cuando noto como el contrario tenia apartado el cuello de su camisa, dejando ver parte de la piel de su cuello, donde había una pequeña marca morada. Rápidamente quiso cubrirse, pero sus intentos fueron frustrados por Islandia, quien lo sostenía fuertemente de las muñecas.

—Y-yo... F-fue una broma de Seborga— balbuceo, notando como los agarres de sus muñecas se apretaban. Soltó un pequeño quejido, mentiras el miedo invadía su ser—. ¡D-duele!—

—No quiero que estés con el... ¡No quiero que estés con nadie más!— le grito, haciéndolo temblar.

—¡P-pero no quiero quedarme aquí! ¡No quiero quedarme en el cuarto de los juguetes! ¡No quiero tener que esperar...!— antes de que pudiera terminar su frase, soltó un grito al sentir los dientes del contrario clavarse encima de la marca. Casi podía estar seguro que, de allí, brotaba sangre. Pequeñas lágrimas se deslizaban por sus mejillas, al mismo tiempo que era elevado, cual princesa, por su agresor.

—Tienes prohibido abandonar el salón de juegos, muñeco. ¿Está claro?— le susurro, peligrosamente, cerca de su oído. (T/N) no contesto y se dejo caer en la cama que había en aquella inmensa habitación—. Aquí tienes todo lo que necesitas: agua, comida y mi presencia. Sobre todo mi presencia— a media de decía aquello, comenzaba a quitarle la ropa al chico, quien se dejaba, solo mirando el ventanal. Emil lo beso con rapidez, adueñándose de sus labios, para luego morder el labial inferior—. No vuelvas a querer dejarme, nunca más en tu vida, (T/N)...

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora