AU! Prusia

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Imagina ser acosada por el demonio Gilbert

(T/N) se peino su cabello, desenredándolo, mientras soltaba un bostezo. Eran las cinco de la mañana y debía de comenzar sus tareas si no quería que la Madre Superiora se enojara. Trenzo su cabello y se coloco la toca, cubriendo su cabeza. Estaba a punto de salir, cuando, de repente, sintió un tirón en el borde de su túnica. Chasqueo su lengua y se soltó de la fuerza invisible.

—Gilbert, hoy no, tengo cosas que hacer— fue lo único que dijo, para luego salir al pasillo. El día comenzaba con la limpieza del edificio y luego una misa de media mañana. El demonio no dejo de molestarla, tirando los cubos de agua haciendo desaparecer las escobas. Cuando pensó que el se había calmado, arrojo un costal de harina con la cual se preparaban los alimentos e hizo caer a varias monjas octogenarias. Eso fue lo que le colmo la paciencia. El, usualmente, era muy bromista, pero sabía que, si seguía, podía matar a alguien. Con una pequeña excusa, se dirigió a su habitación. Nada más cerrar la puerta, sintió una rápida ráfaga que se dirigió al centro del cuarto.

Allí, apareció un hombre de cabellos blancos, ojos rojos, con cuernos negros, parecidos a los de un carnero y una estremecedora cola que se movía a gusto del demonio.

—¡Deja de hacer esas cosas!— exclamo la chica, sin siquiera inmutarse a la desnudez del torso del ser demoniaco. Ya lo había visto demasiadas veces como para que quedara algún rastro de vergüenza.

—¡Tu deja de ignorar mi grandiosa presencia, entonces! ¡Eres la única humana que tiene el placer de verme!— le hablo en el mismo tono, mientras se acercaba a ella, peligrosamente.

—¡Te estás comportando muy caprichosos, Gilbert! Tengo cosas que hacer, no puedo estar contigo ahora— dijo, tratando de calmarse. El ser simplemente le dio la espalda, al mismo tiempo que se cruzaba de brazos. Ella soltó un suspiro y negó con su cabeza. Definitivamente se estaba comportando de manera caprichosa. El solo lo hacía cuando quería algún dulce.

—No me gusta— le hablo.

—¿Quien?—

—El nuevo párroco de la Iglesia— menciono, volteando hacia ella. (T/N) arqueo una ceja.

—¿Estas celoso?— pregunto, sin poder creérselo. Gilbert sintió como sus pálidas mejillas se sonrojaban. No había experimentado esa sensación desde hacía siglos.

—¡Ese no es el punto! ¡Simplemente no me gusta cómo te mira! ¡Parece que quisiera devorarte con la mirada!— exclamo. La chica soltó un suspiro y se acerco a él. Elevo sus manos y le revolvió el cabello, para luego acariciar aquellos cuernos que tanta curiosidad le daban.

—No te preocupes, yo entregue mi alma al Señor— murmuro.

—¿Y tu cuerpo?— pregunto, en un susurro.

—También— y, diciendo esto, beso ambas mejillas de su amigo y le sonrió. El, a regañadientes, le devolvió el gesto—. Ahora debo irme, no hagas mas travesuras— menciono, para luego alejarse hacia la puerta.

—¡(T/N)!— le llamo, haciendo que ella se volteara—. Algún día te robare y espero que no te resistas— menciono, sonriendo.

—Lo espero con ansias. Apresúrate—


Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora