Inglaterra

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Imagina ser una noble y tener que presentar, ante la sociedad, el pirata que te enamoro.

(T/N) no podía estar más nerviosa. Le sudaban las manos y trataba de relajarse, amuñando el pomposo vestido que traía. Dentro del lujoso salón, se podía notar un pesado ambiente, lleno de incertidumbre y tensión. Esa noche, la mayor de las hijas del Duque, presentaría a quien sería su prometido en un futuro.
Las personas no dejaban de hablar entre ellos, en susurros. Nadie había visto, jamás al hombre en cuestión, de hecho todos habían pensado que la mujer se quedaría para "Vestir Santos", y gal vez era eso lo que los reunia allí.

—Entonces, hija, ¿cuándo se supone que llegará...? ¿Cómo dijiste que se llamaba? ¡Ah, ya lo recuerdo! Arthur— la voz de su padre la sacó de su trance. Sus mejillas de tiñeron  de rosa. Era obvio que preguntará, el llevaba dos horas de retraso.

—¡En un momento, estoy Segura!— exclamó, tratando de calmar su nerviosismo.

—O tal vez el se arrepintió de desposar a alguien tan vieja— argumento una de sus hermanas, haciendo  que las demás se rieran detrás de sus abanicos. La chica no pudo evitar sentirse mal, ¿y si era así? Soltó un suspiro, a punto de cancelar la reunión y pasar la mayor humillación de su vida, cuando, de repente, las puertas del lugar se abrieron abruptamente. Ante las atonitas miradas de los nobles, un hombre rubio, de ropajes lujosos y exóticas joyas, atravesó el lugar, buscando, con la mirada, a su florecilla.

—¡Arthur! ¡Si viniste!— exclamó la chica, al mismo tiempo que corría a su encuentro. El hombre sonrió y la atrapó entre sus brazos, abrazandola, justo como el código de moralidad, negaba hacerlo.

—Claro que si, ¿cómo podría no hacerlo?— murmuro sobre su oido. Habían sido largos meses sin verla, pero, por fin hoy estaban juntos de nuevo.

—¿¡Pero que significa esto!?— exclamó el padre de la chica, totalmente furico. ¡Su hija estaba abrazando a un delincuente! (T/N) decidió apartarse de el y observar a su padre.

—Padre, el es Arthur, de quien te había hablado— mencióno, sonriendo al ver la ira en su progenitor.

—¡Me niego! ¡Guardias, guardias!— comenzó a gritar, al mismo tiempo  los demás nobles se agrupaba entre ellos, como si el pirata pudiera contagiarlos de alguna peste de mar. Arthur sonrió y tomo a la chica por la cintura, al mismo tiempo que chasqueaba los dedos.

—Lo supe desde un principio que no sería aceptado  aquí, no es como si me importará, tampoco— comento, mientras miraba con superioridad a las demás personas. Dos marinos entraron cargando un gran costal, el cual dejaron a los pies del rubio. Este empujó la bolsa, haciendo que el objeto se abra y dejará a la vida una gran cantidad de monedas—. Un pago demasiado menor por su bellisima hija, pero allí está. Su peso en oro y joyas, señor, justo lo que ustedes mas anhelan. Ahora, si me disculpan, mi barco ha de zarpar y (T/N) debe estar en el— diciendo esto, le sonrió, haciendo que la chica le devolviera el gesto. Sin más, se besaron ante la pudica mirada de los nobles, quienes ahogaron jadeos y palabras.

—¡Volveré cuando tus nietos nazcan! ¡Siempre odie las clases de piano! ¡Odie a nuestra madrastra! ¡Odio el rosa!— grito la muchacha, al mismo tiempo que era arrastrada, de la mano, por su pirata. El Duque atinó a ir en su búsqueda, pero Arthur, haciendo galanteria de su puntería, de un tiro, corto la cadena de la monumental araña de velas que colgaba del techo, la cual cayó estrepitosamente sobre el suelo, separando aquellos dos mundos.
Comenzaron a correr, entre risas y palabras miradas repletas de amor que ae dedicaban mutuamente.

El nombre de (T/N) fue borrado de cualquier documento y silenciado, años mas tarde, de las conversaciones de los nobles. Aun así, nadie pudo evitar la multitud de muchachas que se escaparon con hombres de mar.

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora