Vargas

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Imagina una relación padre e hijo

Con cada minuto que pasaba, Romano se arrepentía, cada vez más, de estar allí. Una cosa era el tolerable calor de Italia, pero, otra cosa, era el horrible calor de la isla tropical de (T/N). Luego de que la chica hubiera insistido en que, esta vez, deberían pasar unas vacaciones en su país, aunque, en realidad, solo había usado su mirada de fiera enfurecida, habían arribado al lugar hacia cinco días; Y, Lovino, sentía que se estaba derritiendo. No quería exagerar, pero su cerebro se iba a convertir en licuado y se le iba a salir, lentamente, por sus orejas.

Lo único que sabía bueno, de aquellas vacaciones, era ver a su esposa en traje de baño, justo como estaba ahora. La mujer se encontraba a uno metros de la sombrilla donde él, junto a su hijo, estaba, al parecer, charlando con una amiga. Clavo sus ojos sobre la silueta de la chica, sin pudor alguno, recordando que, cuando jóvenes, ella había sido un poco más delgada, pero, realmente, la prefería así.

—Deja de mirarle el culo a mi madre— la seria voz de su hijo, hizo que gruñera. Al principio había estado emocionado, como todo padre, al saber que iba a tener un niño, pero, cuando el chico comenzó a crecer y a acaparar a (T/N), aquel amor que debía de sentir, se mezclo con un poco de desprecio para el menor. Angelo no se quedaba atrás, siempre que podía molestaba a su padre y ponía en contra a su madre, solo para hacerlo rabiar.

—Es mi mujer— fue lo único que dijo. El menor, no aparto la vista de su libro.

—Sí, pero es realmente asqueroso— comento, pasando la página. Romano sintió como le temblaba le vena del cuello. El muchachito, con su indiferencia, lograba ponerle bastante mal.

—Escúchame, pedazo de mierdecilla, comienza a respetarme, sin mí no estarías aquí— le gruño sintiendo su palma picar. Quería darle unos buenos coscorrones, tal vez, así, se le pasaba esa obsesión enfermiza que tenia con su madre.

—Si vamos a discutir eso, debo decir que mama iba a abandonarte, pero cuando supo que yo venía, decido quedarse— Angelo poso sus inexpresivos ojos en su padre, quien, para ese momento, ya tenía el cuello rojo de ira, junto con sus orejas. Era tan fácil hacerle caer. Pero, antes de que pudiera celebrar su victoria, por el rabillo del ojo, pudo ver algo que no le gusto para nada. Su madre y su amiga, habían sido abordadas por dos hombres, quienes les coqueteaban descaradamente. El italiano, al ver que su hijo se desconcentraba, giro a ver en aquella dirección.

Por unos segundos, el aire alrededor de ellos, se volvió mucho más pesado y la tensión aumento a su punto culmine.

—Hay que matarlos— menciono Romano, como quien habla de comprar pan.

—Hay un muelle cerca de aquí.

—¿Al viejo estilo?

—Siempre me parecieron interesantes los zapatos de concreto.

—Muybien— el padre dio por terminada la conversación. Tal vez, al final, no se llevabantan mal. Las actividades padre e hijo, siempre eran satisfactorias para ambos. 

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora