Sex Headcanon: Turquia

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Sadiq puede acceder a cualquier cosa, si es que bailas*

(*Fragmento tomado de la Biblia, solo cambie los personajes)

El calor era infernal y el aroma de los inciensos se hacía, cada vez, más intenso, mareando a quien no estuviera acostumbrado, como era el caso de (T/N). Aun así, no se detenía y seguía moviéndose al ritmo de la música, notando como las gotas de sudor resbalaban por su piel. Soltó un suspiro y, de manera suave, deslizo el largo velo color rojo, haciendo que este cayera al brillante suelo, casi como si fuera algo etéreo. Antes de girar, poso su vista en el hombre sentado, a unos metros. Con el rostro completamente cubierto le era difícil saber si le estaba mirando o no, pero no se había movido desde que el espectáculo había comenzado. Suponía que lo estaba disfrutando.

El sonido de las cuentas de plata y piedras preciosas, que llevaba en su cuerpo, debajo de los velos, se mezclo con la música. La mujer inspiro suavemente, cuando dejo caer el velo azul, que se ubicaba en su cuello, casi de manera abrupta, gracias a un cambio en el ritmo de la música. Movió sus manos con delicadeza, notando como el ritmo volvía a ser lento, hasta casi abrumador. Deslizo sus caderas de lado a lado, con parsimonia, al mismo tiempo que desprendía el velo verde, de su fíbula. El paño cayó y ella tuvo que resistir el impulso de cubrir sus senos, ahora, expuestos.


Sadiq, entonces, soltó un suspiro. Aun no podía creer que alguien tan orgullosa como (T/N), estuviera haciendo aquello. Debía tener una petición realmente grande, como para no hacerlo ella misma. El no tenía ningún problema, mientras ella se moviera de esa manera, le daría lo que quisiera, hasta el mundo, tal vez. Tuvo que moverse levemente, para que la erección que, con una velocidad impresionante, se formaba en sus pantalones, no se viera.


En un movimiento sugerente, (T/N) se deshizo del paño amarillo, que cubría su vientre, dejando ver las múltiples cuentas que llevaba alrededor de la cintura. Todo aquello era muy pesado para alguien que estaba acostumbrada a vestir como campesina, pero, hasta ella, lo encontraba casi hipnótico. Podría soportarlo un poco más.

A ese punto, podia notar su piel caliente y el primitivo sentimiento de que estaba siendo observada fijamente; aunque no sabía si era por los músicos que tocaban o el Imperio. Soltó un bajo jadeo, notando una pequeña punzada en su entrepierna. Aquello era más de lo que esperaba de su propio cuerpo. Dejo que el paño blanquecino que cubría su cabeza, se deslizara por sus hombros, hasta llegar al suelo, mientras movía su cuerpo de manera serpenteante. En una pequeña vuelta, se deshizo del velo violeta que cubría la parte baja de su rostro. Notaba sus mejillas sonrojadas por el esfuerzo, pero su deseo la impulsaba a seguir más allá.


Imperio Otomano, se deleito, observando el rostro de la mujer, algo agitada por el esfuerzo, pero hermosa. Tan solo quedaba un paño y quería levantarse de sus almohadones y arrancárselo el mismo. Sabía que aquello era un arte y que debía disfrutar de aquel hermoso baile, pero las ansias podían más que el. Le picaban las manos enguantadas y le dolía la entrepierna.

Aun así, antes de que pudiera pensar en el algo más, el velo naranja cayó. (T/N), se mostraba ante él, completamente desnuda, con el cabello revuelto, la respiración agitada y los ojos brillantes; casi, como si estuviera en éxtasis. Quería besar esos labios entreabiertos acariciar cada centímetro de piel, explorando sus territorios. La música se detuvo y saco a Sadiq de sus fantasías. Primero lo primero, ella venia a hacer un trato.


—Magnifico— dijo, de manera simplista, al mismo tiempo que se incorporaba. Lentamente se acerco hasta ella. (T/N) estaba temblando ligeramente, no sabiendo si era por la desnudez o por el terrible calor de su cuerpo—. ¿Qué es lo que deseas? Pídelo y será tuyo— menciono el hombre, viéndola a través de la máscara. La mujer no se amedrento.

—Quiero su cabeza, en una bandeja de plata— contesto, clara y concisa. Sadiq, que ya se venía haciendo una idea, sonrió, aunque no se noto por la tela que llevaba en su rostro.

—No me esperaría menos de ti, (T/N)- diciendo esto, aparto un mechón de cabello ajeno, que cubría sus hombros. Elevo una de sus manos y quito su máscara, haciendo visible sus ojos, para luego inclinarse y tomar a la joven de las caderas—. Mis tropas marcharan, pero primero continuemos.

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora