Dinamarca

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Imagina...

La reunión mundial, para variar, era un desorden internacional. Nadie le estaba prestando atención a Alfred, quien seguía hablando y, ocasionalmente, se peleaba con Inglaterra. Todos se encontraban dispersados, tomándose un gran recreo, al menos, hasta que alguno de sus jefes entrara a ver porque el tremendo escándalo.

(T/N) bostezo, al mismo tiempo que colocaba sus piernas encima de las de su hermano y se acomodaba en la silla. El relato de uno de sus primos, sobre la vida de su pequeña dependencia, de no más de tres años, la estaba aburriendo. No quería verse mal educada, pero estaba cansado que el relatara siempre la misma historia de cómo se había encajado una pieza de LEGO en el talón.

—¡Es cierto! ¡Las hice indestructibles y dolorosas!— una conocida voz, los saco del, ya, repetido relato. La chica tiro su cabeza hacia atrás, dejándola recostada en el respaldo de la silla. Observo como Mathias, le sonreía, tanto así, que parecía que se le rompearian las mejillas. Rápidamente arqueo una de sus cejas.

—¿Dolorosas? ¿Estás seguro?— pregunto y pudo ver una pizca de duda en los ojos de Dinamarca, mas su sonrisa no menguo.

—¡Claro! ¡Todos lo dicen!— exclamo, seguro de sus palabras.

—Muy bien, entonces te reto a pisar una luz de navidad china— comento, ganándose un jadeo por parte de sus parientes. El rubio, observo los rostros de los demás allí presentes. De hecho, le daba un poco de miedo, ahora que había visto la reacción de los demás... ¡Pero no se rendiría! Una sonrisa, con un toque de determinación y orgullo, se extendió por su rostro.

—¿Y qué obtengo si gano?— pregunto.

—Si no te sangra el pie, te daré lo que tu tanto quieres, si lo hace, olvídate— menciono, (T/N), sonriendo. Dinamarca, sintió su corazón dar un vuelco... ¡Por fin!

—Es un trato—

~*~

Un potente grito se escucho desde el país de (T/N), hasta Noruega, el cual lo ignoro olímpicamente, aunque sabía muy bien de quien se trataba. El reto, finalmente, se había realizado y, ¿adivinen quien había perdido?

—¡Duele, duele, duele!— grito el chico, mientras sostenía su pierna en alto.

—Sabia que esto iba a pasar— susurro el hermano de la chica, quien se dirigió al baño en busco del botiquín de primeros auxilios. La mujer le observo, tragándose la risa. Dinamarca parecía un perro regañado con esos ojos llorosos. Se inclino y acaricio su cabello, llamando la atención del nórdico, quien le observo con un puchero en sus labios.

—¿Lo admites?— pregunto, con una sonrisa divertida llena de burla. El rubio se mordió el labio inferior, desviando su mirada.

—Ño— dijo, para luego soltar un bufido. Ella le tomo del mentón y estrello sus labios contra los de él, dejando pasmado al chico. De repente, el corazón de Mathias comenzó a latir con fuerza. ¡Por fin! Estaba por rodearla con sus brazos, pero ella se aparto nuevamente.

—¿Entonces?—

—Puede que lo admita si me das uno más de esos...— comento con coquetería. (T/N) sonrió y volvió a besarlo. Su sesión de mimos fue interrumpida por un golpe sordo. Su hermano estaba parado en el umbral de la puerta y el botiquín, desparramado contra el suelo. Fue ese momento en el que, ella sabía, debía huir.

—Bye, bye, Mathias— le escucho decir y, cuando quiso verla, ella ya había salido corriendo por la puerta.

—¿P-pero que...?— no entendía cómo es que se había movido tan rápido.

—Dinamarca...— el tono sombrío del familiar de su no novia, le hizo estremecer.

—¡No!—

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora