Cardverse!Canada

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Imagina conspirar contra el Rey de Picas

—¡Es exacerbado!— el fuerte exclamido del hombre, resonó en el alto, pero oscuro salón y, pronto, se le unieron más voces masculinas, apoyándolo. El tipo, un hombre ya mayor pero que cargaba una frondosa capa de piel de oso, golpeo la mesa de madera, haciendo tambalear las jarras de aguardiente que estaban apoyadas en ella. Su vista, que destilaba ira, estaba completamente centrada en el hombre rubio que se encontraba a uno metros de el, observándolo todo con absoluta calma—. ¿¡Esta consciente de lo que está pidiendo!?— farfullo, y todos a su alrededor, pudieron ver como una marcada vena, comenzaba a sobresalir de su cuello. No era para menos, la idea era una maldita locura. De nuevo, variados murmullos lo apoyaron, aunque nadie ha dicho nada.

Matthew, entonces, solto un suave suspiro, haciendo que su aliente se transformara en una espesa voluta de humo al contacto con el aire. Hacia ya bastante rato que estaban todos allí y sabia que, prono, debían separarse, para no levantar las sospechas del Rey. Lentamente, paso sus violáceos ojos, por el publico, donde, algunos, hablaban entre ellos y otros, simplemente lo observaban, esperando una respuesta. Ni el mismo, en realidad, sabia muy bien que decir.

—Señor, se mas que nadie lo que significan mis palabras— menciono, de manera fuerte como nunca en su vida lo había hecho. Siempre había estado relegado, bajo la sombra de su hermano, nadie esperaba nada de el y, creía, el tampoco lo hacia, pero era de vital importancia detenerlo allí—. La ultima gota de cordura que esperaba, que mi hermano, el Rey, aun poseyera, fue evaporada hace bastante tiempo por el candor de su locura. Una locura incontrolable— mascullo y nadie lo negó. El Rey de Picas estaba loco.

—Aun así, aun si lograra detener a su hermano, ¿qué certezas tenemos que su espíritu no porta la misma demencia?— la pregunta de alguien mas, hizo que todos voltearan, asintiendo y Matthew pudo reconocerlo. Era el "Noveno Señor", uno de los mas importantes, muy cercano al Rey y aquello le hizo prestar atencion, arqueando apenas un poco sus cejas. El sujeto sonreía, apenas un poco, con la burla grabada en sus agrietados labios, pero el no estaba allí para dejarse amedrentar.

—Porque Alfred no es, y jamas fue, el verdadero Rey— dijo, solemnemente, haciendo que, de inmediato, un estallido de risas llenara bruscamente la sala. Los hombres habrían la boca lo máximo posible, casi al punto de desencajar su mandíbula. Algunos se soterran el estomago, otros se contorsionaban hacia atrás y otros movían de manera temblorosa, sus jarras de aquella bebida. Nadie le creía, pero aquello no era novedad. El era, a los ojos de todos, un traidor por abandonar su patria, cuando mas lo necesito y, estaba seguro, Alfred había alimentado aquellos rumores.

Pudo sentir la mano de Yao, el Jack, apoyarse sobre su hombro, en uno modo de aliento que no necesitaba. Probablemente aquel hombre, que se encargo de la educación de ambos hermanos, pensaba que necesitaba un soplo de esperanza; pero Matthew no había regresado para que se burlaran de el, como tantas veces lo habían hecho. No, el estaba allí para reclamar su debido lugar y sacar al Valeroso Reino de Picas, del desastre.

Fue entonces, con rapidez que se incorporo. Aun con las risas de fondo, el hombre alto, quito su capa, dejando que esta cayera pesadamente entre la silla que había estado ocupando y el frío suelo de piedra. Sin pensarlo mas, aflojo su chaleco de cuerpo y a tiro, hacia un costado, de su camisa. Tan rápido como el aire, a baja temperatura, impacto contra aquel trozo de piel desnuda, los hombres que se habían desternillado de risa en su cara, enmudecieron y, hasta creyó oír, un jadeo. Sabia lo que veían, porque el la haba estado estudiando por años: la Marca Real, se cernía sobre la piel de su lado izquierdo, justo encima del corazón, horriblemente desfigurada. Era la única prueba de su condición como Rey y una de las tantas diferencias que existía entre Alfred y el. Matthew era el Rey de nacimiento y, aunque Alfred había tratado de quitarle aquella marca a toda costa, con las agresiones como el primer método, el Símbolo de Picas algo mutilado, se encontraba allí, en todo su esplendor, mas azul que nunca, como si hubiese adquirido valía al ser visto, por primera vez, por alguien mas.

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora