Sex Headcanon: Escocia

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A Scott le gustan las "niñas bien"

Mordió el muslo de la chica, mientras que, con su mano, arrancaba, lo que había sido, la braga de la contraria. La escucho gemir suavemente y, aquello, le hizo sonreír. Le encantaba provocar aquel tipo de reacciones a la menor, le hacía sentirse poderoso. Acaricio, con la yema de sus dedos, los labios vaginales exteriores, para luego rozar su clítoris, haciendo que ella soltara un pequeño jadeo.

La sentía tan cliente, tan húmeda, tan suya.

—Scott...— la escucho nombrarlo, haciendo que gruñera, ante el tirón que su pene había dado. Jamás había pensado que su nombre pudiera oírse tan sensual, pero allí estaba, saliendo de los labios de quien era su perdición. Rápidamente se bajo los pantalones, lo suficiente, como para sacar su adolorida erección de entre aquella dura tela.

—No te voy a mentir, niña, te dolerá— menciono, con aspereza, mientas que se inclinaba sobre ella. Atrapo, con su boca, uno de los pezones de la chica, haciéndola jadear. (T/N) abrió, un poco mas sus piernas, invitándolo, mientras que sus manos se enredaban en el cabello ajeno.

—N-no importa... Lo quiero ahora...— balbuceo, cerrando sus ojos. Escocia sonrió ante esto y presiono su glande contra la mínima entrada de la muchacha.

—¿Qué es lo que quieres, niña?— susurro, sobre los labiales de la menor—. Dilo apropiadamente y lo hare— le gustaba la idea de que la bonita y educada niña de Antonio, rogara por algo tan burdo.

(T/N) soltó un jadeo, notando como su cuerpo recibía un pequeño latigazo de placer, proveniente de una traviesa caricia en su clítoris. Tal vez no debía de hacer eso, pero ya estaba allí, bailando y no quería detenerse.

—Por favor, Scott... Pon tu pene dentro de mi...— musito quedamente. Escocia sonrió y, sin ningún remordimiento, penetro a la mujer, con brusquedad, logrando que ella soltara un gran gemido y arqueara su espalda.


—¡Escocia!— la voz de la mujer, le saco de sus cavilaciones. Observo a la chica, con la pila de platos que habían estado usando y, de repente, cayó en la cuenta de donde estaban. Era una pequeña reunión que había hecho España, con algunos de sus allegados y, si, "algunos", era, casi, toda América metida en una casa—. ¿Estás bien? Te están llamando como hace cinco minutos.

(T/N) lo observo, preocupada y, eso, solo excito, aun más, al pelirrojo. Le gustaba que fuera una "niña buena". Le gustaba creer, además, que debajo de todo ese manto de seriedad y amabilidad, se encontraba una verdadera mujer pasional, encerrada; y, su fantasía mas recurrente, era poder liberarla.

Soltó el aire del habano que llevaba en sus pulmón y apago lo que quedaba de aquello, sobre el cenicero. Se incorporo y empujo, levemente, a la chica, por su frente.

—No seas tan molesta. Así nunca te vas a casar— le gruño, pero la burlona sonrisa pintada en su rostro, amainaba sus palabras.

—Bueno, papá dice que soy linda y buena, dice también que así las prefieren los hombres...—comento la chica, encogiéndose de hombros.

—Y, dime, ¿te ha servido de algo ser buena? Yo no te veo con nadie al lado; la parecer nadie te soporta— le dijo y, supo que se había pasado, cuando vio como ella tragaba fuertemente y sus ojos se cristalizaban.

"Mierda y todas las mierdas", pensó.

—Hagamos algo— dijo, antes de que ella pudiera replicar—. Si aun sigues solterona en... setenta y cinco años, yo me hare cargo de ti y te pedir en matrimonio, ¿quedo claro? Mas te vale estar sola para ese tiempo— y, diciendo esto, se marcho, pensando en que apartaría, como hasta ahora, a cualquier pretendiente de (T/N). 

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora