AU! Alemania

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Imagina ser un demonio y molestar a Ludwig

(T/N) soltó un suspiro y dio unos cuantos pasos, disfrutando el sonido que hacían sus tacones al chocar contra el asfalto. Estaba aburrida, en aquel bar no había podido encontrar una presa lo bastante buena y, por consiguiente, su hambre seguía en aumento. Se mordió el labio inferior, dispuesta a seguir buscando, pero un pequeño llanto le detuvo. Con curiosidad camino, guiándose por el sonido, hasta llegar a un estrecho callejón. Al asomarse, vio a un niño rubio, sentado y abrazando a sus rodillas. De inmediato, su instinto maternal salió a la luz.

—Hey, pequeño, ¿por qué lloras?— pregunto, sonriéndole. El niño elevo su mirada hasta ella y, como pudo, se seco las lágrimas que caían por sus ojos. Su hermano le había dicho que era de mala educación no contestar cuando preguntaban algo, pero su voz, simplemente no salía. Carraspeo levemente, pero no pudo evitar romper a llorar de nuevo. Muy preocupada, la mujer lo tomo en brazo, notando como él se resistía al principio, pero, más tarde, se relajaba.

—M-me perdí— balbuceo como pudo.

—Tranquilo, cariño— le susurro, para luego besar su frente— ¿Estabas con alguien al momento de perderte?—

—C-con mi tío, Roderich... Creo que él también se perdió— susurro el niño, cerrando sus ojos. El perfume de aquella misteriosa mujer lo adormilaba. (T/N) decidió no decir nada en contra de aquel hombre y se dirigió a la comisaría más cercana.

Al final, encontraron al tal Roderich que, luego de una buena regañada por parte suya, fueron retirados por un albino y una mujer de cabellos largos. Se despidió del rubio, prometiendo volverse a ver.

~*~

—Eras tan lindo en esa época— comento la chica, mientras sonreía, algo embobada al recordar el pequeño niño rubio.

—Si, bueno, tu también eras más agradable en esa época... No como ahora...— menciono, dando una mirada desaprobatoria a la chica. Ludwig se arreglo la sotana negra, para luego colocarse el alzacuellos blanco, símbolo, inequívoco que era un seguir de Dios, algo totalmente contrario a la chica. Ella soltó un bufido, al mismo tiempo que movía su larga cola, de lado a lado, cual gato enfadado.

—Lamento ser lo que soy, querido... Ah no, espera, me encanta— canturreo, esbozando una felina sonrisa, mostrando sus afilados colmillos. ¿Quién diría que un sacerdote y una súcubo se podrían llevar bien? Bueno, en realidad, "bien", no era la mejor palabra. A veces estaban bien y otras mal, pero su relación, desde que el descubrió lo que realmente era, había sido así.

—Mmm, me imagino— dijo el hombre, peinando su cabello. (T/N) arqueo una de sus cejas y levito de la cama, lugar donde se encontraba, hasta la espalda del hombre. Tomo el peine y comenzó a pasarlo por las hebras. Disfrutaba hacer aquello, sobretodo, porque fue ella quien comenzó a peinarlo así.

—Estas distraído— menciono. No fue una pregunta, si no, una afirmación—. ¿Qué ocurre, Lulu?— pregunto, usando el apodo que le había dado al muchacho. El joven sacerdote sintió sus mejillas enrojecer con levedad y aparto la mirada del espejo, donde los penetrantes ojos de la demonio le revolvían en alma. No podía mentirle, no a ella. Carraspeo levemente, deseando mantener su compostura.

—Hay... Una chica— susurro y fue lo único que basto para que la mujer se tensara—. Siempre viene a las misas y se confiesa. Siempre esta de la mano con su hermanito y siempre lleva el cabello trenzado. Hoy pienso en hablarle un poco más, aunque cuando he tratado me pongo demasiado nervioso y no dejo de tartamudear y ser un poco brusco— soltó un suspiro—. Soy un asco para tratar personas... ¡Pero hoy es el día!— exclamo, dándose ánimos. Estaba por decir algo mas, cuando su compañera dejo, con fuera incensaría, el peine en la mesa.

—¡Bien! ¡Tú puedes!— menciono, con un tono más alto de lo que ella usaba habitualmente. Carraspeo levemente y se deslizo hasta la ventana—. Ya debes comenzar con tus deberes yo me iré a pasear por ahí...—

—¿Regresaras en la noche?— pregunto el alemán, colocando su crucifijo. (T/N) esbozo una vaga y triste sonrisa.

—Creo, igualmente no me esperes despierto. ¡Suerte con ella, Lulu— y, diciendo esto, desapareció de la vista ajena. Ludwig soltó un suspiro y salió de la habitación. No comprendía, para nada, al súcubo.

~*~

El día había sido extenuante y largo. Había podido hablar con la chica, finalmente, sin trabarse, pero no le había resultado... Como esperaba. Ella era muy encantadora, de eso no había duda... Pero no se sentía bien. Algo en su mente le incomodaba, le decía que no debía hacerlo.

Soltó un profundo suspiro y apago el velador. A los pocos minutos, la ventana fue abierta con brusquedad, sobresaltándolo. Rápidamente se incorpora de la cama y encendió la luz. En el suelo, se encontraba (T/N), quien respiraba agitadamente, sosteniéndose el pecho. Ludwig estaba a punto de preguntar qué era lo que había sucedido, pero, cuando vio la sangre deslizarse por sus manos, se horrorizo.

—¡(T/N)!— exclamo, corriendo hacia ella. Rápidamente alejo las extremidades ajenas de la herida. Era un corte profundo, pero la piel comenzaba a exhalar un humo blanquecino, haciendo que la herida se cerrara, aunque era demasiado lento el proceso de cicatrización. Estaba pensando en como podía ayudarla, cuando sintió las manos ajenas en su rostro, forzándole a verla.

—Ludwig.. Hambre... ¡Tengo hambre!— balbuceo. Aquella frase hizo que los colores se le subieran al rostro. Era una súcubo, sabia, muy bien, que era lo que la alimentaba y, cómo no, ella no lo hacía del método tradicional. Si bien podía extraer la energía sexual mediante un sueño húmedo, ella prefería consumirla, directamente, desde el cuerpo de la víctima, teniendo... Sexo—. ¡Lud!— exclamo, sacándolo de su ensimismamiento—. N-no podre curarme...— su tono se iba desvaneciendo.

—P-pero yo no...— susurro, desesperado. No podía faltar a su palabra de castidad, y mucho menos con un demonio... ¿Verdad? Observo como ella cerraba sus ojos, lentamente y fue allí cuando no lo pensó más. Con el nerviosismo a flor de piel la beso. (T/N) correspondió como pudo y envolvió sus brazos alrededor del cuello ajeno, asegurándose que no se apartaría.

~*~

—¡Ah! Nada como un cuerpo joven— menciono la súcubo, relamiéndose los labios. El corte ya no estaba y, ni siquiera, le había quedado la cicatriz, incluso parecía que se veía mucho más joven y resplandeciente que hace unas horas. Ludwig, por otra parte, se encontraba desecho e la cama, tal vez ella había absorbido demasiada energía o el estaba un poco culpable de haber roto su voto de castidad.

La chica se acerco a el y beso su mejilla. Algo muy inocente para lo que habían hecho momentos atrás.

—Te amo, Lulu— canturreo, estremeciendo al, ahora, profanado sacerdote.

Imaginas {Hetalia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora