Les alcanzo cuando Marlena se está bajando de la cabeza de Rosie.
-¡Habéis estado espléndidas! ¡Espléndidas! -dice August dándole un beso en la mejilla-. ¿Lo has visto, Jacob? ¿Has visto lo magníficas que han estado?
-Por supuesto.
-Hazme un favor y llévate a Rosie, ¿quieres? Yo tengo que volver adentro -me entrega el bastón con contera de plata. Mira a Marlena, suelta un profundo suspiro y se pone una mano en el pecho-. Espléndidas, sencillamente espléndidas. No olvides -dice dando la vuelta y andando unas cuantas zancadas de espaldas- que vuelves a actuar con los caballos justo después de Lottie.
-Ahora mismo voy por ellos -dice ella.
August se dirige de nuevo a la gran carpa.
-Has estado espectacular -digo.
-Sí. Ha sido muy buena, ¿verdad? -Marlena se inclina y le planta a Rosie un sonoro beso en el hombro, dejando una huella perfecta sobre la piel gris. Luego alarga una mano y la borra con el pulgar.
-Me refería a ti -digo.
Se ruboriza, todavía con el pulgar en la piel de Rosie.
Me arrepiento de haberlo dicho inmediatamente. Y no es que no haya estado espectacular; eso es cierto, pero yo quería decir algo más y ella lo sabe, y la he puesto incómoda. Decido batirme en veloz retirada.
-Chodz, Rosie -digo animándola a moverse-. Chodz, mój malutki pączuszek.
-Jacob, espera -Marlena pone sus dedos por encima de mi antebrazo.
A lo lejos, justo delante de la entrada de la gran carpa, August frena y se pone tenso. Es como si hubiera sentido el contacto físico. Se da la vuelta lentamente con una expresión sombría. Nos miramos a los ojos.
-¿Puedes hacerme un favor? -pregunta Marlena.
-Claro. Por supuesto -digo mirando intranquilo a August. Marlena no ha notado que nos observa. Me pongo la mano en la cadera, haciendo que sus dedos caigan de mi brazo.
-¿Puedes llevar a Rosie a mi camerino? He preparado una sorpresa.
-Claro que sí. Supongo -digo-. ¿Cuándo quieres que esté allí?
-Llévala ahora mismo. Yo voy enseguida. Ah, y ponte algo bonito. Quiero que sea una fiesta perfecta.
-¿Yo?
-Claro que tú. Ahora tengo que hacer mi número, pero no tardaré mucho. Y si ves a August antes, ni una palabra, ¿de acuerdo?
Asiento con la cabeza. Cuando vuelvo a mirar hacia la gran carpa, August ya ha desaparecido en su interior.
Rosie acepta de buen grado los cambios en su rutina. Camina a mi lado hasta el exterior de la tienda de Marlena y allí espera pacientemente a que Grady y Bill desaten la parte de debajo de la lona de sus anclajes.
-Oye, ¿qué tal le va a Camel? -pregunta Grady agachado y soltando una correa. Rosie se inclina para investigar.
-Más o menos igual -le digo-. Él cree que está mejorando, pero yo no lo veo. Creo que no lo nota tanto porque no tiene que hacer nada. Bueno, y eso que se pasa el día borracho.
-Ése es mi Camel -dice Bill-. ¿De dónde saca el licor? Porque es licor, ¿verdad? No estará bebiendo esa mierda de esencia otra vez, ¿no?
-No, es licor. Mi compañero de cuarto le ha tomado cierto cariño.
-¿Quién? ¿Ese tal Kinko? -dice Grady.
-Sí.
-Creía que odiaba a los trabajadores.
Rosie le quita el sombrero a Grady. Él se gira e intenta recuperarlo, pero ella lo agarra con fuerza.
-¡Eh! ¿Quieres mantener a raya a tu elefanta?
La miro a los ojos y ella me hace un guiño.
-Potoz! -digo severamente, a pesar de que me cuesta contener la risa. Ella agita sus enormes orejas grises y suelta el sombrero. Me agacho a recogerlo.
-Walter... Kinko... podría ser un poco más amable -digo mientras se lo entrego a Grady-, pero se ha portado muy bien con Camel. Le ha dejado su cama. Incluso ha encontrado a su hijo. Le ha convencido de que se reúna con nosotros en Providence para hacerse cargo de Camel.
-¿En serio? -dice Grady dejando su actividad para mirarme con sorpresa-. ¿Y Camel lo sabe?
-Eh... Sí.
-¿Y cómo se lo ha tomado?
Hago una mueca y aspiro aire entre los dientes.
-Así de bien, ¿eh?
-Pero no teníamos muchas más alternativas.
-No, no las teníais -Grady hace una pausa-. Lo que pasó no fue culpa suya. Probablemente a estas alturas su familia ya lo sabe. La guerra hizo que muchos hombres se comportaran de manera rara. Ya sabías que fue artillero, ¿verdad?
-No. No habla de eso.
-Oye, no crees que Camel pueda hacer cola, ¿verdad?
-Lo dudo -digo-. ¿Por qué?
-Hemos oído rumores de que quizá haya dinero por fin, tal vez incluso para los peones. Hasta ahora no les había dado mucho crédito, pero después de lo que acaba de pasar en la gran carpa, estoy empezando a creer que puede que haya una pequeña posibilidad.
La parte de debajo de la lona revolotea libre. Bill y Grady la levantan, exponiendo la nueva disposición del camerino de Marlena. A un lado hay una mesa con mantelería de lino y servicio para tres comensales. El otro lado ha sido despejado del todo.
-¿Dónde quieres que pongamos la estaca? ¿Allí? -pregunta Grady señalando el espacio abierto.
-Supongo que sí -digo.
-Ahora vuelvo -dice desapareciendo. Unos minutos más tarde regresa con dos pesadas mazas, una en cada mano. Le lanza una por el aire a Bill, que no parece alarmarse a lo más mínimo. La agarra por el mango y sigue a Grady al interior de la tienda. Clavan la estaca de hierro en el suelo de tierra con una serie de golpes perfectamente sincronizados.
Meto a Rosie y me acuclillo para asegurar las cadenas de la pata. Deja esa pata firmemente plantada en el suelo, pero tira con fuerza de las otras. Cuando me incorporo veo que intenta acercarse a una inmensa pila de sandías que hay en el rincón.
-¿Quieres que la volvamos a sujetar? -dice Grady señalando la lona suelta.
-Sí, si no os importa. Supongo que Marlena no quiere que August sepa que Rosie está aquí dentro hasta que entre.
Grady se encoge de hombros.
-Por mí, no hay problema.
-Oye, Grady. ¿Crees que podrías echarle un ojo a Rosie durante unos minutos? Tengo que cambiarme de ropa.
-No sé -dice mirando a Rosie con los ojos entornados-. No se le ocurrirá arrancar la vara o algo así, ¿verdad?
-Lo dudo, pero mira -digo dirigiéndome a la pila de sandías. Rosie levanta la trompa y abre la boca en una amplia sonrisa. Le llevo una y la estrello contra el suelo delante de ella. La sandía revienta y la trompa se lanza inmediatamente sobre su carne roja. Se lleva trozos a la boca con cáscara y todo-. Aquí tienes tu seguro.
Salgo agachándome por debajo de la lona y me voy a cambiar.
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Agua para Elefantes
RomanceEn los difíciles años treinta Jacob lo ha perdido todo: familia, amigos, futuro... y decide enrolarse como veterinario en un circo ambulante. Envueltos por el fascinante espectáculo de los Benzini transcurren años de penuria en los que Jacob también...