32. Fracasando

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Boogieman es poderoso, un demonio poderoso y hasta el mismo Murdoc admite que haber hecho un trato con él fue muy arriesgado. Aquel demonio puede hacer lo que quiera con la gente mentalmente inestable, como yo, puede hacerles creer cosas, hasta controlarlos como marionetas, puede incluso escuchar pensamientos de los más débiles, osea, había una gran posibilidad de que escuchara los míos, por eso Murdoc se comportaba de esa manera conmigo, eso es lo que me dijo, intentaba de una manera protegerme para no mostrarle a Boogieman que yo era "importante para él", si se comportaba como una mierda frente a mis ojos, Boogieman no se interesaría en mí.

Murdoc dijo que lo máximo que podría hacer estando en la isla sería escuchar lo que pienso, si me quedo en Plastic Beach no puede hacerme nada más.

Ha pasado una semana y todavía no sé si creer esta historia.

Como he dicho antes, siempre ha habido una parte de mí que ciegamente sigue a Murdoc y confía en sus palabras, esa parte actúa ahora mismo, pero también siempre ha habido otra que cuestiona cada cosa, es como una eterna incertidumbre ante todo lo que hace y dice.

A pesar de si creerle o no, decidí no seguir luchando con mis impulsos y quedarme a su lado, aunque no sea de la manera que preferiría. Creo que a final de cuentas es mejor, debería quitarme de la cabeza la idea de que algo más pueda pasar porque no lo hará, quizás pueda superar esto intentando verlo nuevamente como amigo.

Tengo que aceptar que una relación entre los dos no funcionaría, aquí ni en ninguna otra vida.

Murdoc es alguien que ante mis ojos ya no tiene identidad, ya no sé quien es realmente y aunque ahora las cosas se forman un poco en mi cabeza y toman sentido con su explicación, esto sigue siendo así, no creo volver a confiar plenamente en él otra vez, no sé quien es.

Esto no significa que al saber esto mis sentimientos desaparezcan, desearía que así fuera pero no.

Ha pasado una semana y me he puesto de objetivo veerle de manera amistosa, de disminuir las mariposas, pero se me hace imposible. Cada cosa que dice mueve algo en mí, incluso cuando son imbecilidades, especialmente cuando las dice.

Aunque no esta imbecilidad.

— Sería lo máximo –exclama yo sólo hago una cara de desagrado que no sé si logra ver por la falta de luz, el generador de la isla tuvo un problema, estamos sin electricidad y convenientemente gracias a eso ahora nos encontramos bajo la luz de las velas.

— No–niego y miro mi comida para intentar borrar ese panorama de mi mente– callate.

— Imaginalo Stu –se para de su asiento y apoya su mano en mi hombro– dale una oportunidad a la idea.

— No– respondo al intentar ignorar su contacto.

— Tan sólo piensalo.

— No.

— Imagina –expande su brazo– ballenas mutantes invadiendo las ciudades con sus colosales cuerpos, tomando a la gente con sus poderes mentales y su  fin,  dejar a todos los humanos enterrados en la arena, dejar a todos esos cuerpos varados, un espectáculo que ningún ser vivo se podrá perder.

— ¡Ya! –muevo mi hombro para que saque su mano.

— “Ballenas asesinas”.

¿En serio?.

— Tengo que hacer esa película y tu me ayudaras.

— No, suena horrible – me recorre un escalofrío tan solo pensar en la idea–, no y no, además nadie la vería y ese título es muy cliché.

— ¿Ballenas asesinas? ¿Se te ocurre algo mejor cerebrito?.

— Ballenas... Horribles, horripilantes, monstruosas, bestiales, asquerosas, hijas de sus cetáceas Madres, feas –termino de decir y nadie dice palabras por algunos segundos.

ConfidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora