78. La caída

209 13 1
                                        


Mi cuerpo ligero cayó contra la puerta del camerino, no sé cuanto tiempo estuve ahí, solo que cuando volví a entrar en razón  alguien tocaba la puerta.

Me hice a un lado y dejé que quien sea que fuera pase.

— Entra.

Levanté mi vista y la vi nuevamente, a aquella máquina que intenta asemejarse a lo real, pero será imposible, jamás  lo logrará. Podría sentir pena de ella de no fuera porque en estos momentos  no siento tristeza ni de mi propia situación.

— Tu medicación – La miré por unos instantes, recordé que hubo un momento donde había estado reticente a tomarla, pero ahora ya no me importó,  extendí mi mano sin pensarlo mucho.

Ya no hay sentido.

Ingerí las píldoras y Cyborg se fue. Momentos después saqué  mi libreta mal trecha de mi bolsillo y comencé la última rutina que desahoga un poco mi ser.

Comencé  a escribir.

Algunas hojas tienen rayones y frases que mi corazón escupe, pero que mi mente exhausta aún no puede hilar en una canción. Y en otras hojas escribo mis días, para recordar que he vivido y no todo ha sido un mal sueño.




.
.
.



Ya no hay canciones  que pueda escribir,  te pido perdón libreta mía que me has acompañado desde Plastic Beach. Todo mi cuerpo cae  y cae hacia el cansancio, no hay fondo solo aumenta el peso en mis hombros. No hay nada que lo ligere ni aquello que antes salía suave   para desestresarme me ayuda.

Antes creaba por entretención,  ahora solo vomito palabras para intentar desahogar un poco mi alma.

Para intentar  olvidar el sabor insípido que queda al pensar en mi vida.



.
.
.



Mis ojos se abren nuevamente, por inercia de la rutina mi mano se estira hasta tomar la medicación que alguien más ordenó para mí antes de despertar. Sin incorporarme, sin cuestionar, ni usar el agua que me dejaron, ingiero las pastillas de un bocado.

Seco las lágrimas de mis mejillas producidas por la pesadilla de todas las noches. Pasan algunos segundos y nuevas lágrimas me dificultan la tarea al recordar el odio inadvertido de sus acciones. Así que no batallo en dejar de llorar, o secar mis mejillas siempre mojadas, hoy no hay concierto, está bien por hoy.



.
.
.



Dime Stuart del futuro ¿Acaso ha cambiado algo? Dime, lees esto y te sientes extraño, dime que no te sientes identificado con las palabras de esta persona rota, por favor.



.
.
.



Está siendo más difícil y la medicación que se supone me ayudaría, no lo hace. Lo único que provoca es que se me haga más difícil levantarme de la cama en las mañanas y dejar de llorar, me siento demasiado cansado para lograrlo.



.
.
.



Llevo dos semanas yendo a terapia.

Y me di cuenta de impresionante mi capacidad para ignorar.

Ese doctor dijo tantas cosas que  en un momento me empezó a sonar  como a Murdoc, intentando convencerme sin vergüenza de nada, habló demasiado, aunque esto lo agradezco, pensé que tendría que ser yo él que hablara.

ConfidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora