15. Rabia nublada

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Cierro mis ojos y suspiro.

Me abrazo a mi mismo y siento mis helados brazos desde la yema de mis dedos. Debería entrar, las nubes son cada vez más y el frío ni hablar, sin embargo no quiero encontrarme con él, está en la sala, no quiero verle, si fuera por mí no vería más su cara. No le he visto estos días, ni pienso hacerlo. Todo lo que le rodee es falso, ya me asquea aquella falsedad. He escuchado sus pasos, sé que está cerca, en algún lugar de la isla, aunque intente escapar de él, sus pasos me recuerdan que está a tan solo metros de mí. Después de todo estoy atrapado con Murdoc y aunque no quiera verle la cara nunca más, eso será imposible.

Todo esto le pasa por ser un mentiroso, por hacer todo con un fin, esperando algo a cambio. Es su culpa. No cantaré nunca más, eso le dije y eso me prometí. Si él puede crear una falsedad yo también.

Pero ¿Qué se puede esperar de él? Nada, es un hijo de puta, no entiendo como volví a confiar en aquella persona que no hace más que joderme la vida. Lo conozco, sé como es, aprendí de mala manera, y aun así pareciera que me gusta olvidarme de todo lo que he aprendido de Murdoc Niccals.

— Es un hijo de puta que no se te olvide 2-D –me repito cada cierto tiempo.

Es un oportunista.

Todo lo que hace tiene un fin, ser mi amigo lo era, ahora que lo pienso fue bastante inteligente,así todo le era más fácil, no obligaba a nadie a cantar y más encima al sentirme parte de algo, hasta le ayudaba. Y claro era su método
de diversión. Un tipo de juguete. Cuando estaba aburrido se acercaba. Como debió haberse divertido, hice muchas cosas estúpidas por él, era su maldito bufón.

Un viento helado sube por mi espalda y me estremezco.

No le importa nadie más que él.

Por cumplir sus objetivos no le importa dañar a los demás, lo hizo con Noodle y le odié por ello, lo hace conmigo y me siento un estúpido. Debí haber aprendido, ahora debo odiarle, tengo que hacerlo, pero ... no lo hago.

Puedo aguantar el frío, no quiero verle.

Es inteligente y manipulador.

Se acercó de a poco, no me di cuenta desde cuando es que yo hacía todo lo que él quería. No me di cuenta cuando fue que caí en su trampa.  Al llegar aquí, no quería una mierda de él, ni siquiera quería verle a la cara ¿Como las cosas llegaron a esto? Ni yo mismo lo recuerdo.

Usa de los más sucios métodos, no quiero pensar en ellos...

Debí haber aprendido con todo lo que ya había hecho anteriormente ¿Murdoc cambiar? Eso era imposible ¿Por qué me lo creí?.

Siempre hubo un lado de mí que desconfiaba de todo, sin embargo, también hubo otro lado, más fuerte y emocional, que cree ciegamente a lo que le hace sentir bien, que Murdoc sea bueno conmigo me hace sentir bien. Soy un crédulo y él oportunista, sabe ocupar esto a su favor.

Abro los ojos.

No le he visto, ni pienso hacerlo.

Es un mentiroso.

¿Qué ha buscado formas de librarme de Boogieman? Ja, claro. Es obvio que tenerme atrapado le quita un peso de encima, quizás hasta contrató a Boogieman para que me mantuviera aquí.

Ya no sé  que creer de él. Y ya no quiero creer nada, no quiero nada que tenga que tenga que ver con Murdoc, pero aun así todo lo que pienso se le relaciona.

De alguna forma no dejo de pensar en Murdoc y me da rabia. Intento distraerme de cualquier manera sin obtener resultados, siempre vuelvo a él. ¿Por qué lo hago?.

Una enorme rabia me consume en la oscuridad de la noche, mientras miro las nubes grises desde el balcón, siento que aquellas misma nubes son provocadas por mi ira. El cielo está enojado y en cualquier momento mostrará su rabia. A la lejanía se escuchan truenos pero ningún relámpago es visible aún, siento el rocío pero ninguna gota ha caído, las temperaturas siguen bajando y yo sigo aquí.

Tengo rabia pero solo es eso. No-no hay odio, no lo hay, y el que no lo haya aumenta mi enojo. Ni siquiera después de recordar como es soy capaz de odiarlo.

¿Por qué?.

Una gota cae en mi nariz.

Yo antes lo odiaba ¿por qué no puedo hacerlo ahora?.

Otra gota cae por mi hombro y otra por mi mano y de a poco una lluvia va creciendo gradualmente hasta dejarme empapado de pies a cabeza.

Mis manos se aferran a la mojada baranda.

— Estúpido –digo entre dientes.

¿Por qué no le odio? ¿Qué mierda me pasa? Algo está mal conmigo.

La lluvia se intensifica y ni este estruendo logra que mis pensamientos cambien de dirección.

Puedo seguir aquí un poco más, así no le veré...

Los segundos pasan y las gotas se hacen más pesadas.

Puedo seguir... ¿Qué mierda sigo haciendo aquí?.

Totalmente mojado corro buscando refugio, abro el ventanal y entro en la sala sin importarme si lo llego a ver.

No debería seguir afuera por esa estupidez, si lo llego a ver no importa, él ya no existe para mí, no importa... No pasará nada.

Un aire cálido me golpea la cara, la estufa está encendida, hay un dulce aroma y  un enorme silencio y tranquilidad, ni las gotas de la fuerte lluvia le irrumpen.
Por no querer verle la cara me perdí esta tranquilidad.

Todo está muy silencioso, parece que no hay nadie.

Hecho un vistazo a mi alrededor, no le  encuentro para mi suerte, lo que sí veo es una taza de chocolate caliente en la mesita de centro. Rodeo el sofá, mis pasos son algo inseguros, mis zapatos están pesados y mojados. Levanto la taza pero antes de beber me doy cuenta de algo, hay un bulto en el sillón.

Toda la rabia se disipa y me quedo inmóvil por unos segundos hasta que involuntariamente me agacho a su lado.

“Si le veo no pasara nada”, ya sabía que no sería así.

Duerme tranquilo, tan tranquilo como aquella vez en que nos quedamos viendo películas hasta muy tarde, el mismo día en el que se preocupó de mí. Parece una persona distinta a la que realmente es.

Su respiración es calmada y su expresión no está tensa a como lo había estado últimamente. Parece casi real, como si hubiéramos vuelto días atrás.

Dejo la taza donde estaba.

Es la primera vez que le veo en días y como pensaba que pasaría, todo lo malo que recordé de él se esfumó o fue tapado por una niebla. Ahora dudo hasta el sentir rabia.

Soy espectador de mis acciones, actúo sin pensar, quizás hago lo que realmente quiero hacer.

Paso mi mano por su frente con cuidado sin molestar su sueño y quito el cabello que ocultaba sus ojos.

Se ve tan calmado ¿Seguirá así al despertar?.

Dejo mi mano en su cálida mejilla y me acerco hasta que su respiración choca contra mi rostro.

¿Qué estoy haciendo?.

Alejo mi mano y me alejo yo con los latidos acelerados, se supone que esto es lo correcto, alejarme, ¿Por qué no se siente así?, quiero verle dormir, quiero seguir a su lado, pero después de todo lo que ha hecho eso está mal ¿No?.

Sabía que si llegaba a verle me iba a arrepentir.

— Murdoc –susurro y ya no queda ningún rastro del enojo que tenía, no hay rabia, nada, todo se esfumó, en cambio lo que si hay es tristeza, tengo un nudo en la garganta y mi pecho está apretado, es asfixiante, respiro profundo pero no puedo calmarme, quiero llorar, quiero despertarle.

No me importa si son falsos, quiero verle a los ojos.

ConfidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora