75. Envenenado

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— ¡2-D!

— ¡Suéltame! –grito al sentir a sus manos abrazar mis muñecas con fuerza– ¡Me voy a quitar está mierda!

— No puedes hacer eso –dice con cada palabra saliendo apenas y perdiendo cada vez más la compostura, pero ya no servirá.

No me voy a dejar engañar otra vez.

— ¡¿Qué intentas hacer 2-D?! ¡Para!

— ¡¿Por qué?!  –cuestioné con la tristeza casi escasa, todo es rojo ahora.

— ¡Porque te prote-.

— ¡No sirve de nada! –interumpi sus vacias palabras, ya no lo soporto– ¡Mira dónde estoy! ¡Alguien intentó matarme! ¡Esa puta sombra puede matarme!

—  ¡Basta! ¡Cálmate! ¡No es la sombra!

¿No es esa sombra? ¿Entonces quien es? ¿Cuál de los interminables enemigos de Murdoc ha sido está vez? ¿Qué demonio ha sido está vez?

Es simplemente un sinvergüenza.

— ¡Hace un momento estaba aquí! –afirmo contra su descaro.

— ¿Qué estás diciendo? Stuart cálmate, aquí no había nadie.

— S-si lo había –mascullo con la voz temblorosa por la rabia y todos estos nervios acumulados.

— Estás muy alterado, calma y por favor suelta el amuleto.

—  Dijiste que esto me haría  más fuerte pero mírame ¿Qué fortaleza es está?

Estoy temblando, todo mi cuerpo está temblando, estoy aterrado, y lo único que pudo calmarme un instante fue verlo de nuevo.

Yo mismo volví a buscar a la persona que prometí no darle mi atención nunca más.

¿Qué fortaleza es está?

Yo mismo le pedí que entrara, porque confiaba tontamente en que él estaría ahí, que aún se preocupa por mí, y estaba en lo cierto, duele aún más el que haya tenido razón.

Yo le había pedido que no se me acercara que nuestro único contacto fuera en el escenario y él sin decir nada hizo caso. Cada vez que entraba a un lugar el se iba, cada vez debíamos estar en el mismo lugar él no hablaba, cada vez que nos encontrábamos si querer él seguía caminando sin mirarme como si yo no existiera, y yo hacía lo mismo. Creyendo estar muy lejos cuando en realidad nuestros caminos están tan unidos  que es imposible hacerse el tonto.

Él ha seguido ahí esperando porque su presa vuelva a caer.

— No creo que sea débil buscar ayuda –dijo con su respiracion mezclándose con la mía por la cercanía y aún sosteniendo fuertemente mis brazos– no lo es.

— Ayuda –susurré repitiendo sus palabras–  tú no puedes ayudarme –nuevamente tiré de la cadena, pero las manos de Murdoc evitaron que mi fuerza quebrara el amuleto.

—  ¡Basta! –pidio en un arrebato desesperado que pude haberle creído meses atrás. Tú no estás preocupado, es mentira.

Todo es mentira.

— ¡Stuart!

— ¡Mira dónde estoy, tú no me ayudaste! –vociferé al mismo tiempo intentando liberarme de su agarré– ¡Lo único que haces es engañarme! ¡Esta mierda es inservible!

— ¡No es así! –negó rápidamente– Por favor 2-D.

— ¡Deja de mentirme!

— ¡2-D! –alzó su voz cuando nuevamente intenté quitarme el amuleto, sosteniendo aún con más fuerza mis brazos. Duele, su agarré duele, ataca algo más que mi cuerpo, no puedo seguir aquí con él, duele mucho– Esto no es una mentira, escúchame.

ConfidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora