Confidente

53. Nosotros

Okaay ya que soy buena gente the last para ustedes.

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— ¿De-de qué-de qué estas hablando? –me hago él desentendido fracasando al instante– ¿Q-qué?.

— Sabes muy bien de lo que hablo –sonríe apenado, como si tuviera lástima, una lastima que Murdoc no quería que viera, creo entender ahora porque no quería decir nada.

Lo sé, todos lo sabíamos, quienes se enamoraban del bajista de Gorillaz estaban perdidos. Yo miraba con esos mismos ojos a quienes caían antes por Murdoc. Todos terminaban mal.

— ¿Murdoc sabe? –pregunta preocupado–¿Le has dicho? ¿Se ha aprovechado de esto?.

— Jamie –me alejo de él. Es tan complicado todo, Murdoc quiso ahorrarme esto al ocultarlo, incluso estuvo a punto de decirles, pero estando él a mi lado, estoy seguro que Mudz hubiera controlado todo– no... No.

— 2-D puedes decirme.

Pero ahora él no esta aquí ¿Qué hago? ¿Seguir negándolo?.

— Jamie...

Pero no puedo hacerlo, no puedo decir esa mentira, no con esto, una cosa es ocultar y otra mentir.

— Él no- él... Eso no-.

— Mierda ni siquiera puedes negarlo –comenta sorprendido, entendiendo todo al instante, como si sus ojos se hubieran abierto y por fin pudiera saber lo que me sucede.

— No, Jamie, no es eso –respondo suplicante, no quiero que me haga decirlo– yo.

— Por eso aveces estas tan decaído ¿cierto?  –me mira por unos segundos  y yo no sé que responder, esta vez le ha dado en el clavo– cuando te llamé hace un tiempo, algo pasó con Murdoc– afirma ya ni siquiera necesita preguntarme si fue así, mierda– o algo pasó contigo.

— Nada, no-no pasó nada, deja de-de decir estupideces y vete ¿Si?.

No sé como controlar esto nunca he sabido es por eso que opto. nuevamente por evitarlo, por ignorarlo, no puedo decirle lo que quiere pero tampoco puedo darle una buena explicación.

— ¿Murdoc sabe? –vuelve a insistir.

—Ya dejame sólo, estoy cansado –eso es lo único que puedo afirmar con sinceridad.

— ¿Es por eso que volviste a cantar?.

— Ya-ya no sé de que hablas –miento– me duele la cabeza –vuelvo a mentir– dices solo disparates que no entiendo y-y mi cabeza duele más –con cada nueva mentira me siento más cansado– ya de-dejame solo por favor.

— 2-D...

Sigue hablando pero yo dejo de prestarle atención al instante que lo veo.

— Hey bella durmiente llegó tu príncipe –bromea Damon desde el pasillo, provocando que el ambiente cambie bruscamente.

Me pongo de pie, dejo de escuchar el mundo y me enfoco en la embarcación que acaba de llegar, mi respiración deja de ser por unos segundos, hasta que le veo en la lejanía.

— Murdoc –vuelvo a respirar.

Está devuelta, está aquí.

Ni siquiera me doy cuenta cuando comencé a correr pero lo hago.

Sin embargo una mano me detiene. Jamie.

— 2-D –y esos ojos nuevamente, esa lastima indebida– quisiera decirte que esto no tiene nada de malo, pero maldición, ya sabes como se ha aprovechado anteriormente de los demás, no me gustaría que te pasara lo mismo a ti-.