59. Casi

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Sin mover mi cabeza veo la bandeja que trajo por unos segundos.

No me muevo, pasan largos e incómodos segundos y yo sigo abrazando mis piernas como si fuera lo más importante.

No entiendo y ya no me interesa entender, que se vayan a la mierda todos.

— Vamos 2-D me esmeré en aquel desayuno.

¿Y ahora qué? ¿Qué quiere escuchar? Cualquier palabra que salga de mi boca será vacía, cualquier palabra que me digan será un desperdicio.

Gracias, no tenías que molestarte, una estupidez, gastar más oxígeno con palabras hipócritas es una estupidez.

— Por favor –susurra y mis dedos se aferran aun mas a mi ropa– no vuelvas a hacerte esto, la última vez te desmayaste...

— Comeré cuando tenga hambre –dice mi voz rasposa, para evitar escucharlo terminar esa frase.

No quiero ver a Jamie, hacerlo es recordar todas esas advertencias estúpidas de Murdoc, un te lo dije sin que diga nada. Pero al parecer será inevitable, cierta persona me dejó al cuidado de estos dos, como si fuera un niño, un inútil, no entiendo que hacen aquí, ni tampoco entiendo que sigo haciendo yo en este lugar, debería irme y no volver, ya nada pareciera amarrarme, solo un recuerdo, uno borroso que se va desvaneciendo y deformando conforme pasa el tiempo.

— Espero que lo hagas –se pone de pie y sin alejarse da palmadas en mi hombro.

Mi ceño se frunce y nuevamente me aferro más casi enterrando mis uñas en mis piernas.

Maldición, déjame solo.

Agh, denle palmaditas en la espalda al imbécil, como a un perro herido, si lo acaricias se sentirá mejor, apoyado, querido, solo necesita de eso.

— Jamie –llama Damon desde el umbral pero lamentablemente él no le presta atención.

Pues yo no soy ningún animalito herido, así que el estúpido apoyo moral no ayudará, no hará más que enfurecerme mayormente, en este momento el calor, el contacto de otra persona lo estoy odiando tanto, repudiando a más no poder, porque me recuerdan solo a alguien, a alguien terriblemente patético necesitado de amor, a mi hace dos días.

— Espero que te levantes y no te vuelvas atrincherar en la cama de nuevo...

Una persona rota esperando porque cualquiera una esas piezas, alguien totalmente indefenso, sumiso, que no tiene idea que aunque oigan sus plegarias de unir todo siempre hay una pieza que se pierde en el camino.

Levanto mi mirada del piso y por fin veo su rostro.

Si es que de verdad llega alguien a intentar unir todo, lamentable para ese 2-D tirado en el baño apenas pudiendo respirar, nadie llegó a su rescate, él se quedo ahí, destrozado hasta perderse en la ultima bocanada de aire.

— A ti –quito su mano de mi hombro sin importarme la brusquedad de mi acción o mis palabras– no te incumbe –es lo único que digo para de bajar la mirada al suelo, en un intento de calmarme.

No quiero escuchar nada de nadie y que Jamie siga hablando de verdad me esta enfureciendo, unas palabras no resolverán nada, la pieza ya se perdió.

— No, estas equivocado –habla el dibujante sacándome cada vez más de quicio, poco me sorprende imaginar los moretones que podría  producir en su cara ahora mismo para callarlo. Puede que esto no sea con él, sin embargo es su culpa por estar frente a mí.

¿Que no puede irse?

— Me incumbe porque eres mi amigo y no me agrada para nada verte así.

Así, jah, si me hubiera visto hace dos días, si hubiera visto los destrozado que estuve las últimas semanas en la isla, ahora estaría feliz por como me encuentro.

ConfidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora