69. Llamada

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— ¿Así qué? ¿Quien es peor? –pregunto al cerrar la puerta de mi habitación, mientras Murdoc ve concentrado todo el lugar. Mira la ropa desordenada, el intento de hacer la cama, los envoltorios en el suelo, junto a los teclados y grabadoras viejas y luego a mí.

— Mm pero si incluso está más ordenado que cualquier habitación de Plastic Beach –dice pasando su brazo sobre mis hombros– yo te gano por mucho.

— No está ordenado –digo sorprendido viendo el desastre ante mi.

— Para ser tú, esto es ordenado.

— Oyee –me quejo, aunque esto no dura mucho porque un corto beso lo impide.

— Como digas cariño–susurra llevando las palabras suavemente a mis oídos.

Siento tanta calma y calidez que creo estar teniendo el mejor sueño, pero no, esto es real, veo su rostro y se que es real, veo los vestigios del peso que toda esta situación provocaba en él, veo su tranquilidad, veo sus ojos enrojecidos, su alivio, sus labios, tocó su rostro y se que es real.

— Además exageras –agrego después de haber estado admirando cada detalle de su cara como si el tiempo ya no fuera algo relevante– Cy siempre mantenía todo en orden.

— Está bien –melancolia opacada por felicidad pura, sonrie sobre mis labios propagando una cálida alegría por todo mi cuerpo– siendo sincero, aún así, soy yo quien gana.

Quien gana... Quien más perdió con todo este sufrimiento.

Mis brazos lo envuelven al instante, yo me refugio en su cuello, a él le resguardo con el cariño pasando en mis dedos y no digo nada, no es necesario.

"No quiero que vuelvas a pasar por nada de esto, no quiero tener que pasar de nuevo por esto".

Casi como si me hubiera escuchado sus brazos fuertes me sostienen.

—  Cariño –susurra suavemente llamándome, mi rostro llega frente a él y sonrío.

— ¿Sucede algo Mudz?.

— Te amo –dice sin más casi haciéndome regresar a la época en qué mis mejillas se sonrojaban por cualquier cosa que Murdoc hiciera, casi porque el tiempo y los días pasados ahora no se olvidan, siguen ahí, pero ya no mortifican.

— Yo igual te amo –susurro con una voz mucho más baja que la suya pero igual de honesta– cariño –agrego y vuelvo a escuchar una risa de su parte.

— No me acostumbro a escucharte decir lo  –sonrie acariciando mi cabello.

— Mm pero hace bastante que lo estoy haciendo.

— Sí, pero antes no me había permitido escucharte bien –y su sonrisa se vuelve a desvanecer– no quise escucharte –su mirada se va alejando de la mía en un suspiro, pero otra vez vuelvo a detenerlo antes de que su mente nos vuelva a alejar.

— Entonces lo repetiré todos los días desde ahora –prometo y entrelazo mis manos con las suyas antes de que la tristeza inunde su rostro nuevamente.

— ¿En serio?.

— Todos los días –confirmo y lo negativo de hace unos momentos pareciera estar a millones de kilómetros ya, por la felicidad que veo en su mirada y que tercamente intenta ocultar– en todo momento –agrego– cuando quieras amor.

— No Stu –niega al instante con una extraña mueca en el rostro.

— ¿No te gusta? –pregunto inútilmente sabiendo que esa no es la razón.

— No lo hagas –dice muy serio contradiciendo toda su expresión.
y yo vuelvo a reír– no podré con ello.

— Pues aguántate cariño –respondo de la misma manera y el vuelve a hacer una mueca que saca otra risa más– tú sin piedad me llamabas de todas esas formas y yo me tenía que aguantar –me quejo– fue muy duro Mudz.

ConfidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora