45. Dependencia

422 55 23
                                        

El cielo rosado contrasta con la arena en la que estoy acostado, el viento se levantó hace poco provocando que mi pelo se alborote, las gaviotas se van volando en la lejanía,y para completar este pequeño deja vú Mudz aparece en mi campo de visión.

La última vez que estuvimos en esta posición él me pidió ser su amigo por primera vez.

No se cuanto tiempo haya pasado desde ese momento, lo que si es que muchas cosas cambiaron, volvieron y se fueron, algunas se transformaron y otras desaparecieron, pero otras siguieron igual, como lo es esta comodidad y reconforte cuando aparece.

— Hola –le saludo parpadeando unas cuantas veces, estaba por quedarme dormido.

— Hola –replica contra la luz y el viento– ¿Qué haces en el suelo otra vez?.

— Descanso ¿Vienes? –le invito con mis manos estriadas hacia él.

— Yo no me acostaría en esa arena si fuera tú –niega y se queda en silencio viéndome, diciendo sin palabras que espera a que me ponga de pie.

Desde la noche en la que tuve aquella pesadilla su trato es distinto, algo cambió, ya no le importa demostrar cuanto se preocupa por mí quizás no es tan directo la mayor parte del tiempo pero viendo de su parte ya es bastante, de hecho aveces llega a ser agobiante, pero no le culpo yo hago lo mismo, creo que desde que lo conozco lo hago.

— Pueden haber cosas tóxicas ahí.

— Mmn pero son cosas cómodas.

— Y toxicas. Levantate 2-D.

— Mm... –me doy media vuelta desobedeciéndole y quedo de cara a la arena.

Se preocupa, y puede que admita que cuando lo hace le llevo la contraria porque lo demuestra más notoriamente.

— Stuaart –gruñe para luego incorporarme como si fuera un muñeco– ¿Eres un niño o qué? –quedo de rodillas igual que él – Pueden haber cosas toxicas ahí ¿Por qué siempre debo repetirte todo?.

— Mudz dejame dormir –cae mi cabeza reposando en su hombro.

— Tienes arena en la cara –me aleja– si no te lavas el rostro no te me acerques.

— Agh –limpio mis mejillas– ¿De-desde cuando eres tan refinado señor... su-super limpio?.

— ¿Eso fue un insulto o qué? –cuestiona divertido con una sonrisa en su rostro.

Su sonrisa, es algo que últimamente he visto con frecuencia cada vez que estamos juntos, sus risas, aquel cariño, solo hay luz cuando estamos cerca.

— Fue un me vale –apoyo mi mejilla en la suya mientras él se queja.

Una luz que me ha hecho olvidar como era estar en las sombras.

— Te quiero –digo pero sigue protestando.

— Yaa quita tu cara.

— Es tu culpa por alejarte mucho tiempo –digo y Murdoc para de forejear.

— No te había visto desde la mañana –razona y se pone de pie despegando su rostro del mío. Casi no nos vimos hoy.

— Yo tampoco –niego causando que ría.

— Imbécil –me incorporo y Murdoc me da una mano para ayudarme– estuve un poco ocupado, también...

— Lo sé, no importa –suelto su mano y sacudo la arena de mi ropa.

Murdoc de vez en cuando se encierra en su oficina "secreta" arregla ciertas cosas de finanzas y del álbum, no lo acompaño porque hacerlo es como ver a un robot refanfuñando  cada cierto tiempo, y eso no es lindo, apenas habla y cuando lo hace es para insultar, además tampoco soy de gran ayuda aunque quisiera, no soy muy bueno con los números quizás algún día estudie  y me convierta en contador o algo, Murdoc se estresa bastante y no me gusta que lo haga. Ya es gruñon de por sí, un Mudz estresado se le triplica.

ConfidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora