(Un mes después) 27 de Abril de 2015.
Salgo de mi habitación invadido por la ira. Me rasco los brazos con fuerza aún con las uñas cortadas.
— ¡¿Donde carajo esta la enfermera?! — Grito.
David. El "enfermero" que casi siempre se dedica a derribarnos se planta frente a mi.
— Aún no es hora de tu dosis. — Me suelta.
Me corro el pelo de la cara con asco.
— ¡¿Tú sabes bien cuando es hora de mi dosis, verdad pendejo?! — Le espeto apretando los puños.
— Sé perfectamente que aún no es hora. Son las 8 AM y siempre te veo mas calmado después del medio día ¿Por que no vas a recostarte un rato mas? ¿O quieres que te ayude a llegar a tu cama? — Contesta con tranquilidad mientras cruza los brazos.
Suelto una risa ahogada. Miro al moreno de mi estatura y aunque es un poco más musculoso yo, nunca puede derribarme solo, siempre tiene que llamar a su compañero para poder atarme a la cama. Miro en su brazo la marca de la mordida que le dí la semana pasada.
— No pude dormir en toda la puta noche y yo sólo necesito ¡¡UN PUTO VALIUM!! — Grito mientras lo empujo.
— ¡Ya me cansaste! — Me contesta mientras se abalanza sobre mí.
Me hace caer al piso pero forcejeo con sus brazos mientras le lanzo patadas a la espalda. Lo derribo y él pide ayuda.
— ¡Oscar!
El segundo "enfermero" entra corriendo y me quita de encima de él. Hago fuerza pero ambos me arrastran hasta mi habitación. Grito mientras me tiran a la cama y me atan. Mis muñecas ya tienen marcas de esa mierda. Cuando por fin estoy atado, los insulto y grito con todas mis fuerzas pero ellos me ignoran como hacen con todos los locos.
— ¿Estas bien? — Le pregunta Oscar a David.
Este asiente.
— Creo que pronto tendremos que ser tres para controlar a este muchacho. — Suelta mientras se agarra un hombro con cara de dolor.
El otro ríe sin ganas.
— Es cierto, para ser tan delgado tiene mucha fuerza. — Le contesta.
Yo abro los ojos como platos ¿Delgado? ¿Cómo que delgado?
— Por cierto... ¿Qué le pasó en el brazo? — Pregunta mirando la venda de mi brazo.
— Se cortó la otra noche con un cristal luego de tener un ataque por una pesadilla.
~•~
Entro al consultorio del doctor Moreno, el psiquiatra que se encarga de mi. El pelo me cae en la cara como siempre.
— Buenos días Julián. — Me saluda mientras me indica con la mano que me siente.
Lo saludo con un movimiento de cabeza. Desde que llegué aquí, él está a cargo de mi tratamiento. En este mes que llevo encerrado aquí he intentado de todas las maneras posibles lucir tan cuerdo como puedo pero las reglas de este lugar y los horarios hasta para ir al baño me están enloqueciendo más de lo que ya estoy. Y lo peor de todo... los medicamentos. Me dan hasta una pastilla para dormir aunque ya este muerto de sueño. Esta gente quiere matarme... lo sé.
— Me han informado que esta mañana estuviste un poco alterado. — Me dice cruzando los brazos.
— Yo no estuve alterado. Simplemente quería un Valium.
— Sabes bien que tu dosis no te la dan hasta las 11. Antes del almuerzo.
Asiento.
— Es que pasé una mala noche.
Levanta las cejas.
— Soy todo oídos y de paso cuéntame cómo va la herida de tu brazo. — Me alienta a hablar.
Me quedo callado un segundo y miro la venda que rodea mi brazo derecho en donde intenté cortarme por haber soñado a Ivanna acostándose con Lucían. No creo que sea nada malo hablar. Tal vez me saque el peso que tengo encima por lo menos por ahora.
— Volví a soñar con ella. — Confieso.
— ¿Sólo con ella? — Pregunta
— Y con papá... pero ella es lo que me pone nervioso.
Se queda callado un segundo.
— La señorita Ramírez... ¿Quieres hablar de ella?
Se me cae el alma a los pies.
— No quiero hablar de ella, quiero verla. — Espeto.
— Sabes bien que mientras más digas eso menos posibilidades tienes de verla. — Contesta.
Yo siento pánico en el pecho. Decido cambiar de tema.
— ¿Ya tiene mi diagnóstico? — Pregunto.
Él asiente.
— ¿Y por qué aun no me lo dice?
— Julián, tenemos una normativa en este hospital de no decir el diagnóstico a los pacientes más agresivos.
Levanto las cejas y luego me acerco a él, sonriendo.
— Doctor, yo no soy agresivo, la gente me hace agresivo.
Él aparta su mirada de la mía y cambia de tema. Yo pongo los ojos en blanco. Lo único que quiere el medico es que olvide a Ivanna, resuelva los problemas que tengo con mi padre, mi pasado y siga con mi vida. Yo no puedo hacer eso. Mi psiquiatra me habla de cambios, mientras yo planifico la manera de escabullirme, robar mi archivo y leer mi diagnóstico.
— Tal vez podrías pensar en cortarte el pelo.
El doctor me saca de mis pensamientos ¿Mi pelo? No... no. Niego con la cabeza repetidas veces.
— ¿Por qué no? — Pregunta.
— Mantiene a la gente peligrosa lejos de mí. — Contesto.
— ¿A qué te refieres con peligrosa?
Me quedo callado y se me viene a la cabeza otra pregunta para hacerle al doctor. Necesito la opinión de alguien más.
— Doctor... ¿Usted cree que estoy delgado?
Él me mira perplejo.
— ¿Delgado?
Asiento varias veces.
— Pues... sí. Eres bastante flaco y también muy alto a decir verdad. — Me contesta.
Trago saliva. Lo de alto lo sé, pero ¿flaco? Debo lucir escuálido y desagradable. Necesito ponerme en forma y cambiar mi estética.
— ¿Aquí hay gimnasio? — Pregunto.
Él asiente.
— ¿Podría usarlo?
— Por supuesto que sí pero... ¿A qué se debe tu repentino interés por hacer gimnasia?
Le sonrío.
— Sólo quiero mantenerme en forma. — Contesto intentando sonar lo más normal posible.
Espero que a Ivanna le gusten los músculos.

ESTÁS LEYENDO
No sin ella. [1] (BILOGIA)
RomanceJulián es un joven de 18 años, problemático, con problemas de ira e higiene debido a traumas de la infancia. En su último año de secundaria se encuentra totalmente perdido y sin dirección debido a drogas y alcohol. Todo lo que tiene es el sustento d...