Llego a mi casa con un nudo en la garganta. Camino hacia las escaleras sin siquiera fijarme si cerré la puerta.
— ¿Julián? — Me dicen a mis espaldas.
Me volteo levantando las cejas. Mi madre me mira con una mano encima de la otra y con ojos preocupados.
— Pasaste por mi lado y no me saludaste... ¿Estas bien? — Me pregunta.
El nudo en la garganta se me hace más grande. Me corro el pelo de la cara y puedo verla mejor. Con su delantal rosa de cocina y el pelo dorado que le cae por los hombros. Niego con la cabeza despacio mientras la cara se me contrae de a poco. Su cara de preocupación aumenta.
— Mi vida... ¿Qué tienes? — Me pregunta mientras corre a abrazarme.
Rompo a llorar al siguiente segundo que me toca. La paso los brazos por los hombros y la abrazo fuerte mientras sollozo en su hombro. Tengo que agacharme un poco ya que soy varios centímetros más alto que ella.
— Cuéntale a mamá que es lo que pasó... — Me dice en el oído.
Sus palabras dulces sólo hacen que llore más. Luego de un momento me agarra de la cintura y me lleva a la cocina. La dejo hacerlo. Seguramente me va a preparar un café con un pequeño chorro de leche para calmarme. No sé si eso calmará la angustia pero si de algo estoy seguro... No hay como los abrazos de mi madre.
~•~
Con una bandita elástica me amarro el pelo, dejando mi rostro al descubierto. Me acabo el café que me preparo mamá mientras termino de contarle de Ivanna.
— ¿Entonces ella se enojó contigo? — Me pregunta mientras pone su taza en el fregadero.
Asiento con la cabeza.
— Me odia. — Contesto.
— Oh mi cielo... No te odia. Es sólo que eres un tanto difícil.
Asiento de nuevo con la cabeza. Dime algo que no sepa.
— No te angusties hijo. Anímate ¿Sabes lo que deberías hacer? Este lunes acércate a ella, saludala, pregúntale como está y luego pídele disculpas por causarle dolor de cabeza hoy.
Sonrío con tristeza y meneo la cabeza.
— No creo que me escuche... mírame. — Le contesto y la angustia vuelve a aparecer.
— ¡Pero que dices! — Exclama levantando las manos. — Yo veo a un muchacho fantástico y un excelente partido... — Guiña el ojo y me sonríe.
Le devuelvo la sonrisa y luego me levanto de la mesa. Intenta que me quede más tiempo con ella, pero invento la tonta escusa de que tengo que estudiar y me voy a mi cuarto. Aunque le conté poco y nada de Ivanna a mamá, tiene razón. Le cause dolor de cabeza y lo justo sería que le pidiera disculpas. Mientras me desnudo y entro en la ducha llamo a Martín y lo pongo en alta voz.
Le cuento lo que mamá me aconsejó y espero su respuesta. Aunque sé que siempre sus respuestas son negativas y más con respecto a Ivanna.
— ¡Dos preguntas! — Exclama.
— ¿Qué?
— ¿Te estas duchando, mugre?
Me río con ganas debajo del chorro de agua.
— Si. Ya pasaron dos años. — Contesto con sarcasmo.
Reímos juntos.
— ¿Cuál es la otra pregunta?
Se queda en silencio unos segundos.
-— ¿No crees que ya es tiempo de dejar este tema de Ivanna? Digo... con lo que pasó hoy, creo que ya deberías darte cuenta que no te mira con buenos ojos... Y lo que dijo tu mamá... ella no sabe que no es sólo una chica que te gusta. Estas tan obsesionado con ella, que hasta me da miedo. — Me dice.
— Exageras. — Le digo casi de inmediato.
Luego de una corta charla, le corto y salgo de la ducha. Hago mi pelo largo y rubio para atrás. Cuando estoy casi seco salgo hacia mi habitación pero me detengo en la entrada. Mi cuarto es un maldito desastre. Un poco molesto, pateo las cosas tiradas en el piso para los costados y debajo de la cama.
Una vez seco, busco ropa limpia en el placard. No hay nada, sólo unos cuantos trapos olvidados hace tiempo. Miro al rededor de la habitación ¿Hace cuanto que no lavo mi ropa? ¿Y por qué mi mamá no lavó mi ropa?... Entonces recuerdo que cierro casi siempre la puerta con llave y nunca la dejo pasar a mi habitación. Encuentro una remera negra tirada y está mas o menos limpia. Me la pongo y busco ropa interior y un pantalón. No me fijo si estan limpios. Es mejor así.
Bajo hacia la cocina y busco una bolsa negra de consorcio. Vuelvo corriendo a mi habitación y comienzo a juntar toda la ropa tirada en el piso y las tiro dentro de la bolsa, para que mamá las lave. En poco tiempo la bolsa se llena y aún hay demasiada ropa tirada... Tendré que conformarme con esto.
Bajo y se la doy a mamá que me mira con cara perpleja. Jamás hice esto. Cambiar mis hábitos.
Cuando subo nuevamente, miro la persiana grande que da hacia el balcón de mi habitación, que jamás abrí. ¿Debería abrirla? Creo que sería bueno para ventilar mi cuarto. Cuando las puertas de vidrio están abiertas, una ola de polvo sale hacia afuera. Con la luz que entra me doy cuenta que mi cuarto está incluso peor de lo que creí. ¿Cómo Ivanna podría fijarse en mi? Soy un maldito desastre. Tal vez si cambio todo lo que está mal en mi, ella podría estar conmigo. Es todo lo que quiero, todo lo que necesito. A ella. Incluso estoy dispuesto... a cortarme el cabello.
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No sin ella. [1] (BILOGIA)
Roman d'amourJulián es un joven de 18 años, problemático, con problemas de ira e higiene debido a traumas de la infancia. En su último año de secundaria se encuentra totalmente perdido y sin dirección debido a drogas y alcohol. Todo lo que tiene es el sustento d...