— ¡Julián! — Me grita alguien detrás de mí.
Me volteo y veo trotar a mi mejor amigo hacia mí.
— ¿Qué quieres Martín? — Pregunto sin ánimos de que me jodan.
Él alza las cejas y me mira sorprendido.
— ¿Qué quiero? Saber que carajos pasó ahí dentro. Eso quiero.
Pongo los ojos en blanco.
— No pasó una mierda. — Le digo mientras me volteo para irme.
Él rápidamente se pone en frente de mi.
— A mi no me mientas. Te conozco como si fueras yo mismo. Por como la miraste cuando te fuiste debió hacer algo muy malo. Casi te la comes con la mirada. — Me espeta.
Yo exploto.
— ¡Ella me tocó! ¿Ya? ¡Me tocó la mano!
Martín me mira como si me hubiese salido otra cabeza.
— ¿Y eso que tiene de malo?
— ¡Su piel sobre la mía era como ácido, veneno o agua hirviendo! ¡¿Cómo es posible que yo no pueda tocarla sin que me traten como psicópata y ella viene tranquilamente y pone su mano sobre la mía?! ¡Es injusto!
Martín se queda un segundo callado.
— Entonces en conclusión... ¿Qué es lo que quieres? — Pregunta.
Busco las palabras, pero no encuentro otras más leves que expliquen lo que quiero. Me acerco para que sólo él pueda escucharme.
— Quiero desgarrar su ropa y cogermela hasta dejarla sin sentido todas las veces que se me venga en gana...
Me mira perplejo y alza las cejas.
— ... Y que nadie me diga nada. — Remato.
Quiero hacer con ella lo que se me venga en gana. Tenerla solo para mí, llevármela lejos y tener a mi disposición su cuerpo y toda ella, hasta el último día de mi vida y lo más necesario de todo, que Ivanna quiera hacer todo eso conmigo. Siento que la necesito en todo sentido. Martín se queda callado un segundo, tratando de digerir lo que dije.
— ¿Ese es el puto problema? ¿Te la quieres coger? ¿Y que pasará cuando lo hagas? ¿Todo lo que pasaste sólo por una calentura?
Niego con la cabeza, es más como una necesidad física y psicológica.
— Esto no es una calentura. Esto es algo más... algo que me asusta. — Balbuceo.
El timbre de entrada suena y tenemos que volver. Martín camina adelante de mi. Seguro se inquieto con lo que le dije ¿Quién no lo haría? Entro a el aula y veo de reojo que Alex, la amiga de Ivanna está sentada a su lado. Sin mirarlas, paso de largo y me siento con mi mejor amigo.
— Si quieres hacer eso sin que nadie te diga nada, comienza por ser amable con ella. — Suelta de golpe Martín.
Lo miro ¿Qué?
— ¿Sabes lo que significa "Conquistar"? Cuando lo hagas, podrás acostarte con ella y ahí sabrás si es calentura.
Él me devuelve una mirada divertida. No me hace gracia. Estoy seguro que Ivanna no es una calentura. Ósea, daría cualquier cosa por cogermela pero lo que siento es distinto. Es una atracción mortal. Puede llegar a matarme porque lo único que lograría el sexo, es acrecentar mi amor por ella.
La profesora entra y se hace un silencio, seguramente ya corrigió todos los trabajos.
— Muy bien, e corregido todos los trabajos, solo hubo un 10. Aunque todos están aprobados. El trabajo que saco 10 fue el del señor De Páez y el de la señorita Ramírez. — Comunica la profesora con los trabajos en las manos.
NO. ME. JODAS. Continúo mirando a la profesora con cara sería pero estoy estupefacto. ¡Saqué un 10! Y todo por sentarme con Ivanna.
— ¡Lo hiciste bien imbécil! — Me dice Martín.
Lo miro con una sonrisa cuando por fin logro descongelar mi rostro y luego miro a Ivanna. Pero ella está de espaldas y ni siquiera me mira. Se me borra la sonrisa ¿Estará enojada? ¿La trate mal? Carajo. Tengo que arreglarlo. Le pediré que se siente conmigo mañana.
~•~
— ¡¿Te vas a sentar con ella?! — Exclama Martín alarmado.
Asiento y salgo hacia la entrada luego de que el timbre de salida suene.
— ¿Y por qué yo tengo que sentarme con Dora la exploradora? — Pregunta nuevamente en mal tono.
Reprimo una sonrisa.
— Se llama Alex y sé amable con ella es la mejor amiga de Ivanna.
Martín refunfuña detrás de mí.
— ¿Y por qué tengo que ser tu conejillo de indias?
Me volteo ahora con una sonrisa.
— Porque eres mi mejor amigo. — Contesto.
Él asiente reprimiendo una sonrisa. Veo a Ivanna caminando de espaldas hacia un árbol que está apartado de la escuela. Seguro allí espera a su madre.
— Voy a preguntarle. Nos vemos mañana. — Saludo a mi amigo ansioso por irme tras ella.
— Ojala te diga que no. — Lo siento hablar detrás de mi.
Pongo los ojos en blanco. Camino hacia ella y cuando la tengo a medio metro de mi no me animo a decirle nada. ¡Dí algo! Que idiota soy. Al parecer siente mi presencia porque se voltea y me mira.
— Hola. — La saludo intentando sonar amable.
Me mira de arriba a abajo.
— Quería decirte que... — Me rasco la cabeza de los nervios ¿Qué carajo le digo? — ...perdón por dejarte sola hoy, es que surgió algo entre Martín y yo.
Soy un maldito mentiroso, pero espero sirva.
— No pasa nada. — Contesta sin más.
¿Qué se supone que debo contestar a eso? Se hace un silencio incómodo.
— Me alegro de que nuestro trabajo allá sido el mejor ¿Sabes? Hacemos un buen equipo. — Le digo de golpe buscando romper el silencio.
Ella levanta las cejas al mirarme.
— Si... Yo también estoy feliz, es una buena nota... — Me contesta.
— Deberíamos sentarnos juntos. — Las palabras salen de mi antes de que pueda detenerlas.
— ¿Cómo?
Siento el calor subir hacia mi cara.
— Si... porque hago mejor las tareas contigo que con Martín y podrías ayudarme a subir mis notas... Si no quieres, lo entiendo perfectamente. — Le explico intentando sonar lo menos nervioso posible.
Sigo sintiendo el calor en mi maldita cara.
— Si quiero. — Contesta riendo. — No le veo el problema, además si me lo pides por tus notas, será un bien para ambos.
Abro los ojos como platos antes de que pueda darme cuenta. Si... por mis notas. Tengo ganas de saltar de la felicidad.
— ¡Okey! Entonces sentémonos juntos.
Estoy tan entusiasmado porque sea mañana. La bocina de un auto interrumpe nuestro momento. Ambos miramos hacia el otro lado de la calle. Es la madre de Ivanna que nos mira con cara seria. Ella le hace un gesto de que espere.
— Bueno ya me voy, te veo mañana. — Me saluda.
— Claro... — Contesto y me volteo para irme pero...
¿Y si se olvida y no lo toma en serio? Me vuelvo hacia ella de golpe y se lo recuerdo nuevamente.
— ¿Mañana nos sentamos juntos verdad? Sólo para asegurarme... — Pregunto.
Asiente con una sonrisa y me saluda con la mano antes de cruzar la calle y meterse en el auto de su madre.
Yo camino hacia mi auto conteniendo la euforia y felicidad que siento.
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No sin ella. [1] (BILOGIA)
RomansaJulián es un joven de 18 años, problemático, con problemas de ira e higiene debido a traumas de la infancia. En su último año de secundaria se encuentra totalmente perdido y sin dirección debido a drogas y alcohol. Todo lo que tiene es el sustento d...