Saca su bolso de mi mochila y lo mira estupefacta. Tensa la mandíbula y levanta una mirada inquieta hacia mí. Abre el bolso y lo primero que saca es su teléfono celular.
— Lo arregle para tí. — Balbuceo esperando arreglar algo de la situación.
Lo deja a un lado y saca la caja de perfume Kenzo Flower nuevo. También lo deja a un lado... Okey, esto no va bien. Contengo la respiración. Saca su tablet, apagada obviamente. Por último saca el nuevo estuche de maquillaje lleno de distintos tipos de maquillajes que le compre. Por favor di que te gusta... o que me perdonas pero di algo. Desliza el cierre y mira todo detenidamente. Luego de unos segundos de agonía sin saber que le pasa, cierra el estuche rápidamente y con un movimiento brusco.
Oh no... Me quita la capucha de golpe para poder ver mi rostro y luego me abofetea en el rostro.
— Mandaste gente a pegarme, eres una mierda. — Me susurra con asco.
Ignoro el picor en mi mejilla y la miro con ojos asustados.
— Estaba enfadado. — Le contesto también en un susurro quebrado.
Ojalá pudiera decir otra cosa para que ella pueda entender porque lo hice y perdonarme. Pero no, está furiosa conmigo.
— No es justificación, lárgate de mi casa si no quieres que empiece a gritar. — Me amenaza mientras se acuesta de espaldas a mi y se tapa con sus cobijas nuevamente hasta la cabeza.
Me levanto de la cama y la miro desde donde estoy. Comienzo a quitarme la ropa. Vamos a arreglar esto... tengo que arreglar esto. Dejo mi mochila con sus cosas a un lado de la cama. Me quito la campera y el pantalón. Me quedo en musculosa y en boxer. Levanto las cobijas y me acuesto al lado de ella.
— Perdóname... — Susurro con la voz más dulce que tengo. — Créeme que me dolió más a mí que a tí. No me sentí mejor en lo más mínimo después de todo eso.
Se queda en silencio. Decido seguir hablando.
— Déjame intentar reparar todo lo que hice, haré que lo olvides todo.
Toco su hombro para poder sentirla mas cerca de mí.
— No, lárgate. — Me ordena ignorando mi disculpa.
Suspiro profundamente. Me planteo a mi mismo levantarme e irme pero mi locura por arreglar las cosas con ella, es más fuerte. Necesito estar con ella.
— Vamos... date vuelta. — Le pido esperando que por lo menos acepte mirarme a los ojos.
Se voltea lentamente por debajo de las colchas. Es buena señal, podremos mirarnos y resolver todo. Se asoma por debajo de las cobijas y puedo ver lágrimas mojando su rostro. No me sorprende que esté llorando. Seguro se siente triste y furiosa.
— Me duele la cabeza. — Se queja mientras intenta no llorar más.
— Ven aquí, déjame cuidarte. — La consuelo mientras la rodeo con los brazos.
Déjame cuidarte, déjame tenerte, dejame amarte... Por favor. Se deja llevar por mí. La levanto y la dejo tendida sobre mi pecho para que pueda estar cómoda. Ella no opone resistencia y tengo curiosidad de saber porque.
La siento sollozar encima de mi pecho. Yo la rodeo aun más fuerte con mis brazos.
— Desahógate toda la noche si quieres, yo estaré aquí para tí. — La consuelo.
Se sorbe la nariz contra mi camiseta. No me molesta. Estoy seguro que yo estoy mejor aquí que ella.
— ¿Crees que podrás perdonarme?
Se queda un segundo callada.
— Eres impaciente. — Se queja finalmente.
— Oh... lo siento. No elegí ser así.
La veo alzar las cejas.
— Nadie puede en realidad.
¿Qué quiere decir con eso? Nos quedamos un momento en silencio mientras le doy caricias para que se sienta mejor pero aún así puedo sentir que tiene cierto grado de incomodidad.
— ¿Cuánto te quedaras? — Pregunta de la nada.
— Hasta que salga el sol. — Me quedaré con ella todo lo que el mundo me permite.
Lanza un suspiro como si estuviera cansada de mi. El alma se me cae a los pies.
— ¿Quieres que me vaya? — Pregunto de golpe.
No me iré quiera o no, pero necesito saber que siente. Siento que su cuerpo se tensa, se aferra a mis brazos y niega con la cabeza respectivas veces. Sentir que ella quiera que me quede, me hace experimentar una sensación de placer que jamás antes había sentido antes. Necesito decirle lo que yo siento, tengo que ser honesto.
— Quieras o no, de todos modos me quedaré, esperé desde que me abandonaste en el sótano de la escuela. — Mi voz tiene un poco de resentimiento, cosa que no planeaba.
Levanta la cabeza y me mira sorprendida.
— ¿Disculpa? Pero yo no fui la que golpeó y secuestró a nadie.
¿Que? ¿Es en serio?
— No parecías tan asustada cuando te sacaba la ropa. — Le contesto ennarcando una ceja y sonriendo débilmente.
Da un respingo. Se aleja de mí y yo siento como si me hubieran arrancado una extremidad. Como si estuviera perdiendo una parte de mí. Se sienta en la cama y me da la espalda.
— Voy a abofetearte de nuevo. — Me advierte.
No quiero enfadarla. Me siento y la rodeo con los brazos desde atras. Ella no se resiste a mis abrazos. Intento explicarlo de la mejor manera que puedo.
— Entiende, después de eso, no te volveré a dejar. No te volveré a perder, la pasé tan mal sin tí...
Afirmo mi cara en su hombro. Ella se gira hacia mi para observarme y yo alzo la cabeza para mirarla mejor. Me planta un beso en los labios que me toma por sorpresa y lo recibo con entusiasmo. Ella se aleja de mi y vuelve a mirarme. Estoy inquieto y sobresaltado. Lo único que pienso es que necesito volver a besarla.... y también necesito volver a probar su piel. Quito esa idea rápidamente de mi cabeza. Si pienso en eso, no podré responder de mí.
Puedo notar que está confundida y seguramente también esté asustada pero yo no puedo permitirme en sentir pena por ella. Si siento pena por lo que le hice a Ivanna, lo justo sería que me aleje de ella...y yo... No puedo hacer eso.

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No sin ella. [1] (BILOGIA)
RomanceJulián es un joven de 18 años, problemático, con problemas de ira e higiene debido a traumas de la infancia. En su último año de secundaria se encuentra totalmente perdido y sin dirección debido a drogas y alcohol. Todo lo que tiene es el sustento d...