Ivanna me evita todo la jornada de clases. No sale del aula en ningún momento, ni siquiera para ir al baño y siempre está rodeada de sus amigas o con Alex.
A pesar de mis nervios, intento ser paciente. Cuando toque el timbre de salida, en algún momento, tiene que quedarse sola y ahí podré hablar con ella. Espero todo el día. Si intenta escapar de mí, me voy a enojar mucho con ella y soy capaz incluso de escabullirme en su casa.
La profesora da por terminada la última hora de clases. Intenté prestar atención pero me resultó imposible. Mientras guardo mis cosas, intento no parecer desesperado por salir y que Ivanna no se me escapé.
— ¿Quieres que te acompañe? — Me pregunta Martín.
Niego con la cabeza.
— No... gracias. Necesito hacerlo sólo.
— Esta bien amigo... Y si te dice que no...
— No puede decirme que no. — Lo interrumpo.
No puede hacerme eso... No puede.
— Digo... en el caso que lo haga...
Me le quedo mirando.
— No le voy a hacer daño. — Miento para tranquilizarlo.
Martín entorna los ojos. Es como si pudiera ver lo que pienso. A veces siento que hablo con mi subconsciente cuando hablo con él. Se que crecimos juntos y es como un hermano para mí, pero ahora que lo pienso no me gusta que me conozca tanto. También sé que jamás me traicionaría y yo tampoco pero me pone un poco nervioso saber que existe una persona que conoce todas las locuras que pasan por mi cabeza.
— Espero que no le hagas daño... Si lo haces no te mandarán a un manicomio, te mandarán a un lugar mucho peor, podrían encerrarte para siempre y para siempre es un tiempo muy, muy largo. — Me dice en modo de advertencia.
Me le quedo mirando. Tiene razón. Pero aún así, consciente de eso, soy capas de hacer cualquier cosa si ella me dice que no. El timbre de salida suena y todos comienzan a salir. Ivanna sale disparada hacia la puerta y las molestias en mi cabeza comienzan a aparecer. No irás a ningún lado, porque tu madre no vendrá.
Salgo hacia el patio de entrada junto con mis amigos, intentando parecer normal. Miro para todos lados y no la veo por ningún lado. Seguro se fue a parar en ese árbol de mierda donde siempre espera a su madre.
Saludo a mis amigos y me voy a paso acelerado, ignorando la mirada de advertencia de Martín. Voy hasta el árbol y descubro a Ivanna parada ahí. Por suerte el patio de la escuela ya se esta vaciando. No se da cuenta de que me estoy aproximando a ella. Mira para todos lados, esperando que su madre aparezca en cualquier momento.
Cuando estoy a unos pocos pasos de ella, puedo verla cerrar los ojos y apoyar la espalda en el árbol. Se dio cuenta de que estoy aquí. Estuve esperando este momento toda la maldita madrugada y toda la mañana.
— Por fin. — Digo para mí mismo en voz alta y acercándome más a ella.
Ivanna abre los ojos y voltea la cabeza para mirarme. Su mirada me transmite miedo y rechazo. Odio eso. Me lastima. La miro, serio.
— Hola Julián, yo también me alegro de verte. — Me saluda con voz apagada.
Fuerzo una sonrisa ¿Incluso se da el lujo de ser sarcástica conmigo? Decido ignorar ese saludo ridículo.
— ¿Sabes? Me alegra encontrarte sola y no con tu niñera guardaespaldas. — Le digo refiriéndome a la metiche de Alexa.
— Y no te molestes en esperar a tu madre. — Agrego despreocupado.
Abre los ojos como platos, totalmente alarmada.
— Si llegas a hacerle daño...
— No le hice nada. — La interrumpo con dureza.
Me tiene como si fuera un monstruo que destruye todo lo que se pone en su camino.
— Deberías revisar tu celular.
Busca su teléfono en su bolso con rapidez. Cuando lo encuentra lo mira por unos segundos, confundida, sin saber como hice que su madre no llegar aquí a tiempo. Larga un suspiro de alivio al ver que su madre está ilesa y luego me mira.
— Okey ¿Y ahora qué? — Pregunta como si nada.
Le devuelvo la mirada y nos miramos detenidamente. Puedo notar que está estudiando mi cara. Me mira el cabello que cae por mi frente... Si ya sé que está creciendo. Me soplo el flequillo haciendo que se mueva y luego vuelva a donde estaba. Ella aparta la mirada y puedo notar que sus mejillas se tiñen de rosa. Reprimo una sonrisa sin dejar de mirarla. Es adorable la maldita.
— Pues... he venido a buscar mi respuesta, dime ¿Pensaste en lo que te propuse? — Pregunto sin saber que decir.
— ¿Quién no podría? — Me responde sin mirarme.
Me quedo callado un segundo.
— Ivanna mírame. — Le suelto de golpe.
Ella clava su mirada en mí y yo la aparto inmediatamente por los nervios. Jamás pensé que me pondría tan nervioso. Me paso la mano por la nuca y el cuello. Veo de reojo que enarca una ceja.
— ¿Qué?
Su voz me pone nervioso. Me obligo a levantar la mirada y largo un suspiro que recién me doy cuenta que estaba conteniendo.
— ¿Quieres ser mi novia?
Siento el calor subir a mi cara de a poco ¡Dios! Me mira y se queda en silencio. Los peores segundos de mi vida ¿Por qué mierda se queda callada? La miro expectante ¡Di algo por el amor de Dios! Ella abre la boca.
— No Julián.
Dos palabras. Dos palabras que lograron romper mi alma en mil pedazos en tan sólo segundos y todo mi mundo se viene abajo. Palidezco y me tiembla el labio. Aparto la mirada de ella porque no puedo aguantar ni un segundo más la humillación de su rechazo. Suspiro profundamente mientras me tomo la nuca con las dos manos ¡Cómo me duele, con una mierda! ¡La angustia en el pecho me está matando!
¡¿Cómo se atrevió a rechazarme?! Se burla de mí y de mis sentimientos, piensa que soy su puto chiste pero esto no se queda así... ¡Esto lo pagará muy caro!
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No sin ella. [1] (BILOGIA)
RomanceJulián es un joven de 18 años, problemático, con problemas de ira e higiene debido a traumas de la infancia. En su último año de secundaria se encuentra totalmente perdido y sin dirección debido a drogas y alcohol. Todo lo que tiene es el sustento d...