(23)

14K 967 97
                                    

Dos semanas después (22 de Mayo del 2015)

Estoy haciendo dominadas en la barra del gimnasio. Los músculos se marcan en mis brazos mientras subo y bajo. Cuando aterrizo en el suelo, voy a buscar mi botella de agua pero algo en la puerta capta mi atención. Me volteo y veo al enfermero David parado, mirándome.

— Te quedan 30 minutos. — Me anuncia.

Asiento mientras tomo agua. Sólo necesito 15. Normalmente se va luego de anunciarme el tiempo que me queda pero hoy se queda parado, mirándome.

— ¿Necesitas algo más? — Pregunto sin mirarlo.

Veo de reojo que niega con la cabeza.

— ¿Subiste de peso? Nunca te había visto sin remera. — Me dice.

Yo lo miro de golpe y luego me miro al espejo. Me saque la remera porque últimamente transpiro demasiado en el gimnasio. Los abdominales se están comenzando a marcar, mis pectorales se asoman tímidamente y mis bíceps comenzaron a crecer... creo que luzco mejor.

— Lo lamento... No sabía que no se podía. — Balbuceo mientras agarro mi musculosa del suelo.

— No es nada. Normalmente sólo vienen los bulímicos o anoréxicos aquí. Asi que tendrás el gimnasio par ti sólo la mayoría de las veces. — Me contesta con voz amable.

Yo le sonrío.

— Y ya deja de crecer... tengo a varias enfermeras babeando por tí. — Suelta mientras se voltea para irse.

Doy un respingo ¡¿Que?!

                             ~•~

Entro al consultorio de mi psiquiatra y me siento frente su escritorio.

— ¿Cómo estas Julián? — Me saluda mientras mira unos papeles.

— Bien supongo... ¿Y usted?

— Bien... ¿Por qué supones?

Deja de mirar los papeles y me observa.

— Estoy más tranquilo pero continuo teniendo pesadillas, es algo que no puedo evitar. — Le cuento.

— ¿Duermes bien? ¿Sufres de pesadillas cuando recibes la medicación? — Pregunta.

— Duermo menos de siete horas... las conté porque controlo el horario. Disminuyeron con la medicación pero siguen ahí. — Le contesto.

Él asiente mientras escribe notas.

— En pocos días se cumplirán dos meses desde que estas aquí. — Me cuenta.

Asiento.

— ¿Sientes algún cambió desde que ingresaste aquí? — Pregunta. 

— Si... muchos. Pero salieron a la luz problemas que no sabía que tenía. — Confieso.

— Eso es normal y más si comienzas terapia cuando nunca antes habías recibido.

Asiento y le doy una media sonrisa.

— Continúa mejorando y te daremos el alta antes de las vacaciones de invierno. De no ser así, perder el año escolar será el menor de tus problemas... así que esfuérzate.

— ¿Hace falta un mes más? — Intento no sonar ansioso.

Él asiente.

— ¿Te parece mucho tiempo o poco? — Pregunta sacándose los lentes de lectura.

— Tres meses en un manicomio... una eternidad. — Le contesto levantando las cejas.

Él lanza una risa.

— Julián... la gente pasa incluso años aquí dentro. Tú mejoraste rápido. Créeme. Y prefiero llamarlo Institución psiquiátrica, no manicomio.

Yo reprimo una pequeña carcajada. A nadie le gustaría contestar que trabaja en un "manicomio" cada ves que le preguntan en donde trabaja.

                                ~•~

4 de Junio del 2015.

Mamá entra casi corriendo con lágrimas en los ojos. Papá, mi hermanita Sofia y Martín vienen caminando detrás. La recibo con una sonrisa. Como hoy es la visita mensual, aprovecho para comentarles que ya casi estoy recuperado. Decidí ducharme y vestirme lo mejor que pude para recibir a mi familia.

Mamá cae en mis brazos. Me agarra de la nuca y me llena de pequeños besos toda la cara. Puedo incluso sentír el olor de su labial.

— ¡Mi pequeño bebe! ¡Mi chiquitín! ¡Te extrañé a horrores! — Me dice mientras se niega a soltarme.

— Tranquila mamá, yo también te extrañe — le digo abrazándola por la espalda.

Cuando por fin me suelta me mira detenidamente como verificando si aún soy yo.

— Te cortaste el cabello y... traes ropa limpia. — Me dice mientras me agarra de las manos.

Ella se voltea y mira a mi padre.

— Te dije que iba a estar bien.

Él le regala una sonrisa y luego se aproxima a mi. Me da un pequeño abrazo y me saluda.

— ¿Cómo estas hijo?

— Mejor que antes. — Contesto mientras tomo en brazos a mi hermanita Sofía 7 años y le doy un beso en el cachete.

Miro a Martín que este me observa como si me hubieran salido tres cabezas. Dejo a mi hermana en el piso.

— ¿Que te pasó? — Me pregunta mientras me da un abrazo.

Pongo los ojos en blanco.

— ¡¿Quién eres tú y que hiciste con Julián?! — Exclama alarmado.

— Yo también me alegro de verte maldito parásito. — Le contesto haciendo una voz dura.

Abre los ojos como platos.

— ¡No jodas! ¡Si eres tú! — Grita mientras sonríe como idiota.

Me agarra de los hombros y estudia mi nuevo yo. Yo le sonrío, divertido.

— Hermano, hasta subiste de peso. — Baja sus manos hasta mis brazos. —Me alegro de que estés mejor. Te juro que el cambio se te nota y menos mal que te quitaste ese maldito peluquín que traías en la cabeza.

— Deja de manosearme, esto ya se está tornando homosexual. — Lo empujo y lanza una carcajada.

El momento de felicidad termina cuando el doctor Moreno aparece detrás de nosotros.

— Me alegra verlos nuevamente. Siento interrumpir su visita pero necesito hacerles una devolución de el estado de su hijo. Sólo les robaré unos cuantos minutos. — Les pide a mis padres.

Mi madre asiente con una sonrisa nerviosa.

— Por supuesto Doctor. No sólo vinimos a verlo, sino también a saber de su estado de salud. — Le contesta papá.

Miro a Martín y pongo los ojos en blanco. Este mira al piso reprimiendo una risa.

— Volvemos en seguida hijo. Te dejo a tu hermana. No la pierdas de vista. — Me dice mamá.

Agarro a Sofía de los hombros.

— No te preocupes mamá, cuando vuelvas sólo me habré comido una o dos de sus extremidades. — Bromeo.

Frunce el ceño mientras menea la cabeza y luego se va con papá y el doctor.

— ¿Acaso estas nervioso? — Pregunta Martín

Asiento. A Martín no tengo por qué mentirle.

— El médico puede mentirme para calmarme... lo que realmente cuenta es lo que le dirá a mis padres.

— Amigo, ten calma. Mírate, jamás habías estado mejor. Saldrás de aquí, ya lo verás. — Intenta animarme.

Me quedo callado. Espero que sean ciertas las palabras que me dijo el médico. Necesito salir de aquí... Necesito salir e ir a verla.

No sin ella. [1] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora