Ni siquiera intento decir algo. Estoy petrificado. La miro fijo y ella reacciona.
— Mira, todo bien pero me asustas cuando me miras de esa manera. — Me dice con voz temblorosa pero firme.
¡¿Qué?! ¡¿La asusto?! Si Martín estuviera aquí me diría "te lo dije". Parpadeo varias veces, perplejo.
— Claro... perdón. — Le contesto en voz baja.
Me vuelvo a quedar callado. Busco palabras para expresar lo que siento, pero ella está ansiosa e inquieta.
— Así que... ¿Necesitas algo de aquí? Me voy así lo busques tranquilo. — Me dice fingiendo tono amable mientras intenta irse a paso acelerado.
No. No puedo dejar que te vayas. No te irás. Sin pensarlo y con un movimiento rápido me planto en frente de ella bloqueandole el paso. Levanta una mirada perpleja y algo alarmada.
— No quiero nada de acá. — Me obligo a decirle. — Vine a hablar contigo.
Se rasca la cabeza, inquieta y vuelve a cruzarse de brazos. Esa actitud me dice sólo dos cosas. Me odia tanto que ni siquiera puede estar en la misma habitación que yo o me tiene miedo.
— Bueno dime. — Me dice de manera tensa. — Soy toda oídos.
No te sale fingir, Ivanna.
— ¿Acaso me tienes miedo? — La pregunta sale de mi antes de que pueda detenerla.
— ¡Claro que no! — Miente de inmediato.
— No me temas...— Intento tranquilizarla. — A ti no te haré nunca nada.
— Mira, dime lo que tengas que decirme y luego vete, estoy esperando a alguien. — Espeta, ignorando lo que le digo.
Alzo las cejas sorprendido pero creo que no se da cuenta de mi expresión por el pelo que me cae encima del rostro. ¿Está esperando a otro? ¿Cómo pude ser tan estúpido de pensar que vino a estudiar? Fuerzo una risa. Mataré a golpes a quien se atreve a meterse con Ivanna. Además nadie podrá entrar aquí porque trabe la puerta.
— Oh... tranquila, nadie nos interrumpirá.
Me acerco un paso a ella, para que la situación sea ¿Romántica? ¿Íntima? No se, sólo quiero estar más cerca... pero ella entra en pánico.
— Alejate de mi. — Me advierte levantando un manos y mirando al piso.
Doy un respingo pero ella sigue.
— ¡No por que tu padre sea el jefe del mío significa que vengas a intimidarme, juro que no volveré a gritarte delante de todos pero ya ¡alejate de mi! — Me grita.
Me quedo estupefacto y abro los ojos como platos ¡¿Mi padre es jefe del suyo?! Wow. No puedo creerlo. Incluso me causa gracia. Sonrío con todas mis ganas y me le quedo mirando. Levanta la mirada al ver que no digo nada.
— Okey... — Río. — Eso si que no lo sabía. Me acabas de dar una información bastante interesante.
Pero a ella no le causa nada de gracia. Luce herida y preocupada. Se tapa la boca y cierra los ojos con fuerza en un intento por no llorar. Se me borra la sonrisa de golpe... no, no, no... no llores. No quise hacerte daño. Me acerco más a ella.
— No... perdón... por favor no llores... mírame. — Le toco el hombro tratando de consolarla.
Mi cuerpo siente electricidad por sólo sentir su tacto... pero no dura mucho. Se aleja rápidamente como si hubiera echo algo indebido. Frunzo la boca y respiro fuerte. Eso me dolió. Pero no puedo dejar que se de cuenta.
— Solamente vine a disculparme por haberte causado dolor de cabeza el viernes pasado. No volveré a molestar. — Le digo.
Abre los ojos como platos.
— ¿Qué?
— Lo que escuchas, no fue mi intención...
— Ya lo sé, te escuche bien pero...
Antes de que ella me pueda decir algo más, siento una presencia detrás mío. Me volteo y Lucían esta parado en el umbral del pasillo. Me mira con asco. Pendejo de mierda.
— Perdón por la tardanza Ivanna, alguien trabó la puerta de la biblioteca. — Le dice a Ivanna pero sigue mirándome.
No me intimida. Le devuelvo la mirada y la contengo.
— ¿Trabaste la puerta? — Me pregunta Ivanna con todo acusatorio.
Yo me volteo y la miro. Parpadeo y trago saliva. No tengo escusa para explicarle por que trabe la puerta.
— ¿Acaso interrumpí algo? — Pregunta el imbécil de Lucían mientras eleva su horrible ceja y se pone las manos en la cintura.
Pongo los ojos en blanco. Este imbécil me está cansando.
— No. — Le contesta Ivanna.
— Si. — Espeto al mismo tiempo.
— Bueno, Ivanna ¿Vienes conmigo? Teníamos que hablar en privado ¿Recuerdas? — Le pregunta.
— Si. — Contesta rápidamente mientras pasa por mi lado sin siquiera mirarme o decirme adiós.
Lo agarra del brazo y se va con él. Siento que me falta el aire. Cuando estoy seguro que estoy solo, caigo al suelo lentamente intentando recuperar el aire. Me quedo de cuclillas ahí. Estaba esperando a ese maldito imbécil. Tengo ganas de arrancarle la cabeza a Lucían y luego gritarle en la cara a Ivanna que no puede volver a ver a ese idiota. ¿Pero cómo puedo prohibirle algo cuando ni siquiera puedo mantener una conversación normal con ella?
No puedo quedarme aquí. Camino a la puerta de biblioteca intentando contener la compostura. Estoy furioso y dolido. Tengo ganas de llorar y golpear absolutamente todo. Me agarro la cabeza sin saber que hacer, pero luego respiro hondo y me niego a llorar. No voy a llorar de nuevo por Ivanna.
Voy a dejar de perseguir a esa maldita como un perro faldero y voy a hacer las cosas a mi manera. Me voy hacia el aula, entro. Nadie se da cuenta de lo que me pasa. Sam me mira con la lengua para afuera pero la ignoro. Martín me recibe con una sonrisa pero se le borra al verme. Me siento a su lado y el me mira fijo.
— Dime que aún sigue viva. — Me espeta.
Volteo lentamente hacia él, con cara sería.
— Peor. — Contesto.
Sé que Martín pregunto con sarcasmo, pero siento que para mí es peor que esté con otro a qué este muerta.

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No sin ella. [1] (BILOGIA)
RomanceJulián es un joven de 18 años, problemático, con problemas de ira e higiene debido a traumas de la infancia. En su último año de secundaria se encuentra totalmente perdido y sin dirección debido a drogas y alcohol. Todo lo que tiene es el sustento d...