(4)

24.7K 1.5K 137
                                        

Jamás había sentido está sensación. Jamás me había importado nadie como para que pueda sentir algo. Es tan extraño y nuevo. Siento que me falta la respiración. Siento ansiedad y mucho disgusto ¿Acaso esta chica me hace sentir algo más que atracción? Sacudo la cabeza antes de salir disparado hacia ellos justo cuando la campana de entrada suena. Listo para matar a quien sea. Ellos entran, despreocupados. Un grupo de chicos me bloquea el paso y tardo en llegar a ellos. Tengo ganas de empujar a medio mundo con tal de llegar a Ivanna y ver que carajo esta pasando con Lucían. Cuando logro entrar, no los encuentro. Miro para todos lados. Mierda. Una mano me toca el hombro. Yo volteo de golpe. Es Martín. Pongo los ojos en blanco, ya me imagino lo que me quiere decir.

— ¿Se puede saber que carajo pasa contigo?

Yo niego con la cabeza mientras intento mirar nuevamente. No importa cuántas veces le explique, él no me entiende.

— Sólo estoy esperando para entrar. — Contesto fingiendo demencia.

— Claro...

Su tono es sarcástico y suena molesto. Pocas veces Martín se pone serio y creo que se dió cuenta que lo que me pasa, no es para tomarlo en chiste. Claramente, no me cree, me conoce demasiado como para intentar fingir en frente de Martín.

— Esa chica. — Digo de golpe.

Él lanza un bufido, cansado.

— Alguien como ella jamás podría estar contigo. Es demasiado... no se ¿Decente? — Contesta.

— Eso no me importa en absoluto. — Espeto mientras me doy por vencido y voy camino hacia el aula.

Mi amigo me sigue.

— ¿Que pasa con Ivanna? Desde que ella apareció actúas como un imbécil. Me dejas hablando solo, desapareces, apenas si comes. Tu insistencia es realmente extraña incluso para tí.

— Hoy la vi hablando con Lucían. El imbécil de 5to B. Se sonreían y yo no soporto eso. — Le digo ignorando todo lo que me acaba de decir.

— Pues tendrás que soportarlo. — Me contesta mi amigo mientras camina a mi lado.

Freno en seco y él también. Me quedo callado un segundo.

— No. No lo soportaré. — Contesto.

                               ~•~

El timbre de salida suena. No pierdo ni un segundo de vista a Ivanna hasta que sube al auto de su madre. Me pongo la capucha y espero. Los de 5to año salen amontonados. Pero aún así no tardo en encontrar al maricon de Lucían. Me mantengo a la distancia para evitar que me vea. Él ríe animadamente con sus amigos. Yo podría arrancarle la cabeza ahora mismo. Jamás me había fijado antes en Lucían. Sólo era uno de los tantos conocidos que tengo en la escuela.

Pero ahora que lo vi hablando con ella, siento que es una amenaza. Una peste que debo eliminar, una cucaracha que tengo que pisar lo antes posible. Una persona normal pensaría que estoy exagerando, pero lo que siento... No puedo evitarlo. Ojala yo pudiera hacerla sonreir asi pero lo único que logré hasta ahora fue ponerla nerviosa.

Espero hasta que sus amigos se van y cuando lo veo caminando sólo por la calle. Lo sigo. Cuando logro alcanzarlo, camino despacio detrás de él. Lo miro fijo. De golpe acelero el paso y lo empujo con el hombro por detrás. Él se queja y luego me mira. Yo me volteo y me paro en frente de él.

— Discúlpame. Es que no te vi. — Le digo con sarcasmo.

Él me observa confundido.

— ¿Julián? — Se saca el auricular del oído.

Asiento.

— ¿Qué sucede? — Me pregunta perplejo — ¿Por qué me empujas?

Yo pongo los ojos en blanco. No puedo soportarlo más. Soy consciente que lo odio sin conocerlo y solo porque habla con Ivanna pero es que no puedo controlar los celos que siento. Lo quiero lejos de ella o no sé de qué seré capaz.

— Sólo te voy a decir una cosa. — Espeto.

Él se cruza de brazos y me mira serio. Oh no... No te hagas el valiente conmigo.

— Ten mucho cuidado con quien hablas y lo que haces. Podrías equivocarte. — Intento que suene lo menos amenazante posible.

Frunce el ceño sin comprender.

— Habla claro. No entiendo ¿Con quién no debo hablar? — Me pregunta.

— Tiene cabello largo... largo... largo. — Balbuceo mientras camino al rededor de él.

Espero que se sienta intimidado. Mira al suelo y luego me mira a mi. Creo que se dio cuenta de quien hablo y a lo que me refiero.

— Eres un enfermo. — Me contesta antes de irse a paso ligero.

¿Enfermo? No, imbécil. Tú aún no viste nada. Cuando este seguro de que este idiota no volverá a hablar con Ivanna me concentraré en acercarme a ella.

Mientras camino hacia mi casa, marco el número de Martín.

— Imbécil, desapareciste a la salida de la escuela. ¿Dónde estas? — Me pregunta.

— De camino a casa. Hey, parásito.

Cuando le digo "parásito" es cuando necesito pedirle un favor. Y sólo él puede averiguar todo lo que quiero saber. Si yo lo intentará, todos me notarán y pensarán que soy un puto lunático. Tengo que pasar desapercibido.

— Oh mierda ¿Qué quieres ahora?

— Necesito la dirección de alguien.

Se queda callado un segundo. De seguro ya se hace una idea de quién quiero saber.

— ¿Para qué la necesitas? Julián, esto ya no me está dando ninguna gracia...- Me suelta sin ningún tono burlón.

— No voy a hacer nada. — Aun. — Pero necesito saber. — Contesto con honestidad.

Martín suspira.

— ¿De quién es la dirección que necesitas averiguar? Si es una persona que conocemos en dos días lo sabré. — Me dice.

Yo sonrío. Creo que mi respuesta es más que obvia para él.

— De Ivanna Ramírez.

No sin ella. [1] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora