Mira su regalo. No puedo borrar la sonrisa de mi rostro mientras la abre. Me mira fugazmente al encontrarse con la caja de terciopelo. Cuando la abre, se queda paralizada. Abre la boca y vuelve a cerrarla, sin saber que decir. Está totalmente sorprendida.
— Si te lo preguntas, si es un anillo, pero quiero que lo uses como dije, hasta te lo hice grabar — Le digo con entusiasmo.
Me mira sin decir nada y luego revisa el grabado del anillo "Tú y yo, por siempre". Abre la boca sorprendida.
— Me encanta...
Su sonrisa es la mejor parte de todo esto.
— Deja te ayudo a ponértela — Me pongo detrás de ella mientras agarro la caja de sus manos.
Se levanta su hermoso pelo y yo tengo una maravillosa vista de la hermosa piel blanca de su espalda. Tomo el collar con movimientos torpes, ignorando el sudor nervioso de mis manos y se lo pongo.
— Gracias, es hermoso. — Me agradece con voz dulce mientras se toca el cuello.
La agarro de la cintura desde atrás y acerco mi boca a su oído.
— Especialmente, para ti.
Siento su aroma embriagando mi sistema y no puedo aguantarlo más, comienzo a besarle el cuello. Ella cierra los ojos y al parecer, disfruta de mi afecto. Puedo sentir como las cosas se van agitando en mi entrepierna.
— Te deseo. — Las palabras salen de mi antes de que pueda detenerlas. Mi voz es jadeante.
— Yo también a tí... — Contesta de la misma manera.
Me sorprendo y me caliento con esa respuesta. Intento contener las ganas de arrancarle la ropa a pedazos. De golpe se aleja de mí, quedándome extasiado por su aroma ¿Qué hace? La sigo con la mirada mientras camina a paso lento y sensual hacia su cama.
Se sube a esta, colocándose en cuatro pies y contoneándo la espalda. Con una mano levanta su vestido y deja su hermoso culo al descubierto. Me sonríe de manera pervertida mientras no me quita la mirada de encima. La tanga de encaje a penas se puede divisar por entre sus nalgas. Tiene la piel rosada y hermosa. Trago grueso sintiendo que mi ropa interior apenas puede contener mi hombría endurecida.
— Acaríciame... — Me pide con voz sexy.
— Oh... mierda. — Es lo único que puedo decir o pensar.
A esta altura mi miembro está totalmente endurecido hasta el punto que me resulta doloroso. Me acerco a ella y la agarro de ese culo hermoso. Lo masajeo y lo aprieto a mi gusto. Tiene la piel caliente, mis dedos quedan marcados y estoy loco por metérsela. Mi respiración se acelera de a poco y se me hace agua la boca por sentirla.
— Estas usando lo que te regalé, te queda perfecto, como si estuviera echo para ti... — Le susurro con dulzura mientras me mano sube hacia su espalda por encima de su vestido. La agarro de la nuca y la acerco a mi para que pueda escucharme.
— Pero por mas sexy que te veas, quiero sacártelo. — Más bien arrancartelo hasta hacerlo trizas y dejar salir la bestia que tu misma creaste.
Ella respira jadeante, excitada. Quiere que la haga mía. Lo sé. Deslizo la tanga por sus piernas lentamente hasta que se la saco, dejando al descubierto su sexo. Esta depilada, como siempre supera mis expectativas. Tengo ganas de chuparle esa intimidad rosada y deliciosa, pero no hago nada. Tengo que ir a de poco con ella. No voy a arruinar esto.
Me estoy desabrochando la camisa cuando la descubro mirándome. La miro a los ojos y luego le miro el culo. Es perfecta, su cuerpo es totalmente perfecto y me excita aún más saber que soy el único que estuvo así con ella.
— No aguanto mas... eres preciosa. — Le confieso dejando caer mi camisa al piso y mirándola a los ojos nuevamente.
De un tirón, la levanto, dejándola arrodillada y con su espalda apoyada en mi pecho. La paso ambas manos a lo largo de su cuerpo hasta tomar la punta de su vestido y de un tirón se lo saco, dejándola sólo en sostén. Con movimientos torpes, le desprendo el brasier y ella misma lo hace a un lado.
— Ponte de nuevo como estabas. — Le ordeno.
Me obedece... Yo la contemplo. Sólo tiene sus zapatillas negras puestas. Se ve como la diosa que es, con el cabello, la cintura, el culo perfecto y no puedo desearla más. Me alejo de ella a regañadientes y camino hacia mi mochila para buscar un preservativo. Vuelvo rápidamente a colocarme detrás de ella, sin decirle nada, me desabrocho el pantalón y deslizo el preservativo por mi erección. Se voltea a mirarme, me muerdo los labios al ver ese rostro que me estremece con locura. Le acaricio la espalda y con mis dedos compruebo su húmedad.
— ¿Estas lista? No puedo aguantarlo mas, te necesito ya. — Le digo mientras apoyo mi punta en su entrada.
Ella asiente. Mi cerebro ni siquiera procesa su respuesta. La agarro del trasero y la penetro con fuerza.
— ¡Puta mierda! — Grito cerrando los ojos, al sentir un golpe de placer muy fuerte.
Ella gime y me mira al sentir como la tomo. Salgo de ella y vuelvo a embestirla hasta que llego un punto que no logro detenerme. Lanzo gruñidos mientras ella no para de gemir. La acaricio por todos lados. Por su espalda, el cuello, el cabello, sus deliciosos pechos inchados.
No puedo controlarme. Es como una droga. Mientras más la pruebo, la próxima vez, más la quiero. Mientras sigo penetrándola, una de mis manos acaricia su pelvis y bajo mis dedos hasta llegar a su clítoris. Se lo acaricio con movimientos circulares y lanza un grito. Le gusta y eso sólo hace que mi miembro palpite dentro de ella.
Le volteo la cara y la beso con todas mis fuerzas. Le meto la lengua, acariciando la suya. De un tirón, la levanto de la cama y me acuesto yo.
— Ven aquí, sube arriba mío. — Le pido en un susurro.
Sube encima de mí con un movimiento rápido y se pone a horcajadas para luego sentarse sobre mi miembro y metérsela lentamente ella misma. Mientras lanza gemidos comienza a moverse, primero despacio y luego fuerte. Yo sólo puedo admirarla. Cintura perfecta, tetas ideales y sus ojos cerrados. Hermosa. Preciosa. Increíble.
— Oh nena...— Balbuceo mientras entrecierro los ojos y acaricio sus pezones endurecidos.
De golpe, entrelaza sus dedos de ambas manos con los suyos. Comienza a moverse fuerte encima de mí. Tirando la cabeza para atrás, continúa moviéndose fuerte sobre mi. Así es como quiero verla siempre. Estoy cada vez más cerca, aprieto sus manos fuerte mientras nuestras respiraciones concuerdan. Ambos llegamos al orgasmo al mismo tiempo. Ahogo un grito, ella suelta mis manos y cae encima de mí, llena de placer.
Me gustó que se venga encima de mí. Satisfecho, la abrazo por la espalda. Nuestras respiraciones agitadas de a poco se van calmando. Su cabeza descansa en mi pecho. Tiene los ojos cerrados y veo que no tiene planes de abrirlos. Sonrío. Me siento en la cama con ella encima de mi. No pesa nada. Salgo de ella, me quito el preservativo, lo ato, lo dejo a un lado de la cama y luego me concentro en esta hermosa mujer. La abrazo, hundo mi nariz en su pelo, en su cuello y le beso el rostro.
— Te amo Ivanna... Eres mía nena, solo mía.
Abre los ojos y me mira fijo.
— Tuya... solo tuya... — Susurra mientras de a poco sus ojos se cierran.
Me siento completo. No necesito nada más.

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No sin ella. [1] (BILOGIA)
RomantizmJulián es un joven de 18 años, problemático, con problemas de ira e higiene debido a traumas de la infancia. En su último año de secundaria se encuentra totalmente perdido y sin dirección debido a drogas y alcohol. Todo lo que tiene es el sustento d...