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10 días después (7 de mayo del 2015)

Salgo del gimnasio directamente a darme una ducha, pero antes me cruzo a la enfermera de guardia, a la que le pedí el favor de que me consiga una máquina de cortar pelo.

— ¿La tienes? — Pregunto.

Ella asiente mientras busca en su cartera.

— Pásatela antes de entrar a las duchas. De lo contrario te arrepentirás chico. — Me suelta antes de darme la caja.

El olor a alcohol que tiene en la boca está mujer casi me hace dar una arcada. Camino hasta las duchas y me quedo mirándome un segundo al espejo. Respiro hondo y luego me levanto un mechón y con la otra mano enciendo la máquina. El pelo ya me llega hasta los hombros y prometí a mi psiquiatra que lo intentaría.

Aprieto los labios mientras acerco la máquina a mi pelo. Estoy a menos de 5 centímetros de mi pelo pero... No puedo hacerlo. Dejo salir el aire mientras alejo la máquina de mi cabeza ¡Mierda!

Hoy no... tal vez mañana. Esto es demasiado difícil para mi. Tengo ganas de llorar y la angustia es tan molesta que me hace enojar. Dejo la máquina de cortar pelo en mesada y me tapo la cara con ambas manos. Miro hacia las duchas. Me quito la ropa y quedo totalmente desnudo. Tengo que apurarme, es el único baño para todos los pacientes y alguien podría entrar en cualquier momento. Camino hacia la ducha y abro la llave de agua. Me quedo mirando como cae el chorro de agua.

No se que pasó. No se como lo hice pero algo reacciona en mi. Mientras el baño se llena de vapor, camino rápidamente hacia la máquina de cortar pelo, la prendo, no lo pienso ni lo asimilo y me rasuro la cabeza.

El pelo cae al igual que mis lágrimas. Ya empecé... y ahora no hay vuelta atrás. Comienzo a rasurarme la cabeza. Se me contrae la cara por el llanto. No queda mucho pelo y ya no tengo con que taparme el rostro. No entiendo por qué no puedo dejar de llorar...Me tapo la cara con ambas manos mientras me dejo ir por el llanto. Intento pensar que esto es bueno para mi. Que es necesario para salir de aquí.

Intento recobrar la compostura, me paso la máquina por los lugares que aún tengo mechones de pelo y luego me miro al espejo. Soy una persona completamente distinta. Por suerte no ajuste esta mierda en "totalmente calvo". Me dejo el crecimiento del pelo. Deje crecer mi pelo para que se ensucie con más facilidad y sabía que todos me temían con el. No quería que nadie se aprovechará de mi, sólo porque mi padre tiene dinero. No quería ser manipulado por nadie más. Y ahora esto... Mi cara se ve mucho más adulta ahora sin cabello al rededor. Los ojos azules se me ven más grandes y mis pómulos más pronunciados.

Me meto debajo de la ducha e intento relajarme pero aún siento angustia. Afirmo la espalda en la pared y voy bajando hasta quedar sentado. Esto será más difícil de lo que pensé.

                           ~•~

Ya es de noche y pronto me van a mandar a mi habitación. Hoy será la noche en donde me escaparé de mi habitación y veré mi diagnóstico. Tenemos un gran living en donde hay tele, sillones y juegos de mesa pero no me gusta estar aquí. Hay otros pacientes que son gente mayor y no me gusta como me miran, pero el doctor dice que tengo que pasar tiempo con las demás personas que no puedo estar solo todo el tiempo. Al menos me alegra que estemos separados de las mujeres. Si estuviéramos todos juntos en un mismo sitio sería un problema.

Estoy recostado en el sillón leyendo una revista cuando el "enfermero" David se acerca a mi tranquilamente. Ya sé lo que me va a decir este mandril idiota. Pongo los ojos en blanco.

— Pronto apagaremos las luces, tienes que irte a tu habitación. — Me dice.

No le contesto ni lo miro. Sigo hojeando la revista.

— No me hagas repetirlo de nuevo. — Agrega mientras se voltea.

Levanto una mirada de asco y se la clavo pero antes de dar más pasos se voltea inesperadamente.

— Por cierto... Me gusta tu nuevo corte. Te ves distinto.

Me sonríe y luego sigue su camino. Levanto las cejas sorprendido ¿Eso fue en serio?

                           ~•~

Son mas de las tres de la mañana. Estoy sentado en medio de la oscuridad. Creo que es el momento. Meto la mano por debajo de mi almohada y ahí está. Un pequeño alambre. Camino lentamente hasta la puerta de mi habitación y aunque esta oscura puedo ubicarla por la luz que entra de afuera. Improviso una llave y lucho con la cerradura de mala muerte hasta que se abre.

Saco la cabeza y me percato de que no hay nadie. Seguramente hay enfermeros de guardia así que tengo que ser lo más discreto posible. Cierro la puerta detrás de mi. Descalzo, camino pegado a la pared. Lo más fácil de esto será buscar mi archivo ¿Lo más difícil? Ir y volver sin que me descubran.

Nuestras habitaciones se encuentran en el primer piso y el consultorío del doctor Moreno en el segundo. Sigo caminando en dirección hacia las escaleras cuando de repente Oscar, el enfermero de la noche pasa de espaldas a mi por el pasillo que lleva a la escalera. Dejo de respirar y lo miro con los ojos abiertos como platos. Lo siento bostezar y sigue su camino.

Cuando llego a la escalera subo lo más rápido que me permiten mis piernas sin hacer un desastre. Llego al segundo piso con el aliento en la lengua. Miro para todos lados y al final del pasillo diviso el consultorio de mi psiquiatra. Cuando llego, utilizo mi alambre como llave. Me cuesta más abrirla pero para mi suerte lo consigo.

Cierro la puerta detrás de mi. No enciendo las luces. La luz de la luna que ilumina la oficina es suficiente. Cuando abro su placard de madera encuentro todos los archivos ordenados alfabéticamente por apellidos. No tardo en encontrar el mío. Julián De Paez. Me siento en su silla, apoyo el archivo en su escritorio y comienzo a leer.

No sin ella. [1] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora