Entro a la escuela por la puerta del gimnasio con la comida. Dejo la puerta del gimnasio sin llave. De todos modos está atada y no saldra se aqui sin mí. Por suerte para mí, este lugar estará vacío hasta mañana.
Bajo hasta el sótano y entro. Ella sigue sentada en el sofá donde la dejé. Cierro la puerta con llave y me la guardo en el bolsillo trasero del pantalón. Dejo las bolsas en el piso y me siento a su lado.
No se de donde saco la fuerza pero me animo. Sin decirle nada tomo sus piernas y las pongo en mi regazo.
— ¿Qué haces? — Me pregunta con tono de alerta.
— Algo que he soñado mucho tiempo en mi habitación del hospital, tener tus pies en mis rodillas y sólo acariciarlas.
Me mira perpleja mientras comienzo a desatar sus zapatillas negras. Se las quito junto con las medias, dejando unos pálidos pies desnudos. Tiene pintadas las uñas de negro ¿Qué tiene con ese color? Siempre lo usa y yo comencé a usarlo por ella. Le acaricio las uñas y se estremece.
— Me gusta el negro... desde que te conocí. — Confieso
Le regalo una media sonrisa para tratar de ablandar el clima tenso pero ella aparta la mirada hacia el suelo. Suspiro... No quiere colaborar conmigo.
Sin soltar su pie, meto mi mano libre en la bolsa y saco una lata de gaseosa. Levanta la mirada de golpe y la clava en la lata de Seven Up... Tiene sed.
— No traje sorbetes, tendré que darte de tomar, se buena... — Le advierto.
Ella asiente repetidas veces sin si quiera mirarme. Abro la lata, la agarro suavemente de la nuca y le doy de tomar. Cierra los ojos mientras traga. Aprovecho cada momento que puedo tocarla. Tiene la piel caliente y no dejo de mirarla ni un segundo.
— Tranquila... despacio, también tenemos que comer. — Le digo con suavidad mientras aparto la lata de su boca.
— Quiero más. — Me pide con voz aguda.
— No, tienes que comer primero te dije.
— Desatame, yo como sola.
La fulmino con la mirada. Su insistencia me irrita.
— Ni lo sueñes, no soy imbécil Ivanna. — Espeto en tono duro.
Si la suelto, querrá escapar de mi y con eso lo único que lograra será enfurecerme más.
— Okey... tranquilo. — Me contesta con voz suave.
Suavizo la mirada, esperando no asustarla más. Meto las manos en una de las bolsas y saco su comida. Ella guarda silencio mientras preparo nuestro almuerzo.
— ¿No está nada mal para la primera cita no? — Le digo tratando de hablar de algo.
Ella abre los ojos como platos.
— ¿Cita? — Pregunta riendo.
Me le quedo mirando ¿Te estas riendo de mi? Se le borra la estúpida sonrisa.
— Claro que si, ahora salimos, somos novios y nunca nos separaremos. — Le contesto.
Baja la mirada sin contestarme nada. Le doy de comer en la boca. Me resulta divertido y entretenido. Se ve adorable con la boca llena y manchada de aderezo. Paro solo para dar mordiscos a mi comida. Está delicioso pero no tengo tiempo para concentrarme en la comida. Sólo puedo pensar en ella.
Lo único que me pone incómodo de está situación es que no quiere mirarme en ningún momento. Cuando terminamos la comida, me quedan papas pero ya estoy lleno mientras que ella no deja restos. Es distinta a todas las chicas que conozco. Come como lima nueva.
— Wow... ¿Tenías mucha hambre no?
No me contesta ¿Por qué no quiere dirigirme la palabra? Suspiro mientras acomodo la basura. Estoy comenzando a irritarme. Cuando termino de poner la basura en una bolsa, me vuelvo a mirarla.
Ella me devuelve la mirada fugazmente y luego la aparta, para cualquier lado menos a mí. Podría enojarme con ella pero por más que me esfuerce en ser duro, la miro y todo mi enojo desaparece.
Miro su delicado perfil mientras se esfuerza por ignorarme. Le regalo una leve sonrisa consciente de que no puede verme. Si ella supiera como la veo, sería más amable conmigo.
Sin darme cuenta, mi cuerpo se mueve sólo, la agarro suavemente de las mejillas con ambas manos y apoyo mis labios en los suyos.
La sensación de mis labios sobre los suyos me dura un escaso segundo, dejándome con ganas de mas. Ella se aparta con brusquedad. Como si le hubiese acercado un enorme y feo bicho al rostro.
— ¡¿Qué estas haciendo?! — Me grita alarmada.
Yo intento recuperar el aliento.
— Beso a mi novia. — Le contesto con toda la tranquilidad que puedo.
Se me queda mirando mientras sus ojos comienzan a mojarse y sus mejillas se tíñen de rosa.
— ¡No me toques, maldito loco de mierda! — Me grita dejando salir emociones contenidas.
Cada palabra de esa oración son como puñaladas en todo mi cuerpo. Se repite como disco rallado en mi cabeza y siento palpitar mi cuello.
"...maldito loco de mierda!"
¿Loco? ¿Estoy loco? Ella me ve como un loco. Por lo menos yo sé que estoy loco, ella ni siquiera es consiente de lo desgraciada, fría, sin corazon e hiriente que es. Pues si, estoy loco y le voy a enseñar lo que un loco puede hacer.
Le clavo la peor mirada que tengo. El color en su cara desaparece y palidece. La agarro de la nuca con ambas manos, como si pudiera escapar de mi. Me mira con los ojos abiertos, aterrorizada.
— Yo... beso... a mi novia.
Hundo las yemas de mis dedos en su piel. Ella hace una mueca de dolor mientras intenta levantar sus manos atadas.
— ... ¡Cuando yo quiero! — Le grito cerca del rostro.
Choco su boca contra la mía y con todas mis fuerzas la obligo a besarme.

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No sin ella. [1] (BILOGIA)
RomanceJulián es un joven de 18 años, problemático, con problemas de ira e higiene debido a traumas de la infancia. En su último año de secundaria se encuentra totalmente perdido y sin dirección debido a drogas y alcohol. Todo lo que tiene es el sustento d...