Enciendo el auto y conduzco hacia la escuela. Me estaciono y simplemente espero. Faltan 20 minutos para que las puertas de la escuela se abran. Aquí la voy a esperar y vendrá conmigo a las buenas o las malas. Me digo a mi mismo una y otra vez que no voy a perderla pero el miedo no cesa. Intento no mirar el espejo retrovisor. No quiero ver lo terrible que debo lucir.
Los minutos pasan como si fueran horas. La ansiedad me supera así como el ardor de mis ojos. Estoy al punto que ni siquiera puedo mantenerme quieto. Cuando por fin los estudiantes comienzan a llegar, me pongo atento. La busco con la mirada, pero aún no la encuentro. Maldita sea mi suerte.
Me comienza a faltar el aire por los nervios. Me rasco la cabeza y ya me duele el cuello de mirar para todos lados. Cuando de repente, la veo. Mis ojos no tardan ni 3 segundos en verla de arriba a abajo. Tan hermosa e increíble. Tiene la cara sería pero aún así me parece adorable y sobresalta como una luz brillante de entre toda la gente. Está saliendo del coche de su madre y sé que es el momento para ir a buscarla.
Me bajo del auto, me pongo la capucha para tapar mi rostro y luego camino hacia ella. Me esfuerzo por no correr. Cuando por fin la tengo al lado le clavo los dedos en el brazo, fuerte para que no se me escape. La electricidad de su tacto me invade y sé que ella también lo siente.
— Sígueme... no me obligues a llevarte. — Le ordeno en voz baja.
No opone resistencia. La llevo hacia un costado de la escuela. Los chicos que entran a la escuela parecer no percatarse de lo que estamos haciendo. Cuando la tengo en donde nadie pueda vernos la pongo contra la pared. Ella sólo me mira con expresión perpleja en su rostro.
Me saco la capucha para mirarla mejor. La miro detenidamente... Labios rosados y gorditos, su cutis parece de porcelana y sus ojos negros me miran desde abajo de unas pestañas largas y revueltas. Rímel y delineador hace que sus ojos me parezcan más negros, misteriosos y que combinen con su larga cabellera negra. Me paso la lengua por los labios al desear su boca pegada a la mía.
Se me contrae la cara pensando que jamás podré volver a tocar esos labios a los que soy adicto, si ella decide dejarme. Ivanna me saca de mis pensamientos. No encuentro las palabras indicadas y simplemente me quedo en silencio.
— ¿Estas bien? — Luce sorprendida.
¿Qué si estoy bien? Si ella me deja, nunca podré estar bien. Dejo escapar un suspiro al sentir un nudo de angustia en el pecho. Y ahora es cuando viene el vómito verbal.
— ¿Vas a dejarme verdad? Romperás conmigo por el mensaje que te mande ayer. — Me tiembla la voz y tengo ganas de llorar.
Ese maldito llanto imposible de controlar.
— Cálmate Julián — Me contesta tomándome de los hombros.
Sus manos sobre mi tienen efecto inmediato. Intento contener las ganas de llorar. Pensé que esto sería fácil, vendría, la amenazaría como ya hice una vez y luego seguiríamos juntos pero ahora que la tengo en frente, me siento totalmente expuesto y débil.
Estoy totalmente entregado a ella, puede hacer conmigo lo que quiera. Si quiere matarme... lo puede hacer. No puedo más, rompo a llorar aunque no quiera ¡Basta maldito débil! Pero ahora lo único que se me ocurre hacer, es rogarle que no me deje.
— No rompas conmigo. Lo siento mucho. — La agarro fuerte de la cintura y luego entierro mi cara en su cuello.
Huele delicioso y siento que estoy en mi lugar en el mundo. Ella parece confundida por todo lo que estoy haciendo.
— Espera, cálmate ¿Qué historia te inventaste ahora? — Me pregunta empujándome suavemente.
— No me respondiste el celular en todo el dia de ayer desde que te mande ese mensaje, entonces pensé...
— ¿Pensaste que te iba a dejar y no iba a volver a hablarte? — Me interrumpe.
¿Qué? ¿Acaso no vas a hacer eso? La miro confundido... yo pensé...
— ¿No vas a hacer eso?
Niega con la cabeza mientras nos miramos fijo. Dios, soy patético.
— Me enfadé por eso dejé de hablarte, podrías haberme pedido disculpas y luego hablar sobre el problema que tienes conmigo. Pero no pensé en dejarte ni nada. — Me dice con voz calmada.
Me le quedo mirando. Ni siquiera puedo actuar como un novio normal que cuando se enoja conmigo, hago el ridículo ¿Pero cómo puedo actuar como un novio normal si nunca he tenido novia? ¿Y como actuar normal si yo soy todo lo que está alejado de lo normal? Me paso la mano por el pelo.
— ¿No irás hoy a la escuela? — Pregunta de golpe.
— No y tú tampoco. — Le contesto poniéndome la capucha.
Necesito tiempo a solas con Ivanna, sólo así podré sentirme mejor. El alivio solo llega cuando la siento lo más cerca posible de mí.
— ¿Qué? — Pregunta alarmada.
— Nunca faltas a la escuela y sabes bien que no pasa nada, escríbele un mensaje a tu madre que te vuelves caminando con Alexa... yo te llevo a casa después.
— No se si es correcto. Además ¿A dónde iremos?
Por primera vez en estas últimas 24 horas, tengo ganas de sonreír ¿Acaso nunca se escapó de la escuela? Me da ternura.
— A mi casa. Esta vacía hasta como las 3. Además quiero enseñarte mi cuarto.
Por suerte mamá hoy tiene reunión en su club de lectura y no vendrá a casa hasta la tarde, al igual que papá y mi hermana. Creo que debo ser sincero con ella. Y esto nunca funcionará si le oculto mi verdadera personalidad y lo que soy. Se ruboriza por alguna razón. No pregunto por qué... no quiero agobiarla y arruinarlo. Le tiendo la mano rogando porque la agarre.
— Humm... Bueno. — Sede mientras toma mi mano.
Mientras espero a que todos los chicos de la escuela entren, la llevo hasta mi auto. Sin que ella se de cuenta, suspiro aliviado. Si... aliviado... porque no la perdí. Ahora es el momento perfecto de hablarle con sinceridad sobre como me siento con respecto a ella.

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No sin ella. [1] (BILOGIA)
RomanceJulián es un joven de 18 años, problemático, con problemas de ira e higiene debido a traumas de la infancia. En su último año de secundaria se encuentra totalmente perdido y sin dirección debido a drogas y alcohol. Todo lo que tiene es el sustento d...