(21)

14K 978 76
                                    

Nombres: Julián.

Apellidos: De Páez.

Edad: 18 años.

Fecha de nacimiento: 16/02/1997

Psiquiatra asignado:Moreno, Orlando Mario.

Conclusión asistida en participación de otros profesionales, el paciente masculino, de 18 años, de altura 1,79 M y con un peso de aproximadamente 68 kilogramos presenta, en los primeros encuentros, rasgos de trastorno en la personalidad, que se dejan al descubierto en su estado de ánimo y comportamiento inestable.

Las primeras sesiones y encuentros resultaron cruciales al crear un diagnóstico exacto. La ansiedaddepresión que presenta el sujeto son solamente el inicio de varios problemas relacionados a su entorno familiar, social y personal.

Los indicios que se dejan al descubierto en casi todas las sesiones verifican el grado de Erotomania (Delirio y obsesión hacia una persona de su entorno en el cual el sujeto sostiene la creencia de que esta enamorado y que esta persona le corresponde, ignorando señales que presentan lo contrario.) que presenta el sujeto con respecto a una joven en particular. Aunque no es retraído socialmente, presenta altos grados de agresividad a la hora de ser contradecido por cualquier persona de su entorno.

El Narcisismo se considera el factor más responsable a la hora de afrontar el rechazo de cualquier persona en su entorno. En esta parte del tratamiento vuelve aparecer la ya nombrada joven a la que llamaremos "IV".

"IV" habita en el subconsciente, memoria, presente y aparente poco próspero futuro de nuestro sujeto. El individuo ya confirmado Erotomaniaco presenta morbidos delirios sobre el amor y afecto de "IV" dando como resultado un rechazo de esta.

En esta parte del tratamiento, consigo la lista de los medicamentos que precisa nuestro sujeto.

Diagnóstico AÚN NO oficial: Depresión - Erotomania - Paranoia con trastorno delirante - ¿Trastorno de la personalidad límite?

Avances: El paciente promete intentar colaborar con nuestro tratamiento.

Contras: Agresivo y se autolesiona (Se necesito amarrarlo, sedarlo y cortarle las uñas)

Cierro los ojos, dolido. Continuo hojeando el archivo. Hay dos fotos mías. Una en la comisaría... tengo sangre en la frente... y otra al ingresar a la clínica, con la cara chupada y ojeras debajo de los ojos. La cara se me contrae por las ganas de llorar. Sigo mirando el archivo y encuentro un resumen por escrito de todas las sesiones que tuve con el doctor. En todas menciono a mi padre... y a Ivanna.

Me niego a pensar que debo estar alejado de ella. La idea me aterroriza. La extraño muchísimo. En este mismo momento otro podría tenerla en sus brazos y esa idea sólo ocasiona una puntada de angustia en mi cabeza y pecho. Dejo salir el llanto como si fuera un niño de 10 años. Cierro mi archivo y me levanto del escritorio para ir a dejarlo en su lugar tal como lo encontré. Quiero ir a dormir. Me cansé de existir.

Cierro la puerta del consultorio detrás de mi. Me rodeo con los brazos mientras bajo las escaleras aun sollozando. Oscar, el enfermero de la noche me está mirando con los ojos abiertos como platos mientras aún estoy bajando las escaleras.

— ¿Julián? ¿Qué haces aquí? — Me pregunta alarmado

No respondo y sigo llorando. Me siento demasiado mal, acabo de darme cuenta que estoy loco.

— ¿Estas lastimado? — Se acerca con cautela.

Niego con la cabeza.

— ¿Cómo saliste de tu habitación?

Meto la mano en el bolsillo de mi pantalón y saco el pequeño alambre.

— Con esto. — Susurro sin dejar de llorar.

Él me lo quita y se lo mete en el bolsillo. Yo lo dejo hacerlo. Esta a punto de agarrarme de un hombro cuando las piernas se me aflojan y caigo arrodillado al suelo. El enfermero me agarra de los brazos.

— ¡Eh! ¡Tranquilo Julián!

Continuo llorando sin decirle nada mientras intenta levantarme del piso.

— ¡Vamos ayúdame con esto amigo! — Me pide mientras pone mi brazo al rededor de su cuello y me levanta del suelo.

Yo intento pararme. Él me rodea la cintura e intenta caminar conmigo a cuestas.

— Voy a llevarte a tu habitación... estarás bien. — Me dice.

Yo niego con la cabeza.

— No... nunca estaré bien. — Contesto.

Cuando llegamos a mi habitación, me acuesta en la cama con cuidado. Me pongo en posición fetal y sigo despidiendo lágrimas de mis ojos. Una enfermera entra detrás de él. A ella no la reconozco, hay tantas enfermeras que ya no logro distinguirlas.

— ¿Qué paso? — Pregunta mirándome con cara de preocupación.

— Lo encontré llorando en las escaleras. No me dijo porque está tan angustiado pero lo traje de nuevo a su habitación y ahora necesita algo para dormir. — Le explica.

Ella asiente sale a paso acelerado de la habitación.

— No te preocupes... todo estará bien Julián. — Me dice Oscar mientras me tapa con una frazada.

— No es cierto. — Contesto.

Él frunce la boca en señal de desaprobación. Oscar debe tener unos 25 años. Igual de alto que yo, moreno, cabello rizado. Tiene cara de matón pero resulta mucho más amable que el enfermero que está de día, David.

La enfermera entra de nuevo en la habitación con una botella de agua y dos pastillas.

— Estudié su plantilla. Seguro es un ataque de depresión... le daré su medicación antidepresiva y algo para que pueda descansar. Quédate por si se altera. — Le dice la enfermera a Óscar.

Este asiente mientras se cruza de brazos y yo la fulmino con la mirada ¿Por qué mierda habla como si yo no estuviera aquí?

— Muy bien Julián. Ahora debes tomarte esto. Te ayudará, créeme. — Me ofrece mientras por fin me mira.

— Dame esa mierda. — Le contesto mientras me siento, le quito las pastillas y la botella de agua.

Abre los ojos como platos y retrocede dos pequeños pasos. No se esperaba eso.

— Tranquilo Julián. — Me advierte Oscar.

Yo le devuelvo la mirada y veo una pizca de diversión en sus ojos. Cuando me lo tomo, me dejan solo y me dispongo a dormir. Me convierto en un ovillo en la cama y cierro los ojos con fuerza.

Quiero que todo esto termine. Quiero ir a casa y dejar todo esto atrás. Tengo que arreglar mi vida.

No sin ella. [1] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora