–¿Por qué coño no miras por dónde vas?–le espetó un joven rubio con un piercing en unos carnosos labios.
Clara comprendió que se habían chocado mientras pasaban por la esquina.
–Lo siento...iba distraída.– se excusó Carolina mientras se levantaba aceptando la mano que la joven rubia le tendía y se incorporaba.
–Pues la próxima vez mira por dónde vas y piensa que puedes toparte con alguien, que pareces tonta.
Clara se quedó anonadada mientras que Carolina desviaba la vista y se cruzaba de brazos, como si tuviese frío.
–Oye, ya te ha pedido perdón. Tampoco hace falta que la insultes– la defendió en un repentino e inesperado arrebato.
No soportaba a las personas que intentaban humillar a los demás solo para sentirse mejor con ellos mismos.
Todos los chicos, incluida Carolina, la miraron como si estuviese loca. Clara se percató de ello, al igual que se dio cuenta por el rabillo del ojo de que su compañera negaba con la cabeza.
–¿Qué has dicho?– le preguntó el joven rubio, acercándose tanto a ella que Clara tuvo el impulso de retroceder y echar a correr.
En lugar de eso, la chica dio un paso hacia delante, acortando las distancias. Durante unas milésimas de segundos para ella ni tan siquiera existían el sonido del motor de los coches, ni los susurros de Carolina diciéndose que se callase, no oía absolutamente nada más que el latido de su corazón.
–He dicho que tampoco hace falta que la insultes, que pareces sordo.–le dijo ella, imitando el tono de desdén con el que el chico había hablado anteriormente y su forma de hablar.
El chico rubio abrió los ojos, sorprendido. Luego se recompuso y esbozó una sonrisa aviesa que no presagiaba nada bueno. Clara no supo si era de odio o de la diversión causada por la prepotencia que el joven mostraba. El chico no miró a sus compañeros que se encontraban detrás cuando uno de ellos habló.
–¿Desde cuándo te han perdido el respeto Jaime?
Clara escrutó con la mirada al muchacho que había hablado. Sin lugar a dudas, era el que más pintas de macarra tenía. Llevaba una camiseta con una marihuana pintada de mangas cortas y unos vaqueros rotos. Con un cigarrillo en la oreja y un tatuaje de una serpiente venenosa que abarcaba todo su brazo izquierdo al tiempo que se mezclaba con sus enormes músculos. Era exactamente el mismo tatuaje que llevaba Jaime.
Clara pensó que estaba de broma, pero un escalofrío la recorrió cuando se percató de que no había ningún rasgo bromista ni en sus facciones ni en su tono de voz. Carolina se acercó insegura.
–Nunca... te han perdido... el respeto, ella...e–ee–ella... no quería decir lo que ha dicho.– soltó el final de la frase demasiado deprisa, y volvió a bajar la vista al suelo–.
Lobo rio divertido ante el miedo con el que Carolina había hablado. Jaime no perdió su sonrisa mientras chasqueaba los dedos. Luis, el chico más bajo la insultó desde detrás.
Tras unos instantes que a Clara se le antojaron eternos Jaime la agarró por el brazo, haciéndola acercarse involuntariamente más a él, hasta pegar totalmente su cuerpo al suyo. La chica se resistió, pero comprendió que era inútil, que él le triplicaba la fuerza. Así que tan sólo rogo que no fuese capaz de escuchar el rítmico latido de su acelerado corazón.
–Suéltame ahora mismo.
–Por su propio bien yo espero lo mismo Lobo, que no me hayan perdido el respeto.– miró a Clara de arriba abajo con suficiencia mientras arrojaba una fría amenaza en cada palabra que pronunciaba.– Sería una pena que tuviera que enseñarle quien soy.
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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|
Teen FictionHISTORIA COMPLETA #1 en hermanastros 26/10/18 #5 en misterio y en suspenso 02/09/18 ¿Y si estuvieses destinada a morir incluso antes de nacer? Clara es una joven de quince años que vive en el sur de España. Al borde de la quiebra, su madre Sofía, c...