CAPÍTULO 38

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Habían pasado ya tres días desde que fueron a la playa. No sabía el porqué, pero Diego se había mantenido muy distante. Era extraño como eran las mismas personas las que marcaban las distancias y no los kilómetros que los separaban. Metros, a veces incluso centímetros, en el caso de ellos dos. Más de una vez lo había pillado mirándola detenidamente, y era en esos momentos en los que más fuertes y desenfrenados sonaban los latidos de su corazón. No sabía cómo lo había hecho. Ni tan siquiera lo entendía, pero cada vez se daba más cuenta de que quería que el chico le hablase. Era como una refrescante brisa nocturna después de un caluroso y bochornoso día de verano. Odiaba sentirse así, y como lo odiaba con toda su alma por eso respetaba la distancia cordial que el chico había marcado entre ambos. No era sano depender tanto de otras personas, y muchísimo menos de una a la que hacía cinco días que había conocido.

El fantasma de aquella joven no había vuelto a aparecérsele, aunque sí que había tenido un fuerte motivo para estar nerviosa. Ismael la había llamado hacía ya dos días y sus palabras seguían en la cabeza.

–Hola.–había saludado felizmente ella.

–Hola Clara.–su voz sonó tan seria que la chica abrió los ojos de par en par antes de tiempo.

–¿Qué va mal?–pregunto.

–Oye, ¿cómo se llamaba el sitio en el que estabas? La ciudad.

Ella no entendía nada.

–Tanis.–le había respondido.

Escuchó la respiración de Ismael al otro lado de la línea. Parecía irregular, casi preocupado.

–Dame un momento.

–¿Puedes decirme que ocurre?

No había obtenido respuesta y se había separado el teléfono de la oreja para asegurarse de que seguía teniendo cobertura.

–Ismael...–lo llamó.

–Joder...–farfulló el al otro lado.– Voy a decirte algo muy preocupante.

Clara se mordió los labios. ¿Qué era?

–No hay ninguna ciudad que se llame Tanis.

La chica se llevó una mano a la cabeza. ¿Cómo que no había ninguna ciudad que se llamase Tanis?

–Claro que la hay, estoy en ella.

Había carteles dentro de la ciudad. Los había visto.

–No...puede que se llame así, pero no figura en ningún mapa español. ¿Estás segura de que no es como por ejemplo Andorra? Es que ni en los mapas donde me aparece Andorra sale el nombre de Tanis.

–Ismael, eso no es posible, cuando Paco me enseñó la ciudad me mostró la página web. Es más, te mandé fotos.

Su amigo se mantuvo en silencio.

–Clara, he copiado el link tal cual que me mandaste en el pantallazo y no aparece en internet. Alguien lo ha debido de borrar, pero es como si estuvieses en una ciudad fantasma.

La chica había corrido a pedirle explicaciones a su madre, e incluso a Paco, pero no había coincidido con ninguno de los dos en la casa desde que colgó la llamada con Ismael hasta ese mismo día. Tanto Paco como su madre habían ido de viaje a una ciudad vecina, o al menos esa fue la versión oficial que le dieron a Clara.

–¿Por qué diablos no aparece el nombre de esta ciudad en ningún mapa?–preguntó nada más ver a su madre.

Sofía la miró con ojos abiertos.

–Jovencita, ¡esa boca!

–¡Respóndeme!–estalló ella.

Llevaba mordiéndose las uñas de la intriga desde que colgó a Ismael.

–Esta es una ciudad para personas pudientes. Solo las personas que nacen aquí y las mas ricas de toda la tierra saben de su existencia.–le explicó Pedro, que se encontraba al lado de Sofía y corrió a socorrerla.

–¿Cómo va a ser eso posible?

–Esta ciudad le da millones al Estado en impuestos y a cambio el Estado nos permite seguir viviendo sin que nadie sepa donde está este lugar.

Clara comenzó a hacer preguntas. Una tras otra. Todo le parecía demasiado irreal, pero no obtuvo ni una sola respuesta más por parte de ninguno de los adultos. ¿Cómo demonios era posible que una ciudad entera estuviese fuera del mapa y que el Estado estuviese de acuerdo? ¿Qué mas pasaba en ese lugar?

¿Os está gustando? Gracias por leer.

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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora