Capítulo 55

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Eran las doce de la noche y su madre seguía abrazándola en el salón de su casa. La policía ya hacía tiempo que había dejado de interrogar a las jóvenes y gracias a Paco y a sus impolutos argumentos no consideraban ni a Clara ni a Carolina como las culpables de la muerte de la chica.

Carolina se había ido a casa, como si tal cosa después de hacer el interrogatorio. En cambio, a pesar de que Clara ya había pasado ese estado de shock en el que no podía dejar de chillar, aún seguía sumamente conmocionada. Encontrarse un cadáver sin ojos y en ese estado no era plato de buen gusto para nadie. Paco hacía tiempo que se había ido de casa junto con el inspector Méndez y el jefe de policía Rodrigo, que sin saber por qué, habían acudido a buscarlo. ¿Acaso era sospechoso de algo?

Diego la observaba sin saber bien que hacer mientras Sofía no paraba de tocarle el pelo intentando calmarla. Clara se sentía sumamente débil, como si estuviese a punto de volver a desmayarse. Le había dado ya unas cinco tilas en lo que iba de noche, pero contra el carácter nervioso de la chica en un cuadro de ansiedad no había planta medicinal que pudiese. Miguel se había ido a su casa hacía rato, pensativo y aparentemente afectado al igual que todos los que vieron el cuerpo.

El timbre del teléfono sonó por toda la estancia y Sofía se levantó alegando que iba ella a cogerlo. Diego se detuvo a medio camino y la vio salir del salón y correr las puertas correderas. Sin saber bien que decir contempló como Clara se acurrucaba sobre sí misma agarrándose las rodillas y hundiendo la cabeza en ellas. Se acercó a ella sin dudarlo y le tocó el cabello, suave y sedoso como no habría podido imaginar.

–Shh...tranquila.–la intentó calmar sentándose a su lado y abrazándola.– Tranquila Clarita, tranquila. Estoy aquí...shhh...

Él también estaba sumamente afectado por ver al cuerpo, pero aun así no podía centrarse en cómo se sentía viendo mal a Clara. De todas formas, no era el primer cuerpo que veía en ese estado.

–Fue horrible...–sollozó ella.

–Lo sé pequeña, lo sé. No es tu culpa. Tú simplemente la encontraste.

La abrazó aún más fuerte.

–Carolina me contó lo de la reina que bebía sangre humana y torturaba a las chicas...y justo después ocurre eso...–no podía articular bien debido a su involuntario carraspeo de dientes, pero a pesar de eso Diego la entendió perfectamente.

–Todos pensamos que hay algún grupo que se dedica a hacer eso, Clara, pero es un tema tabú en esta ciudad.

Sofía entró en la habitación, nerviosa. Diego se separó de Clara nada más ver entrar a su madre. La mujer frunció los labios mientras le dedicaba una mirada para nada amistosa.

–Paco ha llamado diciendo que ya han identificado el cadáver. –Dijo tomando la misma posición en la que estaba Diego, abrazando a Clara.– Es un niña de quince años, huérfana, que se escapó del orfanato donde se encontraba.

Clara tembló.

–Tenía menos de dieciséis años...y la leyenda dice eso...que todas son menores de dieciséis...

Sofía la miró sorprendida.

–¿Quién te ha contado esa estupidez?

–No es ninguna estupidez. Cada poco tiempo mueren personas de la misma forma.–añadió Diego.

–Diego, sabes que no son más que cuentos urbanos. Es solo casualidad. Puede que haya un asesino en serie, pero nosotros estamos a salvo.

¿Un asesino en serie? ¿Y su madre habla de que están a salvo? Clara aún estaba en una especie de trance, pero fue capaz de responderle.

–¿A salvo?

–No te preocupes cariño. Nadie va a hacernos daño.–le sonrió Sofía dándole ánimos.

La chica rubia negó con la cabeza.

–No...vosotros estáis a salvo. Yo aún tengo quince años...

Sofía le agarró la cara y la obligó a mirarla.

–A ti nadie va a tocarte. Confía en mí.

Clara hundió su mirada en la verdosa de su madre.

–¿De verdad no crees que puede haber alguien que se dedique a honrar la memoria de esa reina?–le preguntó a su madre.

Sofía intentó aparentar tranquilidad pero Clara se dio cuenta de que su madre ocultaba algo.

–No hay absolutamente nada de eso.

–¿Y por qué todos los cuerpos aparecen en el mismo estado? ¿Y por qué son todas mujeres? –instó un Diego demasiado nervioso.

–El detective y el jefe de policía ya están trabajando en eso. Dejad de pensad. No hay nadie que quiera rememorar la memoria de la reina, así que iros a dormir ya, los dos, y no aceptaré ni una sola pregunta o protesta más.

–Tú no eres mi madre, así que no te comportes como tal y no me hables así.–refunfuñó Diego.

–¡Eh, no le hables así a mi madre!– se quejó Clara mientras se levantaba.

Tenía que quitarse de la cabeza la imagen de una persona sin ojos y sin un brazo como fuese. Debido a la oscuridad no vio el estado de la piel de la joven. ¡Y menos mal!

–Chicos, ocurren asesinatos todos los días en alguna parte del mundo. No hay día en el que una persona no muera. Sé que es difícil pero ahora tenéis que centraros en descansar y en no pensar absolutamente nada sobre lo que habéis visto. Estoy convencida de que encontrarán al responsable.– y dicho eso, obligó a ambos jóvenes a irse a la cama. Clara subió las escaleras con un estado de aprehensión en el pecho y preguntándose cosas horribles a si misma. ¿Por qué estaba su madre tan segura? ¿Tendría ella algo que ver? Eso era imposible, era su madre, la buena de Sofía, quizás también estuviese asustada y actuase así para que ella no tuviese aún más miedo, o quizás, sólo quizás, supiese algo que Clara ignoraba y le hubiese mentido aquella noche.

Gracias por leerme. Muchos besos!!! <3

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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora