CAPÍTULO 107

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Clara llegó a casa de la tía de Diego riendo ante las bromas que le hacía el chico. Bajaron de la moto y en esta ocasión Jenifer se lanzó a los brazos de ella en lugar de a los de él.

–¿Así de rápido me sustituyes?–bromeó él con la niña, haciéndose el dolido.

–Ella es más guapa que tú.–dijo tan sólo, provocando que la pareja estallara en carcajadas.

–Doy fe.

–Yo no.–contestó Clara.

Dicho eso ambas fueron al salón y comenzaron a jugar con las muñecas ante la mirada de un Diego al que le tocó ser el novio de una de ellas. Fue un rato agradable en la que la prima del joven no dejó de chincharlo divertida. Por unos momentos Clara se imaginó como sería estar casada con ese chico y jugar con su propia hija. Desde siempre había tenido claro que solo quería tener un hijo, igual que su madre. Sonrió mirándolo. Seguro que sería un buen padre. Era tan perfecto y elegante en todo lo que hacía, que podría dar fe de que sería bueno. Intercambiaron una mirada en la que ninguno de los dos pudo evitar sonreír. Se amaban demasiado el uno al otro.

*

Sofía miró a su padre como si estuviese loco.

–¿Cómo podías estar allí? –repitió.

Rafael miró al suelo unos instantes, ordenando sus ideas.

–Verás, lo hice para protegeros. Si yo estaba en ese grupo nadie podría haceros daño ni a tu madre ni a ti a no ser que yo mismo me interpusiera en un ritual. Fue por eso que cuando Andrés lo hizo no me preocupe por ti, porque sabía que no podrían hacerte daño porque yo mismo era miembro de aquella secta. No supe hasta mucho después que estabas embarazada. La protección solo influye en línea directa. Es decir, podría protegerte a ti, pero no a la niña.

Sofía miró patidifusa a su madre.

–¿Tú lo sabías?

Ella asintió.

–Tu padre lo hizo para protegernos, pero tú te marchaste pensando que te harían daño, cuando de haberlo querido lo habrían hecho ya.

Sofía se tomó su tiempo para ordenar sus ideas.

–Me parece horroroso que tú formaras parte en aquella carnicería.–se quejó, aún perpleja.

Rafael chasqueó los dedos.

–No es algo de lo que esté orgulloso, pero cada vez que veía como realizaban un ritual pensaba en vosotras dos y en que si yo estaba allí vosotras nunca lo estaríais. Lo dejé todo hace tiempo, y justo después de dejarlo me enteré de que Paco te había encontrado.

–Es...

Sofía no sabía que decir.

–Horrible. Lo sé. Pero lo que hizo tu marido, si es que llegasteis a casaros, fue una completa estupidez.

Sofía apretó los dientes, furiosa.

–Andrés solo hizo lo correcto. Lo que tú deberías de haber hecho.

–Yo no podía poneros en peligro. –se defendió dejando el cigarro en el cenicero.

La ceniza se desprendió lentamente del cigarro.

–¿Sabes la identidad de alguien de ese maldito grupo?–preguntó Sofía con rabia cerrando los puños.

Rafael tosió y se llevó las manos a las sienes.

Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora