Sofía los vio salir a ambos de la casa, esta vez totalmente tranquila ya que sabía que nada podía pasarle a la que siempre sería su pequeña. Paco se acercó a la mujer que estaba en la ventana y la abrazó por atrás, besándole el cuello.
–Estarán bien.–dijo orgulloso.
–Estoy totalmente convencida de ello. El Gran Maestro ha de estar muy lejos de aquí. Es la primera vez que sale desde lo ocurrido, le vendrá bien.
–Serena...–dijo haciendo que ella se volviese hacia él con una mirada inquisidora.– Sé que les dijimos a nuestros hijos que ya habíamos llegado al acuerdo de casarnos pero en realidad nunca lo hicimos, y bueno, llevo tiempo pensando sobre esto, y...
La mujer de ojos verdes abrió los ojos al verle arrodillarse y sacar un estuche de terciopelo. Lo abrió con sumo cuidado y dejó entrever un anillo con un diamante enorme.
–¿Quieres casarte conmigo?
Por toda respuesta, Serena se lanzó hacia él y se fundió en un apasionado beso.
*
Clara se montó en la moto detrás del chico, totalmente ajena a dos personas que los miraban con muchísimo cariño. Se agarró al musculoso torso del chico mientras arrancaba y salía de aquel lugar. Ni tan siquiera preguntó dónde iban, ya se estaba empezando a acostumbrar a que la sorprendiese.
El chico condujo durante unos diez minutos y como siempre, al pasar por el callejón de la muerte Clara estiró ambas manos para tocar las paredes. Aquello se había convertido en una costumbre. Pensó en cuanto había cambiado su vida, y en la persona tan maravillosa con la que pensaba compartirla al tiempo que un cálido sentimiento inundaba su pecho.
El chico detuvo la moto y sacó un pañuelo rojo de su bolsillo.
–No te asustes.
–Nunca lo hago.–alardeó ella al ver como se lo ataba sobre los ojos impidiéndole ver.
–Nunca lo demuestras– corrigió él.– Aunque a mí ya no me engañas.
Ella le detuvo unos instantes agarrándole la cara y besándolo a ciegas. Sintió aún más los hermosos rasgos del chico con los ojos tapados.
Diego volvió a subirse en la moto y volvieron a reemprender el viaje hacia donde quiera que fuesen. Tras unos diez minutos el chico paró la moto, y si Clara pudiese ver se habría percatado de que se encontraban en la playa. Diego le había colocado unos cascos con música de Ed Sheeran antes de dejarla montarse de nuevo, por eso no escuchaba el sonido de las olas. Tan sólo era capaz de sentir el aroma exótico del lugar.
El chico la ayudó a bajar de la moto agarrándola por la cintura y cogiéndole la mano. Luego la llevó a través de la arena mientras la chica sonreía aún con los ojos vendados.
–¿Preparada?–preguntó, y sin esperar respuesta le quitó la venda de los ojos.
Clara abrió los ojos de par en par. Aquello era precioso. El chico le había preparado una cena llena de velas con candelabros que impedían que se apagasen por el viento. Una gran mesa con un mantel blanco se encontraba ante ellos en mitad de una playa totalmente desierta. La luna menguante se encontraba en lo más alto del cielo y las olas rompían en una armoniosa melodía. Diego la besó lentamente mientras la acercaba a la mesa, con varios platos que desprendían suculentos sabores.
–¿Cómo lo has hecho?
El chico sonrió con elegancia al tiempo que se encogía de hombros. Clara se percató de cómo le brillaban los ojos. Se descubrió a si misma devolviéndole la sonrisa. Con Diego todo era así de fácil. En ese momento sentía con aún más fuerza la calidez en su pecho.
–¿De verdad quieres que te lo cuente?
Clara rio y asintió con la cabeza.
–Fácil. Contrate a un chef italiano y alquilé la playa.–respondió ladeando la cabeza.
Clara entornó los ojos.
–¿Que la alquilaste? Eso ha debido de costar muchísimo.
La chica miró a su alrededor y Diego vio la expresión de adoración que había en su rostro. Él sentía exactamente lo mismo. La adoraba. Joder, y cuánto lo hacía.
–Para ti nada será nunca lo suficientemente caro.–le sonrió, alejándole la silla de la mesa donde le indicó que se sentase.– Además, tenemos un cumpleaños que celebrar.
Ella le dedicó una sonrisa, encantada. Aquello era muchísimo más de lo que habría podido pedir.
–Gracias.–dijo tan sólo sin saber bien como agradecérselo.
Cenaron totalmente tranquilos, entre divertidas bromas y a la luz de una luna que parecía sonreírles. Luego el chico se acercó a ella, ante la mirada inquisidora de la chica.
–Espérame un momento.–le pidió él alejándose unos segundos hasta una maleta negra en la que la chica no había reparado antes.
El chico volvió a acercarse con un ramo de rosas rojas y una mirada de suficiencia ante la boca abierta de ella.
–Cuando pienso que no puede ser más perfecto vas y me sorprendes.–le dice aceptándolas y abrazándolo.
¡Que bien olía Diego! ¡Qué bonitas eras las rosas! ¡Que mágico era aquel lugar! ¡Qué hipnóticos eran esos ojos celestes!
–Eso no es todo.–le dejó caer él.– Vamos, busca dentro del ramo. He mandado cortar todas las púas así que no te harás daño.
Ella obedeció curiosa, para extraer al cabo de unos segundos una pequeña caja en azul marino.
–¿Qué es?
–Ábrelo–le apremió él.
Ella así lo hizo, sacando una cadenita de oro blanco muy brillante de su interior.
–Es una tobillera–le dijo él a una chica con la boca totalmente abierta.
–No puedo aceptar todo esto.–contestó ella sin creérselo.
–Ya es todo tuyo.–le sonrió cuando ella se abalanzó sobre su cuello, muy feliz.– Al igual que lo es mi corazón.
Ambos se quedaron así, mirándose el uno al otro e intercambiándose caricias, mientras la luna y el mar los contemplaban y una suave brisa sacudía suavemente el lugar iluminado por las velas.
–Tengo que irme otro momento. No tardaré más de tres minutos.–le dijo entonces Diego.
Clara asintió con la cabeza y lo vio alejarse. Ni tan siquiera le preguntó dónde iba. Después de todo confiaba plenamente en él. Tan sólo le bastó escuchar que volvería en unos minutos. Mientras lo veía alejarse no se percató de la figura blanquecina e hialina que comenzó a aparecer tras ella. Ni tan siquiera lo sintió, al igual que en muchas otras ocasiones tampoco lo había sentido.
Gracias por leerme! ¿Os gustó?
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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|
Teen FictionHISTORIA COMPLETA #1 en hermanastros 26/10/18 #5 en misterio y en suspenso 02/09/18 ¿Y si estuvieses destinada a morir incluso antes de nacer? Clara es una joven de quince años que vive en el sur de España. Al borde de la quiebra, su madre Sofía, c...