CAPÍTULO 100

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Clara miró hacia todas partes y todo lo que vio fue basura. O tiestos acumulados por doquier.

–¡Casi me muerden!–le echó en cara a Lauren en voz baja.

–¿Lo han hecho?

La chica viva puso los ojos en blanco. Lauren había logrado sacarla de sus casillas, pero aún así la siguió cuando le indicó que avanzase tras ella por el pasillo.

–Seguro que me sirves de escudo...–dijo con sorna Clara haciendo que Lauren riese.

La casa olía mal y a medida que avanzó siguiendo las instrucciones de Lauren el ambiente putrefacto fue en aumento.

–Despiértalo.–le dijo la chica fantasma mirando a un chico de unos veinte años que estaba tumbado en el sofá.

Clara dirigió una mirada de malas pulgas a Lauren.

–¿Estás segura de que no me hará daño?

Lauren se cruzó de brazos.

–Creo que no. Se llama Dan.

–Dan...–repitió Clara en voz baja.

El fantasma bufó.

–¡Vamos! ¡Grítale! ¡Si le hablas en ese tono no vas a despertarlo!

Clara tragó saliva.

–¡Dan!–lo llamó, pero el chico ni tan siquiera se movió.

–¡¡Dan!!–repitió, obteniendo la misma respuesta que segundos antes.

Clara se volvió hacia Lauren.

–¿Estará vivo verdad?–preguntó horrorizada.

Lauren ladeó la cabeza.

–¿Lo ves por alguna parte?

Clara negó con la cabeza. No, no veía su fantasma por ninguna parte.

–Tírale algo.–prosiguió Lauren.

Clara cogió un cojín del suelo y se lo tiró en la cara al chico, quien en ese momento se movió pero siguió durmiendo. Clara observó al chico de cabellera negra y automáticamente pensó en Diego. ¿Qué estaría haciendo?

Clara y Lauren intercambiaron una mirada al tiempo que la chica fantasma se acercaba a un vaso de cristal pequeño y usaba su energía para energía para romperlo. El sonido de los cristales en el suelo despertaron al chico, quien la observó con ojos como platos ubicándose a si mismo.

–¿Quién eres?–preguntó levantándose con rapidez y observando a la chica tenso.

–Dile que eres amiga de Lauren. Que vienes a darle respuestas.

Clara vio como el chico avanzaba hacia ella y dio un paso atrás.

–Soy amiga de Lauren.

El joven se quedó quieto en mitad del pasillo.

–¿Cómo has entrado?

–Lauren me dijo que había una llave debajo de la puerta.

El chico miró a su alrededor y luego miró de arriba abajo a Clara.

–¿Qué haces aquí?

–Dile que vienes a darle respuestas. Que necesita oírlas. Dile que no fue su culpa. Mi muerte.–le pidió Lauren.

Clara cogió aire. Aquello era lo más extraño que había hecho nunca.

–No fue tu culpa. Lo que le pasó. Que esté muerta...no es tu culpa.

Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora